Neuropsicólogo: qué es, qué hace y cuándo acudir a uno

01/10/2025
Qué hace un neuropsicólogo

Cuando te enfrentas al diagnóstico de una enfermedad como el alzhéimer, es normal que te preguntes a quién acudir.

Entre los profesionales que estarán a tu lado en ese momento hay uno que destaca: el neuropsicólogo.

Una figura que comprende todos los cambios cognitivos y emocionales que experimenta tu ser querido y que, por ello, se convertirá en esencial durante todo el proceso de diagnóstico, tratamiento y seguimiento de la patología.

En este artículo descubrirás qué es exactamente un neuropsicólogo, cuáles son sus funciones específicas en casos de alzhéimer, y cómo reconocer las señales que indican que es necesario acudir a este especialista.

También encontrarás información práctica sobre el proceso de evaluación y las diferentes intervenciones que pueden ayudar a ralentizar el deterioro cognitivo.

¿Qué es un neuropsicólogo y cómo puede ayudarte?

Un neuropsicólogo es un profesional de la salud especializado en el estudio de las relaciones entre el cerebro y la conducta humana.

Su trabajo consiste en evaluar, diagnosticar y tratar las alteraciones cognitivas, emocionales y conductuales que pueden surgir como consecuencia de lesiones cerebrales, enfermedades neurológicas o trastornos del neurodesarrollo.

Para ello, se sirve de distintas técnicas derivadas de la psicología y la neurociencia, que le ayudan a determinar la influencia de las diferentes estructuras cerebrales en procesos mentales como la memoria, la atención, el lenguaje, las funciones ejecutivas y la percepción.

Conozcamos en detalle como son los procesos de evaluación, diagnóstico e intervención de un neuropsicólogo:

Evaluación neuropsicológica

La evaluación neuropsicológica consiste en analizar las distintas áreas cognitivas del paciente para identificar debilidades o carencias en funciones específicas, así como la presencia de trastornos cognitivos precoces o leves.

Así, mediante el uso de pruebas estandarizadas, entrevistas clínicas y observación directa, el neuropsicólogo examina aspectos tan variados como:

  • La capacidad intelectual general
  • Las habilidades visuoespaciales
  • El lenguaje
  • El aprendizaje y la memoria
  • El temperamento y la personalidad
  • La atención y concentración
  • El razonamiento
  • La resolución de problemas

Este análisis es la antesala a la realización de otras pruebas diagnósticas como electroencefalogramas, tomografías o resonancias magnéticas cuando existe sospecha de deterioro cognitivo o enfermedad neurodegenerativa.

Diagnóstico de trastornos cognitivos y emocionales

A partir de toda la información recabada en el análisis anterior, el neuropsicólogo puede distinguir si las alteraciones cognitivas son consecuencia de una condición neurológica, psiquiátrica o del desarrollo normal.

En muchos casos, los resultados la evaluación neuropsicológica revelarán cambios sutiles en el funcionamiento cognitivo que aún no son evidentes en la vida cotidiana, permitiendo detectar de manera temprana posibles patologías.

En otros, proporcionarán la suficiente evidencia para el diagnóstico de enfermedades en curso:

  • Alzhéimer
  • Demencias vasculares
  • Traumatismos craneoencefálicos
  • Accidentes cerebrovasculares
  • Trastornos del neurodesarrollo

El diagnóstico será fundamental, pues, para definir cuánto antes un tratamiento que permita ralentizar la aparición de síntomas o revertir la enfermedad, cuando esto sea posible.

Intervención y rehabilitación neuropsicológica

Una vez realizado el diagnóstico, el neuropsicólogo diseña programas de intervención personalizados que se adaptan a las necesidades específicas de cada persona.

