¿Qué es la ataxia? Definición, síntomas y relación con el alzhéimer

13/11/2025
Ataxia en personas mayores

Si cuidas a una persona mayor y notas que pierde coordinación o que camina con torpeza, te interesa conocer qué es la ataxia.

Y es que puede que estés viviendo los primeros signos de este trastorno neurológico, que altera el control del movimiento y que, en ocasiones, está vinculado con el alzhéimer.

En este artículo te ayudamos a reconocerlo: veremos qué es, sus tipos y causas más comunes.

También aprenderás las señales concretas de la ataxia en adultos mayores, en qué consiste el proceso diagnóstico y cuáles son las opciones de tratamiento y de manejo integral.

Así, podrás comprender mejor esta condición y cómo se relaciona con la demencia que padece tu ser querido.

¿Qué es la ataxia?

Movimientos torpes o inestables, temblor, falta de equilibrio… Son algunas de las manifestaciones de la ataxia, un trastorno neurológico que afecta a más de 13.000 personas en España y que guarda un estrecho vínculo con el alzhéimer.

Así, en personas con alzhéimer la ataxia se considera un síntoma más de la patología. En cambio, hasta 8.000 personas sufren de ataxia hereditaria en nuestro país, y en estos casos sí constituye una enfermedad en sí misma.

Ahora bien, ¿es lo mismo en ambos casos? Veamos una definición más completa y los tipos de ataxia que existen:

Definición y tipos de ataxia

La ataxia se define como un síntoma neurológico que consiste en una disminución de la capacidad de coordinar el movimiento.

Existen 3 tipos de ataxia según su origen anatómico:

  • Ataxia cerebelosa: es la forma más habitual en personas con demencia y afecta al cerebelo. Produce desequilibrio, marcha inestable, dismetría y disartria.
  • Ataxia sensitiva: se debe a lesiones en las vías propioceptivas, y se caracteriza por la pérdida de sensibilidad en los pies y las pierna, síntomas que generan inseguridad y torpeza al caminar. No está ligada a la demencia por alzhéimer, pues suele producirse a raíz de neuropatías periféricas, déficits de vitamina B12, diabetes y otras patologías.
  • Ataxia vestibular: afecta al sistema vestibular periférico (oído interno) o central (tronco encefálico), razón por la que suele manifestarse con episodios de vértigo, movimientos oculares incontrolados (nistagmo) y náuseas. Puede aparecer a cualquier edad.

Las causas por las que se producen suelen ser las que guían tanto el diagnóstico como el tratamiento más adecuado para cada persona.

Causas comunes de la ataxia

Las causas de la ataxia pueden ser tanto genéticas como adquiridas (enfermedades, envejecimiento, carencias nutricionales, entre otras):

  1. Lesiones cerebrales: originadas en accidentes cerebrovasculares, tumores cerebrales, hemorragias o intervenciones quirúrgicas. Pueden interrumpir la comunicación entre las células nerviosas y provocar ataxia.
  2. Trastornos genéticos: algunas personas heredan genes alterados que predisponen al desarrollo de ataxias espinocerebelosas tanto en la infancia como en la edad adulta.
  3. Infecciones: como encefalitis o meningitis, que pueden inflamar y dañar las regiones cerebrales implicadas en el control motor.
  4. Deficiencias vitamínicas: la falta prolongada de vitamina B12, E o B1 puede perjudicar las funciones del sistema nervioso y dar lugar a ataxia, sobre todo si la carencia no se detecta y trata a tiempo.
  5. Abuso crónico de alcohol: el consumo excesivo y mantenido de alcohol afecta de forma tóxica al cerebelo y causa la conocida como ataxia etílica, una de las formas adquiridas más frecuentes en adultos.
  6. Exposición a sustancias químicas tóxicas: ciertos metales pesados (como el plomo o el mercurio), disolventes industriales y medicamentos (como algunos anticonvulsivos) pueden causar daño neurológico y aparición de ataxia.

