El cólico del lactante se caracteriza por un llanto del bebé, que se produce sin causa aparente y de forma prácticamente inconsolable, cuya duración puede ser de minutos o incluso horas. Aunque puede darse en cualquier momento del día, lo más frecuente es que se produzca al atardecer o por la noche, de ahí que también se le conozca como cólico vespertino.
Es un problema que afecta al 5-19% de los lactantes de menos de cuatro meses, pues a partir de esta edad desaparece por sí solo. No se conocen sus causas, si bien se cree que se puede deber a la inmadurez del aparato digestivo del bebé y que hay otros aspectos que pueden influir, como el hecho de que trague aire durante la tomas, que tenga intolerancia a la leche de vaca (incluso a la que toma la madre si le da el pecho) o que tenga estreñimiento.
A parte de por el llanto se puede reconocer por que la tripa se tensa, encoge y estira las piernas a causa del dolor o, al tacto o al oído, se perciben con claridad el sonido propio de movimiento de gases en su abdomen.
No hay un tratamiento eficaz contra el cólico del lactante, aunque sí algunas recomendaciones. Si se le está dando el pecho hay que asegurarse de que el bebé coge bien el pezón y no traga aire al succionar. También hay que mantener la puntualidad en las tomas con el fin de que no llore y, como consecuencia, acumule gases. La madre deberá evitar la leche de vaca, bebidas gaseosas, café, té y alimentos o medicamentos generadores de gases.
Es conveniente dejar a un lado el uso de infusiones, especialmente del anís estrellado. Por un lado, las infusiones pueden reducir la cantidad de leche que ingiera el bebé. Por otro un uso excesivo de este tipo de planta puede generar intoxicaciones graves y es fácil que la desesperación que puede generar el hecho de que el niño no se calme con nada lleve a los padres a un abuso de este tipo de recurso.