Normalmente, el tratamiento se apoya en estos tres pilares:

  • Rehabilitación cognitiva: comprende ejercicios específicos para estimular funciones como la memoria, atención o funciones ejecutivas, entrenamiento en estrategias compensatorias y reentrenamiento funcional para actividades de la vida diaria.
  • Intervención emocional y conductual: se centra en la regulación emocional, manejo de la frustración y estrategias para lidiar con cambios en la personalidad o comportamiento.
  • Entrenamiento en habilidades sociales: ayuda a recuperar habilidades de comunicación y relación interpersonal, abordando problemas como impulsividad o dificultades para interpretar señales sociales.

Los resultados suelen comenzar a observarse entre las 4 y 12 semanas de tratamiento, aunque el tiempo varía según la severidad del caso y la constancia en la aplicación de las estrategias aprendidas.

Diferencias entre neuropsicólogo, psicólogo y neurólogo

En el tratamiento de las afecciones cerebrales suelen colaborar varios perfiles profesionales, entre ellos el neuropsicólogo, el psicólogo y el neurólogo.

Pero, ¿qué los diferencia?

  • Neurólogo: es un médico especializado en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades del sistema nervioso central y periférico. Utiliza herramientas como resonancias magnéticas, electroencefalogramas y estudios de conducción nerviosa para identificar la causa subyacente de los síntomas neurológicos y proporcionar tratamiento farmacológico o quirúrgico.
  • Psicólogo: se centra en la evaluación, diagnóstico y tratamiento de problemas emocionales, de comportamiento y salud mental. Trata condiciones como depresión, ansiedad, trastornos de personalidad y otros problemas conductuales. No prescribe medicación, sino que utiliza técnicas psicológicas y psicoterapéuticas.
  • Neuropsicólogo: combina elementos de ambas disciplinas anteriores, focalizándose específicamente en la relación entre el cerebro y la conducta. Su trabajo se centra en evaluar y tratar las consecuencias cognitivas y emocionales de alteraciones cerebrales. Los neuropsicólogos utilizan herramientas especializadas para evaluar funciones cognitivas y desarrollar programas de rehabilitación, pero no pueden prescribir medicamentos.

Por lo tanto, la principal diferencia radica en el enfoque: mientras que los psicólogos se centran más en las emociones y el neuropsicólogo en los trastornos neuroconductuales y procesos cognitivos, el neurólogo aborda los aspectos médicos de las enfermedades neurológicas.

¿Cuándo acudir a un neuropsicólogo? Casos más comunes

La consulta con un neuropsicólogo está indicada en diversas situaciones que afectan el funcionamiento cognitivo, emocional o conductual. Estas son las más comunes:

  • Enfermedades neurológicas: cuando se ha diagnosticado una enfermedad que afecta al sistema nervioso central, como demencias, esclerosis múltiple, epilepsia, tumores cerebrales o enfermedades neurodegenerativas.
  • Daño cerebral adquirido: después de traumatismos craneoencefálicos, accidentes cerebrovasculares, anoxia cerebral o cirugías cerebrales, la evaluación neuropsicológica permite conocer el alcance de las secuelas y establecer un plan de rehabilitación.
  • Trastornos del neurodesarrollo: en niños y adolescentes con sospecha de TDAH, trastornos del espectro autista, dificultades de aprendizaje o discapacidad intelectual.
  • Cambios cognitivos relacionados con la edad: cuando se observan problemas de memoria, atención o rendimiento cognitivo que pueden indicar el inicio de un deterioro cognitivo leve o demencia.
  • Síntomas neuropsicológicos sin diagnóstico claro: ante dificultades de concentración, problemas de memoria, cambios de personalidad o alteraciones emocionales que interfieren con la vida diaria.

En el día a día, las señales que motivan la visita al neuropsicólogo suelen ser los problemas de atención y memoria, la dificultad creciente para organizarse y planificar tareas cotidianas, o bien una irritabilidad constante y comportamientos agresivos inusuales.

¿Qué hace un neuropsicólogo en casos de alzhéimer?

La enfermedad de alzhéimer es uno de los casos más comunes a los que se enfrentan los neuropsicólogos, desde las fases más tempranas hasta las etapas avanzadas.