Las relacionadas con el envejecimiento, las enfermedades vasculares cerebrales y los procesos neurodegenerativos son las más comunes en mayores de 65 años y en quienes conviven con alzhéimer.

Ataxia en adultos mayores y su vínculo con la demencia

La ataxia en adultos mayores presenta características específicas que debes conocer para proporcionar el mejor cuidado.

Síntomas específicos en personas mayores

En especial, debe prestarse atención a cualquiera de estos cambio en la movilidad o la coordinación:

  • Marcha inestable: tendencia a caminar separando los pies, moviéndose de forma insegura o balanceándose de lado a lado. Este patrón, llamado marcha atáxica, aumenta el riesgo de caídas y lesiones.
  • Desequilibrios: problemas para mantener la estabilidad al estar de pie, al cambiar de dirección o al intentar levantarse de una silla. Esto ocurre aunque la fuerza muscular no se vea inicialmente afectada, y puede agravarse en espacios nuevos o poco iluminados.
  • Descoordinación: la falta de armonía entre los movimientos de brazos y piernas dificulta tareas diarias como abotonarse o comer con cubiertos. Puede notarse más en movimientos finos y delicados.
  • Temblores: suelen aparecer durante el movimiento voluntario, por ejemplo al intentar coger un objeto (temblor intencional), a diferencia de otros temblores que aparecen en reposo.
  • Dismetría: dificultad para calcular correctamente la distancia de los movimientos. Por ejemplo, al intentar alcanzar un vaso, la mano sobrepasa o no llega al objetivo; es un síntoma típico de ataxia cerebelosa.
  • Diadococinesia: incapacidad para realizar movimientos alternantes rápidos, como girar las palmas de las manos de arriba abajo repetidas veces.
  • Falta de precisión: puede observarse en actividades tan simples como firmar, vestirse o manipular objetos pequeños. El trazo suele ser irregular o errático.
  • Problemas de habla: la descoordinación muscular puede afectar a la musculatura relacionada con el habla, dando lugar a un lenguaje entrecortado, monótono o de ritmo irregular (disartria).
  • Mareos: la desconexión entre lo que perciben y el control real de su cuerpo produce una sensación de inestabilidad o vértigo que hace que no se puedan mantener de pie o caminar con seguridad.

Estos síntomas pueden preceder a enfermedades neurodegenerativas, aparecer con ellas o formar parte de su evolución clínica.

Por eso, es importante conocer su relación causal y el impacto que pueden tener en condiciones como el alzhéimer, como veremos en el siguiente apartado.

Relación entre ataxia y enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer

La ataxia, derivada del deterioro del cerebelo y sus conexiones, puede coexistir con enfermedades neurodegenerativas que afectan la corteza cerebral, como el alzhéimer.

Ambas comparten procesos de neurodegeneración progresiva, con pérdida de conexiones neuronales y muerte celular, que impactan tanto áreas específicas como las vías que comunican cerebelo y corteza.

Esto explica la presencia conjunta de síntomas motores y deterioro cognitivo, que se potencian mutuamente y dificultan el manejo clínico.

Síntomas y signos de la ataxia

Los síntomas de la ataxia van ligados a un control muscular deficiente, siendo los más comunes:

Problemas de coordinación y equilibrio

Los problemas de coordinación son el síntoma más prominente de la ataxia, y son especialmente visibles en tareas que requieren precisión, como escribir.

También, en la postura que adopta la persona para compensar sus dificultades de movimiento, que consiste en separar los pies para tener una base de sustentación amplia.

Esto ayuda a la persona a tener más equilibrio, sobre todo cuando quiere cambiar de posición o surge cualquier perturbación externa.

En general, los movimientos de la persona afectada son muy torpes e inestables.

Dificultades para hablar y tragar

En la ataxia, hay una descoordinación de los músculos responsables del habla que provoca que la persona no pueda controlar la pronunciación, el volumen, el tono y la respiración.

