Qué es la pérdida de memoria repentina en adultos mayores

01/10/2025
Pérdida repentina memoria

La pérdida de memoria repentina en adultos es un fenómeno desconcertante tanto para la persona que lo sufre como para las de su entorno. Y es que, en pocos minutos, apenas recuerdas lo que acabas de hacer o decir.

Cuando esto sucede, es normal preguntarse hasta qué punto forma parte del proceso normal de envejecimiento o si, por el contrario, es un síntoma patológico.

Esta guía nace para responder a esta pregunta. En ella, te ayudamos a entender cuándo puedes considerar un olvido como algo normal y cuándo una señal de alarma.

También te explicamos cuáles son las causas más comunes de la pérdida de memoria a corto plazo y qué enfermedades pueden estar detrás, para que puedas conocer cuál es el tratamiento más adecuado para tu ser querido en función del origen de los olvidos.

¿Qué se considera pérdida de memoria repentina?

La pérdida de memoria repentina en adultos mayores se define como una disminución súbita y significativa en la capacidad de recordar información reciente o pasada, que aparece de manera abrupta y no gradual.

Su aparición inmediata es la que la hace diferir del deterioro paulatino asociado al envejecimiento normal, y suele afectar a la memoria a corto plazo.

Así, en los episodios de pérdida de memoria repentina es habitual no poder recordar eventos recientes durante unos minutos o incluso varias horas.

Durante estos lapsus, las personas mantienen su identidad personal y pueden reconocer a familiares, pero pierden la capacidad de recordar información nueva.

Diferencias entre pérdida de memoria leve y alarmante

Para distinguir entre la pérdida de memoria leve y la alarmante hay una pregunta fundamental que debes hacerte: ¿está interrumpiendo las actividades diarias?

La pérdida de memoria leve no interfiere en la rutina. Por ejemplo, es normal olvidar ocasionalmente dónde se han dejado las llaves o el nombre de una persona conocida hace poco tiempo.

Otras señales que tampoco serían preocupantes son:

  • Olvidos de nombres o citas, que luego se recuerdan.
  • Necesidad de hacer más listas para recordar tareas.
  • Ligera lentitud en el procesamiento de información.

En contraste, los signos alarmantes serían:

  • Repetir las mismas preguntas múltiples veces en períodos cortos.
  • Perderse en lugares familiares o no recordar cómo llegar a casa.
  • Dificultad para seguir conversaciones o perder el hilo de pensamientos.
  • Incapacidad para recordar eventos importantes o conversaciones recientes.
  • Problemas para realizar tareas cotidianas como cocinar o vestirse.

Si la desorientación y la pérdida de memoria aparecen de manera repentina y en repetidos episodios que cada vez son más frecuentes, entonces requieren de atención médica inmediata.

¿Es normal olvidar cosas puntuales con la edad?

Sí, olvidar cosas puntuales es completamente normal durante el envejecimiento, pues el cerebro está experimentando cambios en su estructura y funcionamiento.

De hecho, aproximadamente el 40% de las personas mayores de 65 años experimentan cierto grado de pérdida de memoria asociada con la edad.

Se caracteriza por una velocidad de procesamiento más lenta que hace que las personas tarden más en recordar información o necesiten más tiempo para procesar nueva información.

También es normal, incluso, no encontrar la palabra exacta para describir algo. Lo importante para considerar estos olvidos típicos de la edad, es que sean:

  • Intermitentes y no progresivos
  • No interfieren con las actividades diarias básicas
  • Permiten mantener la autonomía personal
  • Se pueden compensar con estrategias como hacer listas o usar recordatorios

Si los lapsus de memoria se vuelven más frecuentes, intensos y son repentinos, es recomendable consultar con un profesional de la salud.

Causas más frecuentes de pérdida de memoria repentina en adultos

Las causas de pérdida de memoria repentina en adultos mayores pueden tener que ver con factores reversibles, pero también con condiciones médicas graves.

