Las personas mayores son el grupo de población de los países desarrollados con mayor riesgo de sufrir malnutrición o desnutrición, especialmente cuando se encuentran ingresados en hospitales y residencias de larga estancia.
Una buena nutrición es fundamental para que las personas mayores mantengan su calidad de vida y se mantengan vitales y funcionales. Sin embargo, la desnutrición se asocia a un incremento del riesgo de morbilidad y mortalidad, por lo que su detección precoz resulta esencial para prevenir la aparición de enfermedades.
En este sentido, la pérdida de peso continuada es el principal signo que debe inducir la malnutrición en ancianos, por ello, es necesario pesarla y tallarla de forma periódica con el fin de poder disponer de datos comparativos. Pero también es importante, y de forma más específica cuando la persona está institucionalizada, llevar un registro de todo lo que come y disponer de una historia clínica completa.
Signos físicos a causa de la malnutrición en ancianos
Una detenida exploración física permite reconocer determinados síntomas de malnutrición en ancianos:
Pérdida de masa muscular
La malnutrición puede provocar una disminución notable de la masa muscular, lo que se traduce en debilidad y fatiga.
Pérdida de la grasa subcutánea
La capa de grasa debajo de la piel se reduce, haciendo que la piel se vea arrugada y con los huesos más marcados.
Signos de deshidratación
La deshidratación es una complicación común de la malnutrición. Se caracteriza por boca seca y pegajosa, sed intensa, orina escasa y oscura, mareos, aturdimiento y confusión, y piel seca y arrugada.
Edemas periféricos
La hinchazón en piernas, pies, tobillos o manos, conocida como edemas periféricos, es causada por la acumulación de líquidos debido a la deficiencia de proteínas en la sangre.
Patologías óseas
La malnutrición prolongada puede afectar la densidad ósea, aumentando el riesgo de osteoporosis y fracturas. En casos severos, puede observarse cifosis, una curvatura anormal de la columna vertebral hacia adelante. Esta deformidad se debe al debilitamiento de los huesos y puede causar dolor e implicaciones respiratorias.
Además, la deficiencia de diferentes nutrientes pueden reflejarse con otros síntomas que afecten a la piel, las mucosas, el sistema nervioso, la vista y otros órganos.
En la actualidad se ha establecido un protocolo de valoración nutricional que se aplica a las personas mayores que ingresan en una residencia de larga estancia o en un hospital y que también puede ser aplicado en el domicilio del paciente por personal de enfermería cualificado.
Causas de malnutrición en ancianos
Problemas dentales
La pérdida de dientes, las enfermedades de las encías o las dificultades para masticar pueden dificultar la ingesta de ciertos alimentos, lo que lleva a una dieta menos variada y nutritiva.
Disfagia
La debilidad muscular en la boca y la garganta, causada por el envejecimiento o enfermedades neurológicas como el ictus, la demencia o el Parkinson, puede dificultar la deglución y aumentar el riesgo de atragantamiento.
Náuseas, vómitos y diarrea
Estos síntomas, causados por infecciones, enfermedades crónicas o efectos secundarios de medicamentos, pueden reducir la ingesta de alimentos y provocar deshidratación y desnutrición.
Infecciones
Las infecciones agudas o crónicas pueden aumentar las necesidades nutricionales del organismo y dificultar la absorción de nutrientes, lo que aumenta el riesgo de desnutrición.
Intervenciones para prevenir la malnutrición en ancianos
Es crucial identificar y abordar los factores de riesgo que predisponen a la malnutrición en ancianos. Además de los síntomas físicos visibles, es esencial considerar otros aspectos que influyen en su estado nutricional.
Evaluación gastrointestinal y metabólica
Evaluar la capacidad del sistema gastrointestinal para digerir y absorber nutrientes es fundamental. Problemas como la malabsorción pueden complicar la obtención de nutrientes esenciales.
Monitoreo de la ingesta y suplementación
Llevar un registro detallado de la ingesta dietética y considerar suplementos nutricionales aseguran que se cubran las necesidades específicas de cada individuo, mejorando su calidad de vida y reduciendo el riesgo de complicaciones por desnutrición.