Las enfermedades pulmonares son una de las principales causas de complicaciones de salud en la tercera edad. Con el envejecimiento, los pulmones pierden elasticidad y la función respiratoria se reduce de forma progresiva. Este cambio natural puede facilitar la aparición de patologías respiratorias que, si no se detectan y tratan a tiempo, pueden afectar de forma grave a la calidad de vida. En esta guía abordamos los tipos más comunes de enfermedades del pulmón, sus síntomas y los tratamientos disponibles.
¿Qué son las enfermedades pulmonares?
Las enfermedades en los pulmones son afecciones que alteran el correcto funcionamiento del aparato respiratorio, impidiendo que el oxígeno llegue adecuadamente al cuerpo o que el dióxido de carbono se elimine de forma eficiente. Estas patologías pueden afectar a los bronquios, los alvéolos, el tejido pulmonar o la pleura, y su origen puede ser infeccioso, inflamatorio, degenerativo o incluso genético.
En los adultos mayores, las enfermedades del pulmón requieren una atención especial, ya que pueden estar asociadas a otras condiciones crónicas como la diabetes, la insuficiencia cardíaca o la obesidad.
Tipos de enfermedades del pulmón
Existen diversas patologías pulmonares que pueden afectar a las personas mayores. Conocer sus diferencias permite identificarlas a tiempo y buscar el tratamiento adecuado.
Enfermedades obstructivas (EPOC, asma)
Las más frecuentes son las enfermedades pulmonares obstructivas, como la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) y el asma. Ambas dificultan el paso del aire por los bronquios, provocando sensación de ahogo, tos y fatiga.
La EPOC suele estar relacionada con el tabaquismo y es progresiva. El asma, aunque más común en jóvenes, también puede manifestarse o agravarse en la vejez. Ambas pueden controlarse con medicación y medidas preventivas.
Enfermedades restrictivas
En estas patologías, la capacidad pulmonar total está reducida. Esto puede deberse a alteraciones en la caja torácica, enfermedades neuromusculares o rigidez del tejido pulmonar. Se respira menos volumen de aire, lo que provoca falta de oxígeno y sensación de debilidad generalizada.
En muchos casos, las enfermedades pulmonares restrictivas están relacionadas con procesos inflamatorios o cicatrizales del pulmón, y requieren seguimiento especializado.
Infecciones pulmonares (neumonía, tuberculosis)
Las infecciones pulmonares son especialmente peligrosas en ancianos. La neumonía es una de las enfermedades del pulmón mortales más frecuentes en la tercera edad, sobre todo cuando existen otras patologías de base.
La tuberculosis, aunque menos común, sigue estando presente en ciertos colectivos vulnerables. Ambas infecciones requieren diagnóstico rápido y tratamiento antibiótico específico, y pueden prevenirse en parte con vacunas como la antigripal o la antineumocócica.
Enfermedades pulmonares intersticiales
Afectan al tejido que rodea los alvéolos y dificultan el intercambio gaseoso. Pueden tener múltiples causas: medicamentos, exposición a tóxicos, enfermedades autoinmunes o sin causa aparente (como la fibrosis pulmonar idiopática). Su progresión suele ser lenta, pero pueden llegar a comprometer gravemente la respiración.
Síntomas comunes de las enfermedades pulmonares
Los signos de alerta pueden variar según la enfermedad, pero existen síntomas compartidos que deben hacernos sospechar de un problema respiratorio.
Tos persistente y dificultad para respirar
Una tos que dura semanas o empeora con el tiempo puede indicar una alteración en los pulmones. Además, es importante prestar atención a la dificultad para respirar al realizar esfuerzos leves o incluso en reposo.
Estos síntomas suelen pasar desapercibidos al principio, pero no deben ignorarse, especialmente si van en aumento o se acompañan de fatiga.
Dolor torácico y fatiga
El dolor en el pecho, sobre todo si se intensifica al respirar profundo o al toser, puede estar relacionado con procesos infecciosos o inflamatorios. La fatiga constante o la incapacidad para realizar tareas habituales también pueden ser consecuencia de una función pulmonar comprometida.
Otros signos de alerta
Pérdida de peso sin causa aparente, cambios en la voz, coloración azulada de labios o dedos, y fiebre persistente son otros síntomas que deben motivar una consulta médica. En algunos casos, puede observarse expectoración con sangre o mucosidad espesa.
Diagnóstico y pruebas para enfermedades pulmonares
Detectar a tiempo las enfermedades pulmonares mejora notablemente el pronóstico. Existen diversas pruebas que permiten evaluar el estado del sistema respiratorio.
Radiografías y tomografías
Las imágenes del tórax son herramientas fundamentales para visualizar anomalías en los pulmones, como zonas de inflamación, acumulación de líquido, masas o fibrosis. La tomografía axial computarizada (TAC) ofrece mayor detalle que la radiografía convencional.
Pruebas de función pulmonar
La espirometría es la más utilizada. Mide la cantidad de aire que una persona puede expulsar y la velocidad con la que lo hace. Es clave para diagnosticar EPOC o asma. Asimismo, existen otras pruebas que valoran la capacidad pulmonar total o la oxigenación de la sangre.
Análisis de laboratorio
Incluyen análisis de sangre, cultivos de esputo o pruebas específicas para detectar infecciones. En algunos casos se puede recurrir a biopsias pulmonares si se sospechan enfermedades intersticiales o tumorales.
Tratamientos disponibles para enfermedades pulmonares
El tratamiento depende del tipo de patología, su gravedad y el estado general del paciente. En ancianos, el objetivo es mejorar la calidad de vida, reducir los síntomas y prevenir complicaciones.
Medicamentos y terapias respiratorias
Incluyen broncodilatadores, corticoides inhalados o antibióticos, según la causa. En casos más avanzados, puede ser necesario el uso de oxigenoterapia. Además, son útiles los ejercicios de fisioterapia respiratoria y técnicas para mejorar la ventilación.
Cambios en el estilo de vida y prevención
Evitar el tabaco, realizar ejercicio moderado, seguir una dieta equilibrada y mantener una buena hidratación son medidas básicas para mejorar la función pulmonar. La vacunación contra la gripe y el neumococo también forma parte de la prevención de enfermedades pulmonares en mayores.
Algunos buenos hábitos son:
- No fumar ni exponerse al humo
- Evitar ambientes contaminados
- Seguir los tratamientos prescritos
- Consultar ante cualquier síntoma persistente
Intervenciones quirúrgicas y avances médicos
En casos puntuales puede requerirse cirugía (por ejemplo, para extirpar nódulos o tratar colapsos pulmonares). Los nuevos tratamientos biológicos o la medicina personalizada también están empezando a ofrecer alternativas para ciertos perfiles de pacientes.
En Sanitas trabajamos con equipos profesionales que acompañan a las personas mayores en la gestión de su salud respiratoria. Si tienes dudas o quieres más información sobre nuestros servicios de atención especializada, ponte en contacto con nosotros.