Anomia en el lenguaje: qué es y causas neurológicas

02/10/2025
Anomia en el lenguaje

¿Has notado cambios en la manera de expresarse de un ser querido? Puede que durante vuestras conversaciones su hablar sea más vago y que, incluso, esté lleno de pausas.

Podrías estar ante la aparición de la anomía, un trastorno del lenguaje muy común y uno de los primeros signos detectables de deterioro cognitivo.

Si fuera así, la ausencia de palabras no puede considerarse un simple olvido, sino una alteración neurológica que es necesario diagnosticar y tratar.

Para ayudarte, en este artículo encontrarás toda la información que necesitas para comprender qué es la anomia, sus tipos y causas.

Te resultará útil para reconocer mejor los síntomas en el día a día y para buscar apoyo profesional con mayor conocimiento y confianza.

¿Qué es la anomia y cómo afecta al lenguaje?

La anomia se define como la dificultad persistente para recuperar palabras conocidas, pese a que la persona comprende su significado y reconoces los objetos, los rostros o las situaciones.

A veces, tan solo necesita unos segundos para rememorar el término exacto; otras, el ser consciente de esta complicación genera frustración y bloqueo.

La principal consecuencia de la anomia es que merma la fluidez de las conversaciones en el día a día. Los signos más visibles de la anomia suelen ser:

  • Pausas de varios segundos en mitad de la frase.
  • Uso de términos vagos («esto», «cosa») o gestos que intentan suplir la palabra perdida.
  • Menor riqueza léxica y, poco a poco, reducción de la participación social.

Por lo tanto, no estamos hablando del olvido puntual de una palabra, sino de una condición clínica que puede ir asociada a daño neurológico o envejecimiento patológico.

En el lenguaje médico también se denomina afasia anómica o afasia amnésica, pues es considerada una variedad de afasia.

Tipos de anomia: léxica, semántica y fonológica

Existen varios tipos de anomia en función de qué componente del procesamiento del lenguaje se ve comprometido: si es el acceso al nombre (léxico), el significado (semántico), o la estructura sonora (fonológica):

  • Anomia léxica o pura: se reconoce el objeto y su concepto, pero no puede acceder a la etiqueta verbal que lo nombra. Las personas intentan describir el objeto («lo que se usa para cortar») o se frustran al quedarse en blanco. Es la más común en alzhéimer inicial.
  • Anomia semántica: en ella se pierde o se confunde el significado de las palabras; la persona puede llamar «gato» a un perro porque la categoría se ha mezclado. Es típica de algunas demencias frontotemporales.
  • Anomia fonológica: aquí, se producen sustituciones de fonemas o sílabas que llevan a la persona a pronunciar mal las palabras a pesar de conocerlas y asociarlas al significado correcto (por ejemplo, «caleza» por «cabeza»). Puede presentarse tras lesiones cerebrales o en el contexto de afasias específicas.

Como todos los tipos de anomia están asociadas a áreas cerebrales concretas, el proceso de diagnóstico y tratamiento requiere de la colaboración estrecha del neurólogo y del logopeda.

Anomia y neurología: causas principales y enfermedades asociadas

Los especialistas en neurología y neuropsicología coinciden: la anomia rara vez se presenta de manera aislada.

Está relacionada, casi siempre, con una disfunción cerebral que puede tener múltiples causas subyacentes.

Entre ellas, una enfermedad neurodegenerativa, una lesión vascular o un daño cerebral adquirido:

Anomia en enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer, ELA)

Las enfermedades neurodegenerativas provocan la pérdida progresiva de neuronas en zonas del cerebro imprescindibles para el lenguaje. Así es visible la anomia en el alzhéimer y en la demencia frontotemporal con ELA asociada:

  • Alzhéimer: la anomia suele ser uno de los primeros síntomas detectables. Al principio se pierde la capacidad de nombrar objetos cotidianos y personas (anomia léxica); con el tiempo, se extiende a conceptos más abstractos (anomia semántica).
  • ELA asociada a demencia frontotemporal (ELA-FTD): en el contexto de la ELA, la anomia provoca dificultad para acceder tanto al nombre como al significado de las palabras (mezcla de anomia léxica y semántica). También se presentan frases cortas y una evidente pérdida de fluidez.

En estos casos neurodegenerativos, la recuperación completa de la anomia es limitada debido a la naturaleza progresiva de estas enfermedades.

