Fractura de cadera en personas con demencia: señales de alerta y prevención

10/11/2025
Fractura de cadera en personas con demencia

La fractura de cadera en personas con demencia senil es un escenario que enfrentan muchos cuidadores.

Y es que el vínculo entre estas dos condiciones es tan estrecho, que es necesario anticipar y prevenir situaciones de riesgo para evitar la lesión y sus consecuencias.

En este contenido descubrirás cómo el deterioro cognitivo incrementa la posibilidad de caídas y fracturas, qué señales debes identificar cuanto antes, y cuáles son las mejores estrategias de prevención y cuidados tras una fractura de cadera.

Además, conocerás terapias y ejercicios adaptados para mantener la movilidad y autonomía de tu familiar, lo que te ayudará a estar mejor preparado y apoyarle con confianza en cada etapa del cuidado.

Relación entre la demencia senil y las fracturas de cadera

La conexión entre demencia senil y fractura de cadera ya ha sido cuantificada por estudios como el del Hospital Enrique Garcés (Ecuador):

  • Reveló que, de los 56 pacientes incluidos, el 83,92% presentaron deterioro cognitivo. De estos, el 85,10% padecía demencia y en el 42,55% esta era de tipo severa.
  • Además, concluye que el riesgo de fractura de cadera es hasta 100 veces mayor en personas de edad avanzada.

Por lo tanto, esta relación no es casual. Tanto el envejecimiento o la edad como la demencia aumentan la probabilidad de sufrir una fractura de cadera.

Sin embargo, padecer algún tipo de deterioro cognitivo multiplica por dos esta posibilidad. Veamos, a continuación, de qué forma.

Cómo el deterioro cognitivo aumenta el riesgo de caídas

Los pacientes con demencia tienen una incidencia anual de caídas del 40-60%, una cifra que duplica la prevalencia de esta lesión en individuos cognitivamente sanos.

En concreto, se debe a que la corteza prefrontal dorso-lateral, responsable de funciones superiores como atención, inhibición y memoria de trabajo, se ve comprometida en la demencia.

Cualquier alteración en esta área cerebral impacta directamente la calidad de la marcha y aumenta el riesgo de caídas.

Factores que predisponen a lesiones en personas mayores

La consecuencia tan directa de la demencia senil y la fractura de cadera se explica por una serie de factores que afectan, sobre todo, a personas mayores que padecen algún tipo de demencia:

  • La desinervación neurológica propia de la enfermedad, y que se traduce en dificultades para caminar y una menor coordinación de movimientos.
  • La debilidad muscular que acompaña a la edad, y que exacerba los problemas de movilidad.
  • La dificultad al realizar tareas básicas como levantarse de una silla, subir escaleras, caminar a diferentes habitaciones o evitar obstáculos.
  • La desorientación espacial característica de la demencia, y que dificulta la navegación por cualquier entorno, incluido el doméstico.
  • La presencia de otros problemas de salud, como sarcopenia y la osteoporosis que (coexisten frecuentemente en estos pacientes) o comorbilidades como diabetes, incontinencia urinaria, hipotensión ortostática y problemas de visión.

Todos estos factores convergen creando un escenario de alta vulnerabilidad, que exige identificar los signos de deterioro cognitivo lo antes posible para reducir la predisposición a lesiones.

Fractura de cadera como posible signo temprano de demencia senil

Los factores anteriores son, pues, una señal de la presencia de demencia senil. De hecho, en muchos casos la fractura de cadera en sí misma representa uno de los primeros signos de esta enfermedad neurodegenerativa.

Cuando esto sucede, detrás se encuentran los distintos trastornos cerebrales causantes de la falta de equilibrio en personas mayores, que son los que incrementan el riesgo de caídas con fracturas de cadera:

Cambios de memoria y orientación previos a la caída

Antes de que ocurra la fractura, tu familiar experimenta cambios sutiles en su función cognitiva.

Los déficits en la memoria inmediata son los más peligrosos, afectan la capacidad de recordar instrucciones de seguridad o reconocer cualquier amenaza para su integridad física.

Por otro lado, están las alteraciones en la orientación temporo-espacial, que se manifiestan como dificultades para reconocer la ubicación en el hogar y como cierta confusión acerca de los días y las horas.

Junto con el deterioro de la atención sostenida, que impide mantener la concentración necesaria para caminar de forma segura, todo esto expone a la persona a tropezones y caídas.