De hecho, este profesional interviene tanto para el diagnóstico precoz como para el diseño de estrategias de intervención que mejoren la calidad de vida del paciente y su familia.

Veámoslo:

Evaluación neuropsicológica para detectar deterioro cognitivo

Antes de que los síntomas sean muy evidentes, el alzhéimer no es diagnosticable mediante el uso de pruebas médicas, pero sí mediante la evaluación neuropsicológica.

Una vez recabada información sobre el historial médico, antecedentes familiares, funcionamiento previo a la enfermedad y la sintomatología actual, el neuropsicólogo procede con la evaluación formal.

En ella, examina los distintos dominios cognitivos del paciente para determinar la fase de la enfermedad:

  • Orientación temporo-espacial
  • Atención y concentración
  • Memoria verbal y visual
  • Habilidades visoconstructivas
  • Habilidades visoperceptivas
  • Praxias y funciones ejecutivas
  • Lenguaje

El objetivo es identificar precozmente cualquier alteración o pérdida en las funciones mentales para facilitar un diagnóstico más preciso.

Diagnóstico precoz del alzhéimer y otros tipos de demencia

El tipo de valoración que realiza el neuropsicólogo es vital para el diagnóstico precoz de la enfermedad, pues comprende aspectos que pasan desapercibidos en una evaluación clínica rutinaria.

Además, es imprescindible para discriminar si las alteraciones cognitivas corresponden a un trastorno neurodegenerativo como el alzhéimer, una demencia vascular, o si se trata de un trastorno psiquiátrico como depresión o ansiedad.

Por eso, para cada una de estas posibilidades se establecen criterios diagnósticos distintos:

  • Alzhéimer: principalmente, los establecidos por NINCDS-ADRDA y DSM-IV/DSM-5, que establecen que se requiere demencia confirmada por examen clínico, documentada mediante pruebas como el Mini-Mental State y corroborada por evaluación neuropsicológica.
  • Demencia vascular: se evalúan específicamente las alteraciones en funciones ejecutivas, velocidad de procesamiento y atención, junto con evidencia de patología cerebrovascular.
  • Trastornos psiquiátricos: el neuropsicólogo analiza el patrón de alteraciones cognitivas, que suelen ser más variables y reversibles que en las demencias neurodegenerativas.

Por tanto, la pauta diagnóstica actual para el alzhéimer exige la realización de la evaluación neuropsicológica, además de la evaluación clínica y otros estudios.

Intervención para frenar el avance del deterioro cognitivo

Una vez establecido el diagnóstico, el neuropsicólogo diseña y ejecuta programas de intervención neuropsicológica personalizados que persiguen dos objetivos principales:

  1. Disminuir la progresión del deterioro en el funcionamiento cognitivo
  2. Mantener la función cognitiva durante el mayor tiempo posible.

Así, la intervención neuropsicológica en el alzhéimer incluye diferentes técnicas:

  • Estimulación cognitiva: actividades dirigidas a estimular y mantener las capacidades cognitivas, trabajando específicamente memoria, atención, lenguaje, funciones ejecutivas y orientación.
  • Rehabilitación cognitiva: proceso dirigido a rehabilitar, frenar o mejorar el deterioro cognitivo producido por la enfermedad, teniendo en cuenta aspectos individuales como la edad, el tipo de personalidad y las necesidades específicas del paciente.
  • Orientación a la realidad: técnicas que ayudan a mantener la orientación temporal, espacial y personal.
  • Terapia de reminiscencia: aprovecha los recuerdos conservados para estimular la memoria y mantener la identidad personal.
  • Estrategias de sustitución y compensación: consisten en enseñar al paciente y su familia técnicas alternativas para realizar tareas cotidianas cuando las funciones cognitivas ya no pueden restaurarse, para así mantener la autonomía del enfermo el mayor tiempo posible.