Lesiones cerebrales, traumatismos y ACV

Los accidentes cerebrovasculares (ACV), los traumatismos craneoencefálicos y ciertos tumores cerebrales pueden causar anomia de aparición brusca, dependiendo del área afectada:

  • Accidente cerebrovascular (ACV) y traumatismo: la localización concreta del daño condiciona el tipo de anomia. La anomia léxica se relaciona con traumas en el temporal posterior, y la anomia fonológica con accidentes en el parietal inferior/área de Broca. La persona no recuerda ni puede pronunciar nombres de objetos o personas, también a la hora de construir frases completas.
  • Tumores o lesiones cerebrales: cuando se localizan en los lóbulos frontales o temporales, pueden provocar anomia junto con otros trastornos del lenguaje. Los tumores en el lóbulo temporal pueden generar alteraciones del lenguaje o de la memoria, así como alteraciones emocionales y de la conducta. La anomia asociada a tumores puede ser temporal si el tumor es benigno y operable, o permanente si existe daño irreversible del tejido cerebral.

Si la naturaleza de la lesión o el accidente lo permite, la rehabilitación neurológica en fase subaguda (dentro de las primeras semanas) puede ayudar a revertir la anomia o a recuperar gran parte de la función del lenguaje perdida.

Anomia en trastornos del desarrollo y daño cerebral adquirido

Los trastornos específicos del lenguaje y el daño cerebral adquirido durante la infancia también pueden cursar con anomia persistente.

Se detecta cuando el niño o la niña señala objetos antes que pronunciar sus nombres, o bien sustituye «pelota» por «eso redondo que bota».

Esta anomia infantil suele deberse a lesiones en el hemisferio izquierdo, aunque según la etapa de desarrollo, el hemisferio derecho puede asumir funciones de compensación.

En cuanto al daño cerebral adquirido, se trata de lesiones derivadas de traumatismos, infecciones, tumores o anoxia cerebral.

En estos casos, la anomia forma parte de un conjunto más amplio de alteraciones cognitivas, como déficits de aprendizaje y memoria, alteraciones atencionales y alteraciones del pensamiento formal.

En ambas situaciones, el pronóstico de recuperación depende de factores como la edad en el momento de la lesión, la localización y extensión del daño, y la rapidez en recibir tratamiento especializado (rehabilitación neurológica infantil).

Síntomas de la anomia y cómo detectarlos en el habla cotidiana

La anomia puede detectarse de manera muy precoz si se presta atención a sus señales tempranas. A continuación, describimos en detalle las más comunes:

Dificultad para encontrar palabras concretas

Este síntoma se manifiesta como pausas prolongadas en mitad de la conversación mientras la persona busca mentalmente el término exacto.

Un ejemplo típico es cuando la persona reconoce perfectamente una tijera, sabe para qué sirve, pero no consigue acceder a la palabra «tijeras».

Esta dificultad se intensifica bajo presión comunicativa o en situaciones sociales, donde la persona puede experimentar bloqueos más frecuentes y evidentes.

Uso de circunloquios o descripciones en lugar de nombres

Los circunloquios no dejan de ser una estrategia compensatoria donde la persona utiliza varias palabras para expresar algo que habría podido decir con una sola.

Un ejemplo sería cuando alguien dice «la cosa que sirve para escribir con tinta azul» en lugar de «bolígrafo», o «el lugar donde guardamos la ropa» en vez de «armario».

Es decir: la persona puede describir minuciosamente las características físicas, la función o el contexto de uso de un objeto, pero no consigue nombrarlo.

Este fenómeno se presenta, sobre todo, en las fases iniciales de enfermedades neurodegenerativas, donde la persona mantiene intacta su capacidad de descripción y su conocimiento conceptual, pero pierde el acceso directo al léxico específico.

La demostración de esto es que los circunloquios pueden llegar a ser muy elaborados y precisos, lo que deja patente que el problema reside exclusivamente en la recuperación de la etiqueta verbal.

Cambios en la fluidez verbal y frustración al comunicarse

En la anomia, la fluidez verbal se pierde para dar paso al habla entrecortada con pausas frecuentes y un tiempo de respuesta muy prolongado.

En situaciones cotidianas, esto se observa cuando la persona inicia una frase con normalidad, pero se detiene abruptamente al no encontrar una palabra clave para expresar lo que quiere.

Esto suele generar silencios incómodos con los interlocutores y mucha frustración en la persona cuando es consciente de sus dificultades, pero no puede superarlas.

Los cambios en la fluidez varían según el tipo de anomia: en la semántica, las pausas se acompañan de sustituciones erróneas dentro de la misma categoría, mientras que en la fonológica se observan intentos fallidos de articulación con aproximaciones erróneas al sonido correcto.

En todos los casos, la espontaneidad del discurso se ve comprometida y la comunicación exige un gran esfuerzo cognitivo por parte de la persona afectada por la patología.

Test de anomia: evaluación del lenguaje en neurología

El diagnóstico es importantísimo para frenar o, al menos, estabilizar el deterioro del habla. Así, para confirmar la anomia y diferenciar su tipo se combinan exploración clínica y evaluaciones neuropsicológicas, así como pruebas de imagen en algunos casos:

Pruebas clínicas para detectar anomia

Las pruebas clínicas son evaluaciones estandarizadas diseñadas para medir las capacidades de denominación y acceso léxico.