Alteraciones en el equilibrio y la coordinación motora

Junto a esos cambios neurológicos que alteran la memoria, surgen también los problemas de equilibrio y de coordinación motora.

De hecho, un nivel menor de equilibrio se relaciona con un mayor deterioro cognitivo y deficiencia de las funciones ejecutivas, creando un ciclo donde ambos aspectos se deterioran mutuamente.

Se ha visto que en la demencia se produce una degeneración de las redes neuronales compartidas entre cognición y movimiento, lo que explicaría por qué los problemas de marcha predicen el desarrollo de demencia entre 6 y 10 años antes de manifestarse otros síntomas.

Despistes y desatención al entorno

El déficit de atención que aparece en la demencia se manifiesta como apraxia de la marcha y apraxia ideomotora, causadas por la degeneración estructural y neuroquímica cerebral.

Consisten en dificultades para planificar movimientos y respuestas inadecuadas a estímulos ambientales, y van acompañadas de despistes relacionados con la seguridad.

Por ejemplo, muchas personas mayores olvidan el uso de bastones o andadores y, como no reconocen los cambios de superficie o altura, se exponen continuamente a accidentes.

De ahí que, a medida que avanza la enfermedad neurodegenerativa, no se recomiende dejar sola/a nunca al enfermo/a.

Consecuencias de una fractura de cadera en personas con demencia senil

Las consecuencias de una fractura de cadera en personas con demencia trascienden el daño físico inmediato.

No solo supone una fractura ósea, sino también social, pues es una lesión que trunca la calidad de vida del paciente y su familia.

En concreto, deben afrontar una nueva situación caracterizada por:

Pérdida de movilidad e independencia

La fractura de cadera en ancianos y personas con demencia conlleva una disminución de su autonomía tanto en actividades básicas como instrumentales de la vida diaria debido a la pérdida de movilidad.

Y es que esta no se llega a recuperar nunca completamente tras el alta, por lo que el paciente acaba desarrollando el conocido como síndrome poscaída, que se manifiesta como miedo persistente a andar.

En personas con demencia, este síndrome se intensifica debido a la dificultad para comprender y procesar racionalmente la experiencia traumática.

Riesgo de complicaciones médicas y hospitalizaciones

Los pacientes con demencia enfrentan mayores complicaciones médicas tras una fractura de cadera.

Tal y como reflejan los datos, la mortalidad en estos pacientes alcanza el 12% a los 30 días, 32% a los 6 meses, 39% al año y 45% después del primer año.

Además, tras la operación de cadera es muy común que la demencia empeore y ocurra el delirium postoperatorio, caracterizado por confusión, falta de atención y pensamiento desorganizado.

Esta alteración aguda incrementa hasta 15 veces el riesgo de desarrollar demencia en los 3 años posteriores a la fractura.

Por último, pueden aparecer complicaciones respiratorias o cardíacas, como neumonías y tromboembolismo pulmonar, que pueden provocar la muerte hospitalaria.

Impacto emocional y social en el paciente y su familia

El impacto emocional de la demencia senil y el advenimiento de una fractura de cadera atañe a toda la familia.

Los cuidadores experimentan temor, depresión, aumento de la dependencia hacia el ser querido que sufre y ansiedad.

Y es que como la fractura genera un círculo vicioso donde el deterioro físico exacerba los síntomas de demencia, la carga emocional sobre los familiares es mucho mayor.

En el paciente, las consecuencias psicológicas son confusión aguda, agitación y desorientación temporal, esta última agravada por la hospitalización y el cambio de entorno familiar.

Además, el aislamiento social se intensifica para ambas partes. Al enfermo, la movilidad reducida le limita la participación en actividades sociales. Los familiares, por su parte, reducen sus propias actividades para dedicarse al cuidado, creando un efecto dominó de reclusión familiar.

Cuidados tras una fractura de cadera en personas con demencia senil

El manejo de personas con demencia tras una fractura de cadera es complejo tanto para los equipos de ortogeriatría y rehabilitación como para los familiares, pues el estado neurológico del paciente dificulta su recuperación.

Aun así, hay algunos cuidados que contribuyen a mantener un buen estado de salud para que no se produzcan recaídas:

Rehabilitación física adaptada al deterioro cognitivo

La rehabilitación de este tipo de pacientes tiene dos objetivos: el de la mejoría funcional de la movilidad, y el mantener una calidad de vida que disminuya el riesgo de sufrir complicaciones.

