Qué es la demencia vascular
La demencia implica un deterioro de la función cerebral que afecta a la memoria, el lenguaje, el comportamiento y la función cognitiva en general. En el caso de la denominada demencia vascular, este cuadro clínico se produce como consecuencia de una sucesión de pequeños infartos cerebrales (ictus) que generalmente no producen síntomas y pasan desapercibidos (aunque no siempre es así), pero que causan lesiones cerebrales que tienen un efecto acumulativo y que acaban por afectar a la función cognitiva.
La demencia vascular es la segunda causa más importante de demencia, después de la enfermedad de Alzheimer, en personas de más de 65 años y afecta más a hombres que a mujeres.
Causas de la demencia vascular
La causa de un accidente vascular, o accidente cerebrovascular (ACV), puede variar dependiendo del tipo de evento, pero en general, se puede dividir en dos categorías principales:
1. Accidente cerebrovascular isquémico
Este es el tipo más común de ACV y ocurre cuando el suministro de sangre al cerebro se ve interrumpido debido a un bloqueo en una arteria. Las causas principales incluyen:
- Trombosis cerebral: Formación de un coágulo de sangre dentro de una arteria que suministra sangre al cerebro. Esto a menudo ocurre debido a la aterosclerosis, donde se acumula placa en las paredes arteriales.
- Embolia cerebral: Un coágulo o partícula (como grasa, aire o un fragmento de placa) se desprende de otra parte del cuerpo, generalmente del corazón, y viaja hasta una arteria cerebral, bloqueando el flujo sanguíneo.
2. Accidente cerebrovascular hemorrágico
Este tipo de ACV ocurre cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe y causa sangrado en el cerebro. Las causas principales incluyen:
- Hipertensión arterial no controlada: La presión arterial alta puede debilitar las paredes de las arterias, lo que lleva a la rotura de los vasos sanguíneos.
- Aneurismas: Protuberancias en las paredes de las arterias que pueden romperse, provocando hemorragias.
- Malformaciones arteriovenosas (MAV): Anomalías en la conexión entre las arterias y las venas que pueden romperse.
Al igual que para todas las enfermedades cardiovasculares existen una serie de factores de riesgo que predisponen a sufrir demencia vascular: diabetes, hipertensión arterial, tabaquismo, obesidad, hipercolesterolemia, arterioesclerosis, etc.
Evaluación y diagnóstico de la demencia vascular
El diagnóstico de la demencia vascular es un proceso integral que requiere la combinación de evaluaciones clínicas y técnicas de imagen avanzadas. Inicialmente, se realiza una evaluación clínica exhaustiva que incluye una historia médica completa y una evaluación neuropsicológica detallada para identificar el grado de deterioro cognitivo.
A continuación, se utilizan técnicas de imagen como la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) para detectar lesiones cerebrales, como infartos o cambios isquémicos, que son característicos de esta condición. Es fundamental diferenciar la demencia vascular de otras formas de demencia, como la enfermedad de Alzheimer, mediante la observación de los patrones de síntomas y los resultados de las pruebas. Un diagnóstico preciso permite la implementación de estrategias terapéuticas adecuadas para mejorar la calidad de vida del paciente y ralentizar la progresión de la enfermedad.
El manejo de la demencia vascular también incluye la identificación y el control de factores de riesgo cardiovascular, como hipertensión, diabetes y colesterol alto, que pueden contribuir a la progresión de la enfermedad. La intervención temprana y el control riguroso de estos factores pueden ayudar a prevenir futuros eventos cerebrovasculares, lo que es crucial para minimizar el impacto adicional en la función cognitiva del paciente.
Además, un enfoque multidisciplinario que incluya a neurólogos, cardiólogos y otros profesionales de la salud es esencial para proporcionar una atención integral y personalizada.
¿Cuáles son los síntomas de la demencia vascular
Los síntomas de la demencia vascular aparecen gradualmente en la medida en que se van produciendo los microinfartos cerebrales:
- Dificultad a la hora de recordar nombres de personas y objetos familiares.
- Problemas para realizar tareas que antes resultaban sencillas.
- Deterioro del sentido de la orientación que lleva a perderse en rutas habituales.
- Extraviar cosas.
- Perder el interés por cosas que antes le interesaban.
- Alteraciones del comportamiento.
- Pérdida de habilidades sociales.
En la medida en que la demencia vascular progresa estos síntomas no solo se hacen más evidentes, sino que se agravan e interfieren en las capacidades del paciente incluso para cuidarse:
- Olvidar cosas que acaban de ocurrir (memoria inmediata).
- Alteración de los patrones de sueño.
- Problemas para realizar tareas básicas (comer, lavarse, etc.)
- Delirios y alucinaciones sensitivas.
- Depresión.
-
Agresividad.
- No saber reconocer el peligro.
- Problemas de lenguaje (oraciones confusas, pronunciación incorrecta, etc.).
Tratamiento de la demencia vascular
No hay tratamiento posible para la demencia vascular, puesto que las lesiones cerebrales ocasionadas por los microinfartos son irreversibles. No obstante, sí es posible prevenir su agravamiento evitando nuevos accidentes cerebrovasculares mediante la corrección de los factores de riesgo ya mencionados, sea con medidas dietéticas, medicamentos específicos, abandonando el tabaco y practicando ejercicio de forma habitual.
Asimismo, se puede recurrir a fármacos que permitan controlar algunos síntomas, tales como los trastornos del comportamiento, la agresividad, los episodios depresivos, la agitación, las alteraciones del sueño, etc.
Pero eso no es todo, la rehabilitación de los pacientes con demencia ha sufrido una gran evolución, pues se ha visto que la rehabilitación cognitiva, unida al tratamiento farmacológico, ayuda a mejorar la calidad de vida de pacientes con demencia. Además, en los últimos años se está demostrando los beneficios de combinar ambos tratamientos con rehabilitación física.
Una vez instaurada la demencia, la rehabilitación motora y del lenguaje, junto con algún tipo de terapia conductual, pueden conseguir una mejoría sintomática y una mejor calidad de vida para el paciente.
Por ello, en los centros de Sanitas, al contar con un equipo multidisciplinar (médico, enfermería, fisioterapeutas, psicólogos y terapeutas ocupacionales), ofrecemos conjuntamente estas 3 terapias. Tras reunirse el equipo, se decide lo mejor para cada residente y cada caso.
La rehabilitación física es sencilla y consiste en tener activo al residente realizando ejercicios activos o pasivos, según la afectación de la demencia.
En cuanto a la rehabilitación cognitiva, psicólogo y terapeuta realizan un papel fundamental con terapias no farmacológicas como: musicoterapia, terapia con animales, aromaterapia, neurorrehabilitación y estimulación cognitiva, fisioterapia digital y salas inmersivas, una tecnología con múltiples beneficios muy utilizada en residentes con demencia.