Por ello, el discurso del habla se percibe como discurso arrastrado, lento o demasiado suave, donde cada sílaba se pronuncia de manera separada e irregular.

Otro síntoma común es la dificultad para tragar (disfagia), que en adultos mayores incrementa el riesgo de atragantamiento e infecciones pulmonares.

Otros síntomas asociados

Además de los signos principales de ataxia que hemos visto, existen otros que también forman parte del cuadro clínico de esta alteración:

  • Movimientos oculares anormales: como visión doble, que dificultan la fijación visual y agravan la sensación de inestabilidad.
  • Debilidad muscular y aumento de la fatiga: sensación general de cansancio y debilidad progresiva, que limita la capacidad física y funcional.
  • Mayor gasto energético y pérdida de peso: aumento en el gasto calórico debido al esfuerzo extra que implica realizar movimientos.
  • Alteraciones del sueño: insomnio o movimientos anormales durante la noche, que afectan al descanso.
  • Cambios en el estado de ánimo y comportamiento: síntomas depresivos, ansiedad o irritabilidad.
  • Problemas vesicales y de control de esfínteres: dificultad para controlar la vejiga o el intestino.

Aunque menos frecuentes, reflejan cómo la ataxia afecta múltiples niveles del bienestar físico y subrayan la importancia de una evaluación clínica completa. A continuación, veremos cómo se lleva a cabo.

Diagnóstico de la ataxia

El proceso diagnóstico de la ataxia combina varias evaluaciones diagnósticas:

Pruebas clínicas y de imagen

El diagnóstico comienza con la valoración clínica profunda y se apoya en pruebas específicas para confirmar la ataxia y distinguir su origen:

  1. Anamnesis: entrevista clínica en la que el neurólogo recopila información detallada sobre la historia médica y los síntomas del paciente para orientar las pruebas diagnósticas.
  2. Estudios por imágenes: la resonancia magnética del cerebro puede mostrar la reducción del tamaño del cerebelo típica de las personas con ataxia y revelar otros factores no relacionados, como coágulos sanguíneos o tumores benignos.
  3. Análisis de sangre: ayudan a encontrar causas tratables de la ataxia, como deficiencias vitamínicas, trastornos metabólicos o marcadores de enfermedades autoinmunes.
  4. Pruebas genéticas se realizan para confirmar ciertas ataxias hereditarias por mutaciones en genes, como ATXN1, ATXN2, ATXN3 y FXN, las más frecuentes.

Estas pruebas permiten conformar un diagnóstico inicial, que luego se completa con una evaluación neurológica profunda.

Evaluación neurológica para distinguir de la demencia

La evaluación neurológica analiza el estado de las funciones motoras y cognitivas para determinar si la ataxia en adultos mayores está asociada a enfermedades neurodegenerativas o si se debe a otras causas.

Las pruebas que comprende esta evaluación incluyen:

  • Mini Examen Cognoscitivo (MEC o MMSE) para valorar funciones cognitivas globales.
  • Evaluaciones neuropsicológicas específicas para memoria, atención, lenguaje, funciones ejecutivas y percepción visual.
  • Prueba de Romberg para analizar equilibrio y coordinación.
  • Tests motores para medir coordinación, fuerza y reflejos.
  • Evaluación funcional de la marcha y el equilibrio.

La combinación de varias permite precisar el diagnóstico y orientar el plan terapéutico.

Tratamiento y manejo de la ataxia

Aunque muchas formas de ataxia no tienen cura definitiva, existen opciones de tratamiento que mejoran la calidad de vida:

Opciones terapéuticas y cuidados de soporte

Cuando la ataxia está causada por factores hereditarios o por enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, el tratamiento se centra en aliviar síntomas y mejorar funcionalidad.

Por ello, se combinan varias intervenciones adaptadas a la gravedad y características individuales:

  • Medicación para controlar síntomas específicos.
  • Uso de dispositivos de movilidad como andadores, bastones o muletas.
  • Modificaciones en el entorno físico del hogar para hacerlo más seguro.
  • Supervisión estrecha en actividades con riesgo, como la alimentación.
  • Terapias farmacológicas complementarias, como antidepresivos o ansiolíticos.
  • Asistencia fisioterapéutica básica para mantener la fuerza muscular.
  • Alimentación adaptada y soporte nutricional.