Entre las causas más comunes se encuentran:

  • Traumatismos craneoencefálicos: los golpes en la cabeza, aunque sean leves, pueden causar pérdida de memoria tanto a corto como a largo plazo debido a una conmoción cerebral. Estas pueden suceder incluso sin pérdida de conciencia.
  • Medicamentos: su uso excesivo puede causar pérdida de memoria o confusión en adultos mayores. Los fármacos más problemáticos incluyen benzodiacepinas, anticonvulsivos, antidepresivos tricíclicos, analgésicos narcóticos y antihistamínicos de primera generación.
  • Problemas vasculares: los accidentes cerebrovasculares, como los llamados ictus, limitan el riego sanguíneo del cerebro y dañan áreas clave para la memoria. Cada nuevo suceso aumenta el riesgo de deterioro cognitivo prolongado.
  • Infecciones: las infecciones urinarias, la neumonía o la encefalitis generan una respuesta inflamatoria que altera la química cerebral y causa confusión súbita.
  • Alteraciones metabólicas: el hipotiroidismo no tratado, la falta de vitamina B12 o de tiamina y los desequilibrios electrolíticos (es decir, niveles anormales de minerales como sodio, potasio o calcio que tu cuerpo necesita para que las neuronas funcionen) desencadenan olvidos súbitos.
  • Consumo de alcohol: el abuso crónico de alcohol puede causar el síndrome de Wernicke-Korsakoff, caracterizado por pérdida severa de memoria reciente.

Actuar sobre estas causas hace que los lapsos de memoria se reduzcan y, en muchos casos, que desaparezcan por completo.

Pérdida de memoria a corto plazo: posibles desencadenantes

La pérdida de memoria a corto plazo se refiere específicamente a la dificultad para recordar eventos que ocurrieron en los últimos 30 segundos a pocos minutos.

Esta forma de pérdida de memoria repentina puede tener múltiples desencadenantes, muchos de los cuales son tratables:

  • Estrés y ansiedad: el estrés crónico puede interferir con la capacidad de concentración y atención, mientras que la ansiedad genera «ruido mental» que interfiere con la codificación y recuperación de información.
  • Depresión: una causa frecuente en personas menores de 50 años. La depresión altera la química cerebral y provoca que las neuronas «se desconecten» para evitar la sobre activación.
  • Falta de sueño: durante el descanso se consolidan los recuerdos y se elimina la información innecesaria. La privación del sueño afecta directamente a esta capacidad.
  • Consumo de alcohol: cualquier cantidad de esta sustancia puede reducir la materia gris del cerebro y, por lo tanto, la transmisión de recuerdos de corto a largo plazo.
  • Desnutrición: las deficiencias nutricionales de vitaminas B12 y tiamina pueden afectar la función cognitiva y la memoria.

Al gestionar el estrés, dormir 7-8 horas, mantener una alimentación rica en vitamina B12 y limitar el alcohol, se previenen gran parte de los lapsos a corto plazo. Si ya surgieron, corregir estos factores revierte la memoria y evita nuevos episodios.

¿Qué enfermedades provocan pérdida de memoria reciente?

Existen diversas enfermedades que pueden manifestarse con pérdida de memoria reciente y cronificar los episodios si no se tratan:

  • Enfermedad de Alzheimer: es la causa más común de pérdida de memoria en personas mayores de 65 años. Inicialmente, afecta a la memoria reciente.
  • Demencia con cuerpos de Lewy: estas acumulaciones microscópicas de proteínas afectan la función neuronal y causan pérdida de memoria, además de alucinaciones visuales y síntomas parkinsonianos.
  • Demencia frontotemporal: afecta a las áreas frontales y temporales del cerebro, causando cambios en la personalidad junto con pérdida de memoria.
  • Demencia vascular: es el resultado de múltiples pequeños infartos cerebrales que afectan la memoria y otras funciones cognitivas. Es más frecuente en hombres y suele comenzar después de los 70 años.
  • Hipotiroidismo: causa problemas de memoria, concentración y enlentecimiento cognitivo.
  • Encefalitis: consiste en la inflamación del cerebro y puede causar pérdida de memoria súbita junto con otros síntomas neurológicos.
  • Enfermedad de Lyme: en etapas avanzadas puede afectar el sistema nervioso central y causar problemas de memoria.