Normalmente, el tratamiento se inicia dentro de las 24 horas posteriores a la intervención quirúrgica y suele incluir:

  • Valoración cognitiva previa para conocer el estado cognitivo actual (atención, memoria de trabajo, inhibición, aspectos conductuales) para enfocar adecuadamente las sesiones terapéuticas.
  • Trabajo conjunto fisioterapeuta-terapeuta ocupacional enfocado en mejorar la movilidad, potenciar habilidades de autocuidado y controlar los síntomas conductuales y psicológicos de la demencia.
  • Revisiones y adaptaciones periódicas del programa rehabilitador según la evolución del paciente, considerando tanto la recuperación física como los cambios en el estado cognitivo.

A la par, los familiares reciben la formación y el apoyo que necesitan para acompañar de forma activa y segura el proceso de rehabilitación, en especial cuando su familiar ya recibe el alta y debe continuarlo en casa.

Ejercicios y terapias para mantener la movilidad

Los ejercicios de coordinación y equilibrio son decisivos para la recuperación y se adaptan tanto en complejidad como en intensidad para cada paciente. Entre la variedad de los que se realizan están:

  • Ejercicio aeróbico adaptado que incluye bicicleta estática, elíptica, pedales, baile suave y paseos a marcha controlada.
  • Ejercicios de fortalecimiento del tronco y músculos de los brazos, progresando hacia el fortalecimiento de los músculos grandes de ambas piernas según la tolerancia del paciente.
  • Entrenamiento de sostén corporal comenzando con apoyo sobre la pierna sana el primer día, tocando únicamente las puntas de los dedos del pie lesionado en el suelo.
  • Terapia de transferencias enseñando técnicas seguras para pasar de la cama a la silla, levantarse y sentarse de forma adecuada, adaptadas a las limitaciones cognitivas del paciente.

Además, según las necesidades concretas de cada persona, se pueden incorporar terapias complementarias como la musicoterapia, la fisioterapia acuática o a terapia con animales (pet therapy), que fomentan la estimulación sensorial, mental y emocional, contribuyendo al bienestar integral durante el proceso de rehabilitación.

Estrategias para prevenir nuevas caídas

Dentro del tratamiento, también tiene mucho peso la prevención, que suele recaer en los familiares una vez que el paciente vuelve a casa o bien en los cuidadores profesionales en caso de que sea residente de un centro de cuidados.

La estrategia completa consiste en:

  • Adaptar el espacio físico: estas adaptaciones, como eliminar obstáculos o mejorar la iluminación, pueden reducir las caídas hasta un 60% cuando se implementan correctamente.
  • Modificar el ambiente: con la instalación de luz nocturna automática, barras de apoyo a 75-85 cm de altura en baño, alfombras antideslizantes texturizadas y pasamanos en ambos lados de escaleras.
  • Integrar ejercicios funcionales en el día a día: realizando, en específico, tareas duales que trabajen tanto la cognición como la parte motora. Por ejemplo, caminar mientras se mantienen conversaciones simples o realizar movimientos coordinados mientras se recuerda una secuencia.
  • Realizar supervisión médica regular: tanto de los medicamentos que puedan estar empeorando el equilibrio, como del dolor articular y otras alteraciones que puedan fomentar que se produzca una nueva caída.

Aplicados a largo plazo, estos cuidados minimizan los riesgos de la fractura de cadera en personas con demencia senil y apoyan su autonomía y bienestar físico, emocional y social.

Pero, sin duda, conocer las señales de alerta y entender cómo prevenir las caídas es lo que te ayuda a ti, como cuidador, a enfrentar esta situación con mayor seguridad.

Si necesitas más información, en la biblioteca especializada en la tercera edad de Sanitas Cuidar Bien, cuentas con más recursos acerca de las demencias y sus cuidados, escritos por nuestros profesionales sanitarios, para que puedas cuidar(te) mejor.

Miryam Piqueras Bravo

Miryam Piqueras Bravo

Directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores.

Doctora en Medicina Familiar y Comunitaria, con más de 13 años de experiencia en atención primaria, medicina socio-sanitaria, supervisión y dirección médica.
Nº de Colegiada: 282858641.

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