La estomatitis herpética está causada por el virus del herpes simple, presente de manera permanente en el organismo de muchas personas desde la más tierna infancia. Tanto es así, que se trata de un problema frecuente entre los más pequeños, causándoles, irritación, inflamación y dolor que resultan en la aparición de ampollas en la mucosa oral, pudiendo afectar a los labios (incluida su parte interior), la lengua, el interior de las mejillas e incluso el suelo y el techo de la boca.
La infección se puede adquirir de forma sencilla, por ejemplo, al comer o beber utilizando los mismos utensilios previamente usados por una persona que tiene un brote activo de estomatitis herpética, o cuando ésta besa al niño, etc. Pero en la mayoría de los casos es casi imposible identificar ni cómo ni en qué momento se ha producido el contagio.
La cuestión es que estos niños tendrán a lo largo de su vida episodios recurrentes de estomatitis, que se producirán especialmente en las épocas de frío (otoño e invierno), por lo que debe consultarse con el pediatra cuando se produce el primer episodio.
Síntomas
En la mayoría de los casos, la estomatitis herpética se traduce en episodios leves, en los que los que las ampollas, las consecuentes ulceraciones y la costra que posteriormente se desarrolla se mantienen durante periodos de aproximadamente diez días. A veces coinciden con episodios de fiebre, debilidad, náuseas y escalofríos.
Sin embargo, en este tipo de estomatitis ocasionalmente pueden surgir complicaciones que, como es el caso de la inflamación de la lengua y de la garganta, podrían dificultar la función respiratoria. En el caso de los niños, además, las ampollas y el dolor que causan éstas pueden llevar al niño a rechazar la comida, pues sienten molestias tanto al masticar como al deglutir.
Tratamiento
La identificación del herpes simple como causa de la estomatitis infantil puede resultar útil en relación con el tratamiento, especialmente en previsión de futuros episodios, con el fin de actuar lo antes posible. De hecho los medicamentos antiherpéticos de uso tópico pueden resultar eficaces, aunque sólo si se aplican en la fase inicial, antes de que se formen las llagas, es decir, cuando se sienten las primeras molestias y únicamente se ha producido el enrojecimiento de la mucosa.
Cuando las ampollas ya están presentes no serán de utilidad y será necesario recurrir a otros medicamentos que ayuden a aliviar el dolor y la irritación, como antiinflamatorios no esteroideos. Si el episodio se manifiesta con fiebre alta es importante ir a la consulta del pediatra para evitar un posible cuadro de deshidratación, que, de producirse, podría hacer necesaria la hospitalización del niño para rehidratarlo.
Cuando los brotes son recurrentes y se manifiestan de forma crónica cabe la posibilidad de que el pediatra prescriba un tratamiento continuo para reducir tanto el número de episodios como la gravedad de los mismos.