De tal palo tal astilla: la herencia dietética materna Las investigaciones demuestran la importancia del papel de los padres (sobre todo de las madres) al transmitir a sus hijos (y sobre todo a sus hijas) buenos hábitos alimentarios.
Si en el hogar se adopta una postura saludablemente equilibrada con respecto a la dieta, se estará forjando la actitud de los hijos de cara a la alimentación para el resto de su vida, y cuanto más joven sea el niño o la niña, mejor, ya que éste comienza a absorber las enseñanzas de los padres desde los primeros años.
Es patente la tendencia, especialmente acusada en las niñas, de imitar a la madre, no sólo en la ropa o los productos de belleza, sino en todas sus posturas y reacciones en lo relativo a la alimentación.
Un estudio reciente muestra que son muchos más los casos de niñas que de niños en edad preescolar con problemas de peso, cuyas madres padecen problemas de exceso de peso.
Y resulta innegable que las obsesiones ligadas a la comida y las dietas se transmiten de una generación femenina a otra.
Cada vez más gente se rinde a la evidencia de que el historial dietético de las madres se transforma en el futuro dietético de sus hijas y, de hecho, este nexo apenas si sorprende a los estudiosos del comportamiento humano.
El Dr. Andrew Hill, conferenciante veterano en la materia de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, subraya la importancia de que los adultos que rodean a los niños sean conscientes de que estos últimos adoptan sus actitudes y su comportamiento, ya se trate de principios políticos y morales, o de ideas sobre la salud y la nutrición.
No siempre resulta fácil darse cuenta de cómo se transmiten las ideas sobre la comida, ya que gran parte de la influencia puede ser pasiva. Puede ser algo tan inocente como un simple comentario de la madre sobre el grosor de sus muslos o el hecho de comer un plato diferente al de los demás miembros de la familia.
Sobre todo las niñas observan, escuchan y aprenden a poner en práctica cuanto han visto y oído, para remodelar las partes del cuerpo con las que están insatisfechas.
En otros casos, la influencia es mucho más directa y no se reduce forzosamente a la materna. Los miembros de la familia, en general, desean que las niñas sean atractivas y "monísimas", lo que a menudo es un sinónimo eufemístico de "delgadas". Esto podría dejar en la niña una huella profunda.
También los medios de comunicación y la sociedad desempeñan un papel importante, al ejercer cada vez mayor presión, tanto en las mujeres como en las niñas, que han de lucir un aspecto adecuado, estar delgadas y conservar las formas de moda.
El lado positivo es que, procedan de donde procedan estos mensajes, ya sea activamente en el hogar o pasivamente, de las revistas o la televisión, reconocer su existencia concede a los padres -costumbres, actividad física y hábitos de comida- y sobre todo al estilo materno, la oportunidad de adoptar la postura oportuna al respecto.