La artrosis es la enfermedad reumática más frecuente entre las personas mayores, aunque también puede producir a edades más tempranas. Esta patología afecta a las articulaciones y es consecuencia de un proceso degenerativo del cartílago que recubre los huesos y que en condiciones normales evita que estos entren en contacto con el movimiento o absorbe el impacto de los golpes que recibe la articulación.
Si el cartílago pierde sus propiedades y el tejido que lo conforma se degenera, a veces hasta el punto de desaparecer, los huesos pueden llegar a rozar entre sí produciendo dolor. También el líquido sinovial que nutre el cartílago puede ver reducida su viscosidad, que es lo que permite que el cartílago se mantenga hidratado y elástico, al tiempo que lubrica la articulación para que realice sus movimientos sin problemas. Este proceso degenerativo hace que en ocasiones el hueso responda a la nueva situación creciendo en su parte lateral (osteofito), apareciendo nódulos claramente perceptibles que inducen la deformación característica de la articulación, reduciendo su movilidad.
Por último, el proceso de desarrollo de la artrosis conlleva la eliminación de los restos de cartílago por parte del propio organismo, lo que aumenta aun más la respuesta inflamatoria, aumentando la hinchazón de la articulación y el dolor, los dos síntomas más relevantes de esta patología.
La artrosis puede afectar a cualquier articulación, aunque las localizaciones más frecuentes son manos, rodillas, caderas y columna vertebral. Puede ser primaria, sin que se conozca la causa que la origina, o secundaria, si es consecuencia de una enfermedad específica o de un traumatismo.
Síntomas de la artrosis
Los síntomas más frecuentes son los siguientes:
- Dolor: al inicio del proceso de la enfermedad aparece al mover la articulación y se produce al rozar los huesos que une la articulación al haber perdido el cartílago su función amortiguadora. Pero cuando ya se encuentra en fase avanzada el dolor se produce incluso estando en reposo.
- Chasquidos: se producen al mover la articulación tras un periodo de descanso y se debe al roce de los extremos de los huesos.
- Deformación: el hueso responde a la ausencia de cartílago creciente por su zona lateral, de tal manera que la articulación se hace más grande y ancha, apreciándose una clara deformación y la presencia de nódulos.
- Inflamación y edemas: es frecuente que la articulación se inflame y que se produzca la acumulación de líquidos (edema) en torno a ella.
Factores de riesgo de la artrosis
Hay factores que hacen que aumente la susceptibilidad de una persona a sufrir artrosis:
- Envejecimiento.
- Antecedentes familiares.
- Ser mujer (después de la menopausia).
- Ser obeso.
- Haber desarrollado una actividad deportiva de impacto.
- Traumatismos previos.
Tratamiento de la artrosis
La artrosis no se cura, por lo que el tratamiento se centra en reducir o liminar el dolor y la inflamación, por lo que se utilizan analgésicos y antiinflamatorios, junto a un protector gástrico. Sin embargo, atendiendo a los criterios establecidos en la escalera del dolor elaborada por la Organización Mundial de la salud (OMS), en la medida en que estos medicamentos pierdan su efectividad habrá que recurrir primero a los opiáceos menores (codeína o tramadol) y más adelante a los opiáceos más potentes , como el fentanilo o la morfina.
En la actualidad también se puede recurrir a una inyección de ácido hialurónico en la articulación, ya que tiene una consistencia similar a la del líquido sinovial y puede ayudar a mantener la necesaria hidratación del cartílago, al tiempo que reduce las posibilidades de contacto entre los huesos. En última instancia, queda la opción de la cirugía.
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