Estas técnicas son más eficaces cuando se realizan en fases iniciales de la demencia, ya que permiten ralentizar el deterioro y ayudar al paciente a mantener su calidad de vida durante más tiempo.

Además, la intensidad y tipo de intervención se ajusta según la progresión de los síntomas, a menudo combinándose tanto con tratamientos farmacológicos como con otras terapias no farmacológicas.

Señales para acudir al neuropsicólogo ante posibles síntomas de alzhéimer

El alzhéimer es uno de los principales motivos de consulta en neuropsicología. Pero, ¿cómo distinguir sus señales?

Los principales síntomas inequívocos son los cambios en la memoria, el lenguaje o la atención, así como las alteraciones en el comportamiento o las emociones:

Cambios en la memoria, el lenguaje o la atención

Una de las señales más características del alzhéimer son los problemas para recordar información reciente, y que se traduce en:

  • Olvido de conversaciones, citas o eventos importantes.
  • Necesidad creciente de recordatorios externos.
  • Repetición de las mismas preguntas.

Lo que sitúa estos eventos fuera de la normalidad es que están marcados por una clara desorientación espacial y temporal: la persona no recuerda el lugar y tiempo concretos en el que ocurrieron.

Esta pérdida de conciencia del tiempo y el espacio va acompañada de dificultades en el lenguaje, como no encontrar palabras específicas. Poco a poco, la persona adopta un lenguaje más simple y repetitivo, con menor variedad de vocabulario.

Por último, los apuros para dividir la atención entre diferentes actividades o bien la tendencia a distraerse fácilmente, también son un claro indicativo de progresión de la enfermedad de alzhéimer.

Alteraciones en el comportamiento o en las emociones

Los síntomas relacionados con trastornos del estado de ánimo son muy comunes en las personas afectadas por esta patología: ansiedad, tensión, irritabilidad, apatía, tristeza, pérdida de energía, aislamiento social….

La apatía es particularmente común, manifestándose como disminución de la iniciativa y motivación, tendencia a no querer hacer nada, y pérdida de interés por actividades que antes resultaban placenteras.

Paradójicamente, los problemas emocionales tienden a disminuir a medida que avanza la enfermedad y aumenta el deterioro cognitivo.

La explicación es sencilla: en la fase leve, los pacientes son conscientes de sus déficits cognitivos y esto les ocasiona un gran sufrimiento.

Conforme avanza la enfermedad se va perdiendo esta autoconciencia y, con ella, la personalidad genuina de la persona.

En el 70% de los casos, el cambio en la manera de ser es visible desde las fases iniciales, y va acompañado de una mayor labilidad emocional.

De aquí también la necesidad de una evaluación neuropsicológica temprana, pues tanto los pacientes como las familias requieren de estrategias para afrontar los desafíos que plantea esta enfermedad.

Si te encuentras en esta situación, recuerda que puedes (y debes) hablar con familiares, amigos o profesionales sobre lo que sientes.

Desde Sanitas aconsejamos participar en grupos de apoyo para cuidadores, pues te ayuda a normalizar tus emociones y a aprender estrategias de otros.

Consulta nuestros otros consejos para afrontar el cuidado de una persona con alzhéimer, y aprende a cuidar bien. Nosotros también te acompañamos.

Miryam Piqueras Bravo

Miryam Piqueras Bravo

Directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores.

Doctora en Medicina Familiar y Comunitaria, con más de 13 años de experiencia en atención primaria, medicina socio-sanitaria, supervisión y dirección médica.
Nº de Colegiada: 282858641.

La información facilitada por este medio no puede, en modo alguno, sustituir a un servicio de atención médica directa, así como tampoco debe utilizarse con el fin de establecer un diagnóstico, o elegir un tratamiento en casos particulares. En este servicio no se hará ninguna recomendación, explícita o implícita, sobre fármacos, técnicas, productos, etc... que se citarán únicamente con finalidad informativa. La utilización de este servicio se lleva a cabo bajo la exclusiva responsabilidad de los usuarios.

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