Su objetivo principal es identificar el tipo de anomia presente y determinar la severidad del déficit mediante tareas controladas que evalúan diferentes aspectos del procesamiento del lenguaje.

Las más utilizadas son:

  • Boston Naming Test (BNT): presenta 60 láminas de objetos progresivamente infrecuentes, desde elementos cotidianos como «casa» hasta objetos menos comunes como «ábaco». El paciente dispone de 20 segundos por lámina para nombrar el objeto mostrado, y puede recibir claves semánticas («sirve para escribir») o fonológicas («em-») si no consigue denominarlo espontáneamente. La puntuación considera tanto respuestas correctas inmediatas como aquellas logradas tras las claves.
  • Versión breve del BNT (15 láminas): esta versión reducida conserva los ítems más discriminativos del test original para hacer su realización menos pesada cuando se examina a personas mayores de 65 años.
  • Pyramids and Palm Trees: evalúa si el paciente comprende las asociaciones de significado entre palabras o imágenes para diferenciar una anomia de tipo semántico de una léxica. Por ejemplo: se le presentan tres imágenes, una de una bicicleta, una de un coche y una de un caballo. La tarea consiste en identificar qué dos están relacionadas semánticamente. La respuesta correcta sería bicicleta y coche, ya que ambos son medios de transporte modernos, en contraposición al caballo, que, aunque puede utilizarse para desplazarse, se trata de un animal. Así, se pone a prueba si el paciente accede realmente al significado profundo de los conceptos y no solo al nombre.
  • Token Test: utiliza 20 fichas de diferentes formas, colores y tamaños, donde el paciente debe seguir órdenes verbales cada vez más complejas. Por ejemplo, instrucciones como «toque el círculo rojo» o «coloque el rectángulo amarillo encima del círculo azul». Permite detectar alteraciones sutiles de comprensión que podrían influir en las tareas de denominación, diferenciando si los errores se deben a problemas de acceso léxico o a dificultades de comprensión subyacentes.

Evaluaciones neuropsicológicas más comunes

Las evaluaciones neuropsicológicas proporcionan un análisis integral de las capacidades cognitivas y sirven para determinar si la anomia es un síntoma aislado o forma parte de un síndrome más amplio. Comúnmente se utilizan:

  • Pruebas de fluidez semántica: el paciente debe nombrar el mayor número de elementos de una categoría específica (animales, frutas) en 60 segundos. Esta tarea evalúa tanto el acceso al léxico como la organización semántica y las funciones ejecutivas.
  • Pruebas de fluidez fonológica: requiere generar palabras que comiencen por una letra específica en tiempo limitado. Evalúa la capacidad de acceso léxico basado en claves fonológicas y la flexibilidad mental.
  • Repetición de pseudo-palabras: mide la integridad de la ruta fonológica del lenguaje. Permite identificar si las dificultades de denominación se acompañan de problemas en el procesamiento fonológico más básico.
  • Comprensión de verbos y sustantivos: evalúa si existen diferencias categoriales en el procesamiento léxico, ya que algunos tipos de anomia afectan más a una categoría gramatical específica.
  • Pruebas de imagen cerebral: se utilizan cuando se sospecha una causa estructural subyacente. La resonancia magnética funcional (RMF) y la tomografía por emisión de positrones (PET) pueden identificar las áreas cerebrales afectadas y guiar el diseño del tratamiento.

Papel del logopeda y del neuropsicólogo en el diagnóstico

El logopeda y el neuropsicólogo trabajan de forma complementaria para lograr un diagnóstico preciso de la anomia:

  • El logopeda realiza un análisis detallado de todos los componentes del lenguaje (fonológico, semántico, sintáctico y pragmático) para detectar los tipos de error producidos y con qué tipo de anomia se corresponden, así como su grado de severidad.
  • El neuropsicólogo, por su parte, tiene el objetivo de determinar si la anomia forma parte de un síndrome más amplio o constituye un déficit específico. Para ello va a llevar a cabo su propio análisis neuropsicológico, que abarca funciones ejecutivas, memoria, atención y procesamiento visuoespacial.

Gracias a esta evaluación conjunta, tanto la persona afectada como su familia pueden comprender el alcance real de la dificultad y el pronóstico posible.

Y, lo más importante, les capacita para tomar decisiones y buscar información sobre los apoyos, terapias y recursos disponibles.

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Miryam Piqueras Bravo

Miryam Piqueras Bravo

Directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores.

Doctora en Medicina Familiar y Comunitaria, con más de 13 años de experiencia en atención primaria, medicina socio-sanitaria, supervisión y dirección médica.
Nº de Colegiada: 282858641.

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