La demencia es el deterioro progresivo de las funciones del cerebro: la memoria, el razonamiento, la comprensión y la capacidad de aprendizaje. La demencia puede surgir a cualquier edad, pero la mayoría de los enfermos son personas mayores. Aunque, no todas las personas mayores sufren de demencia. Con la edad, las personas van perdiendo memoria a corto plazo y sus capacidades para aprender se hacen más lentas. Si el deterioro cognitivo es grave y empeora con el tiempo -las tareas cotidianas cada vez son más difíciles de realizar y se olvida todo-, es probable que sea una demencia. La demencia, habitualmente, es irreversible.
Diagnóstico de demencia
Un diagnóstico de demencia debe ser realizado siempre por profesionales especializados que sepan descartar la ocurrencia de otras enfermedades.
Para hacer un diagnóstico preciso sobre la demencia es necesario realizar una evaluación médica y neuropsicológica. Se evalúa si la persona padece un deterioro cognitivo y su grado, una vez confirmado es necesario encontrar la causa para poder establecer el tratamiento más adecuado.
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Historia clínica mayor: se realizará una valoración geriátrica integral del paciente:
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Biomédica: exploración física completa, estado nutricional, evaluación dolor, nutricional, calidad del sueño, …
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Neuropsicológica: cognitiva, estado afectivo y conductas.
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Funcional: equilibrio, marcha, realización de actividades cotidianas y balance articular y muscular.
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Social: necesidades de apoyo, orientación, etc.
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Test: es importante la aplicación de pruebas neuropsicológicas para valorar las funciones cerebrales, como:
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MEC: test de cribaje de demencia, también se puede utilizar para hacer un seguimiento de la evolución de la demencia.
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Pfeiffer: test de rápida valoración o de cribaje del deterioro cognitivo.
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Test del Reloj: prueba fácil de utilizar y aplicar, que ofrece información sobre la percepción visual, la coordinación visomotora, la capacidad visuoconstructiva y de planificación de ejecución motora, permite evaluar la actividad de diferentes funciones como el lenguaje, las funciones visoespaciales y la memoria a corto plazo entre otras.
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Fluencia Semántica o test de Blessed: permite la evaluación de las capacidades de desarrollar las actividades cotidianas.
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Escalas de depresión y de ansiedad específicas, trastornos psicológicos y/o conductuales asociados.
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Escalas para evaluar las actividades de la vida diaria como el Barthel.
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Pruebas clínicas: es necesario obtener conclusiones a través de pruebas clínicas como una analítica y pruebas de neuroimagen adaptadas a las necesidades:
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Tomografía Computerizada – TAC
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Resonancia Magnética Nuclear – RMN
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Tomografía por emisión de positrones - PET
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Tomografía Computarizada de Emisión Monofotónica - SPECT
Para el diagnóstico y manejo de la enfermedad es importante la colaboración multidisciplinar de los diferentes profesionales, así como buscar la causa de los trastornos conductuales que puedan aparecer.
Criterios generales para el diagnóstico de la demencia
Los trastornos mentales son un problema grave en las sociedades de hoy en día, para poder evaluar y diagnosticar de forma correcta las enfermedades mentales existen unos criterios de clasificación que permiten confirmar el diagnostico y determinar el grado de severidad de la demencia. Existen dos criterios de clasificación el CIE-10, establecido por la OMS (Organización Mundial de la Salud), y el DSM-IV, establecido por la APA (Asociación Psiquiátrica Americana).
Según el CIE-10 los criterios para clasificar la demencia son:
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Deterioro de memoria que afecta a la capacidad para registrar, almacenar y recuperar nueva información.
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Déficit de otras habilidades cognoscitivas, consistente en deterioro en el juicio y en el pensamiento tales como la planificación y la organización y en el procesamiento general de la información.
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Interferencia en la actividad cotidiana.
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Deben ser objetivables y no basarse solamente en quejas subjetivas. Para ello, debe obtenerse información de terceras personas y recurrir a test neuropsicológicos.
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Debe existir conciencia del entorno (ausencia de obnubilación de conciencia).
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Para que el diagnóstico sea seguro, los síntomas de la demencia deben haberse presentado al menos durante seis meses. Si el periodo transcurrido desde el inicio de la enfermedad es más corto, el diagnóstico solo puede ser provisional.
Según el DSM-IV, los criterios de clasificación de la demencia son:
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Deterioro de memoria (aprendizaje y evocación libre y facilitada).
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Al menos una de las siguientes alteraciones cognitivas.
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Afasia: pérdida del habla a consecuencia de desorden cerebral.
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Apraxia: incapacidad de ejecutar movimientos coordinados complejos, sin que exista lesión motora o sensorial.
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Agnosia: pérdida de la capacidad de transformar sensaciones simples en percepciones, por lo que el individuo no reconoce las personas u objetos.
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Producidas en grado suficiente para interferir en la vida social o laboral, siempre respecto al nivel funcional previo y estos déficits no se presentan en el contexto de un delirio.
La relevancia del correcto diagnóstico de la demencia se basa, a nivel clínico, en el estudio etiológico, la decisión y tratamiento terapéutico y el soporte de la figura del cuidador principal y la familia. A nivel legal, pone de manifiesto la incapacitación legal o la valoración de la capacidad para la toma de decisiones.