Además, para potenciar la recuperación se prescriben terapias rehabilitadoras y complementarias.

Rehabilitación y terapias complementarias

La rehabilitación, y en concreto las terapias relacionadas con la fisioterapia, buscan recuperar o conservar al máximo la autonomía a través de distintos ejercicios y técnicas:

  • Fortalecimiento muscular: se centra en aumentar la fuerza y resistencia de los músculos para prevenir la debilidad secundaria.
  • Reeducación del movimiento: a través de ejercicios específicos, se trabajan patrones motores más eficientes y estables.
  • Terapia ocupacional: se enfoca en adaptar las actividades de la vida diaria a las capacidades del paciente, enseñando técnicas para mantener la independencia.
  • Terapia del habla: ayuda a mantener o mejorar la comunicación y la alimentación segura, previniendo la desnutrición, el riesgo de aspiración y otras complicaciones.
  • Actividad aeróbica: ejercicios de bajo impacto para evitar el sedentarismo y mantener la salud cardiovascular.

El plan de rehabilitación debe ser individualizado y ajustarse a las necesidades de cada persona, identificadas en las fases iniciales del diagnóstico precoz. De ahí la importancia de este.

Importancia de la detección precoz en pacientes con alzhéimer y ataxia

Cuando el alzhéimer y la ataxia conviven, la detección precoz es todavía más importante para planificar un cuidado integral que no solo trate, sino que consiga mantener la calidad de vida del enfermo.

Mejorar la calidad de vida y manejo integral

Desde el momento en que se diagnostica, la ataxia en adultos mayores requiere de varias estrategias que contemplen aspectos médicos, psicológicos, físicos e incluso, nutricionales:

  • Terapia psicológica: para abordar emociones como la ansiedad, la depresión o la frustración que pueden surgir ante la pérdida progresiva de autonomía.
  • Asistencia nutricional: adaptar la alimentación para asegurar una ingesta adecuada, teniendo en cuenta posibles dificultades para tragar o el aumento del gasto energético.
  • Ejercicio adaptado: mediante programas supervisados que trabajen la movilidad y retrasen la discapacidad.
  • Establecer rutinas: mantener horarios regulares para las actividades cotidianas aporta seguridad y reduce la confusión, especialmente en personas con deterioro cognitivo asociado a la ataxia.
  • Escucha activa: proporcionar una comunicación abierta donde la persona pueda expresar sus temores, necesidades y experiencias.
  • Contacto social: mantener relaciones sociales y participar en actividades grupales evita el aislamiento y estimula las capacidades cognitivas y emocionales.
  • Apoyo profesional: contar con un equipo multidisciplinar (médicos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas y trabajadores sociales) asegura una atención integral y personalizada que acompaña tanto al paciente como a su familia en todas las áreas afectadas.

Recuerda que no estás solo en este proceso: existen grupos de apoyo y profesionales que pueden estar a tu lado y guiarte en cada paso del camino.

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Miryam Piqueras Bravo

Miryam Piqueras Bravo

Directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores.

Doctora en Medicina Familiar y Comunitaria, con más de 13 años de experiencia en atención primaria, medicina socio-sanitaria, supervisión y dirección médica.
Nº de Colegiada: 282858641.

La información facilitada por este medio no puede, en modo alguno, sustituir a un servicio de atención médica directa, así como tampoco debe utilizarse con el fin de establecer un diagnóstico, o elegir un tratamiento en casos particulares. En este servicio no se hará ninguna recomendación, explícita o implícita, sobre fármacos, técnicas, productos, etc... que se citarán únicamente con finalidad informativa. La utilización de este servicio se lleva a cabo bajo la exclusiva responsabilidad de los usuarios.

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