Mover a los pacientes con problemas de movilidad, ya sea porque están encamados o no tienen fuerza suficiente para moverse de forma adecuada, es un hecho esencial para evitar posibles complicaciones como el tromboembolismo, la trombosis venosa profunda, la atrofia muscular, la aparición de escaras, etc.
Pero no es menos importante saber cómo hacerlo, empezando por cuáles son las posturas que se debe adoptar para movilizar o incorporar al enfermo. Por ejemplo, para levantarlo del sillón hay que situarse delante de él, con los pies separados, las rodillas dobladas en contacto con las suyas y la espalda recta e inclinada hacia delante. Asimismo, hay que bloquear los pies mientras se tira de él pasando los brazos por debajo de las axilas hasta que esté completamente incorporado.
En la cama
Es frecuente que los pacientes mayores que llevan mucho tiempo en cama no puedan girar por sí mismos, lo que deben hacer cada cierto tiempo. Para ello hay que colocarse en el lado hacia el que se va a realizar el giro, doblarle las rodillas con los pies sobre la cama, para luego ladearlas en la dirección del giro. Posteriormente, se le entrelazan las manos para alzarlas y tirar de los brazos facilitando el movimiento lateral del tronco, para acabar con el desplazamiento de los brazos y la cabeza en la misma dirección (hay que indicar al paciente que mire sus manos).
Si el paciente tiene algo de movilidad podrá levantarse de la cama para llevarle hasta un sillón en el que pueda permanecer sentado. Ellos pueden mover las piernas hasta el borde la cama e incorporarse lentamente apoyándose sobre el codo o la palma de la mano hasta quedar sentados sobre ella. No obstante, se le puede ayudar a realizar estos movimientos, ofreciéndole la seguridad de que no se va a caer. Una vez sentado, hay que colocarse frente a él con las rodillas flexionadas y pegadas a las suyas, bloqueando con los pies los suyos. Luego se pasan los brazos por debajo de sus axilas empujando hacia arriba para ayudarle a ponerse completamente de pie.
También es importante que cuando se sienten en su sillón mantengan una postura adecuada: toda la espalda debe estar en contacto con el respaldo, distribuyendo el peso equilibradamente sobre las caderas. Las piernas deben estar flexionadas en ángulo recto y los pies apoyarse completamente en el suelo. De ahí la importancia de que el sillón reúna las condiciones adecuadas para ello, incluyendo reposabrazos, respaldo alto que abarque toda la espalda, asiento firme pero no duro y altura suficiente para que los pies no queden en el aire y puedan apoyarse completamente en el suelo.