En los cuatro primeros meses madre e hijo aprenden a conocerse, aunque en el primero de ellos la actividad del bebé es muy similar a la que tenía en el útero. Nada más nacer el bebé se mueve poco, duerme casi todo el día, aunque se despierta y llora cuando tiene hambre, sus manos suelen estar cerradas y las piernas y los brazos flexionados. No tiene fuerza en el cuello, por lo que no puede mantener la cabeza erguida. Le molesta la luz fuerte y cierra los ojos cuando se le expone a ella.
En lo que respecta a sus sentidos, es capaz de distinguir los cuatro sabores básicos y tiene preferencia por el dulce. A la semana de nacer puede reconocer la voz y el olor de la madre y responde a su presencia y a la del padre con contracciones del cuerpo y de la cara. Sin embargo, se sobresalta con facilidad y rompe a llorar ante los ruidos fuertes o cuando se enciende una luz intensa. Es conveniente atenderle cada vez que llora y calmarle acunándole o cogiéndole en brazos y hablándole con voz suave.
Cumplido el primer mes comienza a desarrollar el sentido de la vista. Es capaz de ver cualquier objeto situado a menos de 25 centímetros, por lo que es el momento de ponerle un juguete móvil en la cuna. Responde a la voz de la madre y aprende a mirarla. Esboza sus primeras sonrisas y emite sonidos guturales. Se expresa con el cuerpo y su cuello muestra los primeros signos de fortalecimiento. Para estimularle conviene hablarle, cantarle o ponerle música suave, mejor si es la que la madre ha escuchado durante el embarazo. También es bueno que la madre le mire a los ojos mientras le amamanta.
En el tercer mes su cabeza ya se sostiene un rato mientras está sentado. Lo observa todo con atención especialmente lo de colores vivos. Y sigue con la mirada los movimientos de objetos y personas. Sonríe cuando se le habla y agita piernas y brazos cuando algo le gusta. Deja de moverse cuando reconoce la voz de alguien y emite sonidos guturales. Responde a estímulos como las carantoñas, las muecas y las risas y trata de imitar los gestos de quien juega con él.
En el cuarto mes puede sostenerse con los brazos cuando está boca abajo y es capaz de girarse cuando está de lado. Su cuello ya se ha fortalecido y no se tambalea cuando está sentado o se le coge en brazos. Al contrario, lo gira para observar lo que hay a su alrededor. Sonríe a todos los que se le acercan y balbucea alegremente cuando está solo, igual que cuando se le habla.
Sigue con la mirada cualquier objeto que se le ponga delante, especialmente si emite sonidos, lo hace con sus manos, alas que mira muy a menudo. Al cumplirse los cuatro primeros meses es importante comprobar que sigue los movimientos con los ojos, pues en caso contrario habrá que consultar con el pediatra, al igual que en el caso de que no sonría o no se sostenga la cabeza. Pero el pediatra lo comprobará todo en cada revisión.