Desde su nacimiento el bebé tiene necesidad de relacionarse con el mundo exterior para desarrollar su capacidad sensorial, su desarrollo físico, su coordinación de movimientos, su inteligencia y sus emociones. Y jugar con él es la mejor manera de estimular su aprendizaje. De hecho, se ha constatado que los niños que han aprendido a jugar de forma adecuada desarrollan con mayor rapidez el lenguaje, ganan mejor peso y tono muscular, duermen más tranquilos, son activos cuando están despiertos, lloran menos y son más receptivos. Por eso es importante jugar con el bebé todos los días.
En los primeros días hay que aprovechar el poco tiempo que el bebé está despierto para jugar con él. Los juegos se concentrarán fundamentalmente en el ejercicio de la vista y el oído. Los ojos, de hecho, constituyen el inicio de su socialización y el mejor estímulo es ayudarle a concentrar su mirada. Esto se logra poniendo el rostro a unos 20 centímetros de su cara para que se fije en los ojos o poniendo la mano a esta distancia abriendo y cerrando los dedos. También hay que hablarle. Él reconoce enseguida la voz de la madre, pero tiene que aprender a hacerlo también con la del padre o sus hermanos.
Lo cierto es que los sonidos son una referencia importante, no solo la voz de sus padres, sino la música, las risas, sus propios balbuceos. Cuando no se está junto a él, una manera de hacerlo es grabar todos estos sonidos en un CD y ponérselo.
El contacto físico es otra manera de estimularlo mediante el juego, bien acunándole, lo que le ayuda a mejorar su respiración, o bien mediante masajes suaves en todo el cuerpo. También le gustará estar sobre el abdomen de los padres, escuchando el latido del corazón.
Transcurrido el primer mes el estímulo del juego debe enfocarse a desarrollar su capacidad de percepción y su coordinación de movimientos. De este modo se activará su curiosidad, que es la base del desarrollo de su inteligencia. Hay muchos juegos que pueden cumplir con este objetivo. Uno de ellos es ponerle boca abajo sobre una pelota de playa ligeramente deshinchada y moverla adelante y atrás, a los lados y en círculos.
También se le puede coger con una mano en el cuello y otra en el final de la espalda y, sin que esté en contacto con el cuerpo, moverle suavemente de un lado a otro. Encender y apagar una luz tenue a poca distancia de sus ojos le ayudará a lograr la acomodación del ojo.
Otra de las fuentes de aprendizaje del bebé es la imitación. Se empieza con gestos, muecas, abrir y cerrar la boca, sacar la lengua. Y conforme pasa el tiempo habrá que acomodar estos juegos a las respuestas que se producen en el bebé, ampliando el abanico de gestos, con palabras cortas, etc.