Son muchos los especialistas que recomiendan llevar a los bebés a la piscina, no tanto para enseñarles a nadar, sino para que se acostumbren a disfrutar del agua y se preparen para el aprendizaje de la natación. Algunos lo llaman matronatación, porque se practica con la madre o el padre y favorece el desarrollo del bebé en diferentes aspectos: físico, motor, cognitivo, sensorial y social. Además, aumenta su apetito, potencia la capacidad para respirar y favorece la expulsión de la mucosidad en caso de que tenga congestión nasal.
Hay que tener en cuenta que los bebés nacen con lo que se denomina corte glótico, que es un mecanismo fundamental mientras están en el útero materno ya que hace que la glotis se cierre cuando están sumergidos para evitar que entre líquido en las vías respiratorias. Este mecanismo aún permanece activo hasta los 6-9 meses de vida, por lo que, siempre de forma controlada, se pueden sumergir bajo el agua sin riesgo de que traguen agua. La realización de ejercicios de inmersión prolongará el tiempo en que se mantiene la función del corte glótico:
- Al meterlo en el agua estando sentado en el bordillo, realizar una pequeña inmersión con él.
- Si se está en el agua, se le sujeta por las axilas y se practica una inmersión conjunta o alterna tras contar hasta tres.
- En piscinas de poca profundidad se puede sumergir un objeto para que el niño lo coja sumergiéndose en el agua. Ello favorecerá también la psicomotricidad y estimulará su agudeza visual y el sentido del tacto.
Los ejercicios en el agua siempre deben plantearse como un juego, en el que el bebé debe disfrutar. Si llora no hay que forzarle, sino animarle para que poco a poco coja confianza. Para ello se le cogerá en brazos apoyando su cabeza sobre el hombro y se entrará en el agua progresivamente hasta que sólo quede la cabeza sobre ella. Luego se caminará lentamente, se podrá dar algún saltito o hacer algún giro, pero siempre hablando con él y avisándole de ello con la cuenta de tres. Cuando haya adquirido seguridad y se le vea disfrutar en el agua será el momento de pasar a realizar otros ejercicios en los que él tenga más independencia de movimientos:
- Tumbarle boca arriba sobre los dos brazos en paralelo, manteniéndole sobre la superficie del agua y moviéndole lentamente hacia un lado y otro. Así se acostumbrará a la sensación de flotar.
- Cuando así sea se pasará a sujetarle por las axilas y dejar que flote o valerse de una tabla o un churro para apoyar en ellos su cabeza, de modo que el resto de su cuerpo se mantenga a flote.
- Se aplicará la misma técnica para realizar desplazamientos a lo largo de la piscina.
- Este mismo proceso se seguirá poniendo el bebé boca abajo. En este caso la tabla o el churro se colocarán bajo la tripita, de modo que los brazos queden libres para poder coger algún objeto que se le ponga a cierta distancia. Estos ejercicios fortalecerán su columna y el torso, además de mejorar su tono cervical.
- También se le puede coger de las manos estando boca abajo y realizar desplazamientos lentos animándole a que de pataditas en el agua.
- Que lleve objetos de un lado a otro de la piscina. Colocamos una tabla delante del niño, la cogerá con las manos y al mismo tiempo llevaremos el objeto en cuestión hacia el otro lado.