Las enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, la demencia con cuerpos de Lewy y la frontotemporal generan una pérdida gradual que no se revierte; sin embargo, el tratamiento temprano retrasa el avance y alivia los síntomas.

Las causas metabólicas, vasculares o infecciosas sí se controlan y, al hacerlo, recuperas parte o toda la función de memoria.

Evaluación médica ante una pérdida de memoria repentina

Ante una pérdida de memoria repentina, es fundamental buscar atención médica inmediata para descartar condiciones graves.

El proceso de evaluación comienza con una historia clínica detallada cuyo objetivo es establecer el origen y las características de la pérdida de memoria repentina:

  • El tipo de pérdida de memoria y si es de aparición reciente o de larga evolución.
  • Cuándo comenzaron los problemas de memoria y cómo han progresado.
  • Factores desencadenantes como lesiones en la cabeza, accidentes cerebrovasculares o cirugías.
  • Otros síntomas acompañantes como confusión, cambios de personalidad o incapacidad para el autocuidado.
  • Antecedentes familiares de enfermedades neurológicas.
  • Consumo de alcohol y drogas.

Además, se realiza un examen físico de carácter neurológico para verificar reflejos, función sensorial, equilibrio, tono muscular y coordinación.

También se lleva a cabo un examen del estado mental que evalúa el pensamiento, la capacidad de juicio y la memoria a corto y largo plazo.

El siguiente paso, y según toda la información preliminar obtenida, son las pruebas diagnósticas cognitivas.

Pruebas diagnósticas habituales en adultos

Las pruebas diagnósticas para evaluar la pérdida de memoria y diagnosticar posibles patologías son varias y de distintos tipos: de laboratorio, de neuroimagen, neuropsicológicas y otras más especializadas y más específicas.

Las más habituales, que y se seleccionan según la presentación clínica, son:

  • Análisis de sangre completo: permite identificar carencias vitamínicas, alteraciones hormonales como hipotiroidismo, y marcadores de inflamación o infección. También se pueden detectar proteínas relacionadas con el alzhéimer en sangre.
  • Análisis del líquido cefalorraquídeo: se puede extraer una muestra del líquido que rodea el cerebro para detectar la presencia de esas mismas proteínas.
  • Resonancia magnética (RM): genera imágenes detalladas del cerebro para identificar tumores, accidentes cerebrovasculares, sangrado o cambios estructurales.
  • Tomografía computarizada (TC): útil para detectar sangrado cerebral, tumores o signos de accidentes cerebrovasculares previos.
  • Tomografía por emisión de positrones (PET): para evaluar el metabolismo cerebral.
  • Electroencefalograma (EEG): registra la actividad eléctrica del cerebro para descartar actividad epiléptica, especialmente importante si han ocurrido múltiples episodios.
  • Evaluaciones cognitivas breves: como el Mini-Mental State Examination (MMSE), la Montreal Cognitive Assessment (MoCA) y otras pruebas que evalúan diferentes dominios cognitivos.
  • Tests de memoria específicos: como la Escala de Memoria Wechsler-IV, que evalúa tanto la memoria verbal como visual. El test de los 7 minutos se utiliza para detectar deterioro cognitivo leve causado por alzhéimer.
  • Pruebas de fluencia verbal: evalúan tanto la capacidad de lenguaje como la función ejecutiva.

Con estas pruebas se busca acelera el diagnóstico para dar con la causa exacta y evitar la progresión de la pérdida de memoria.

Tratamientos y abordaje según la causa de la pérdida de memoria

El tratamiento de la pérdida de memoria depende de si la causa subyacente es reversible o no.

En ambos casos, actualmente se apuesta por un enfoque integral que combine tratamientos médicos, terapias no farmacológicas y apoyo familiar.

Veamos cuál es el abordaje más común para cada uno:

Para causas reversibles

Cuando el origen de la pérdida de memoria repentina en adultos es algún tipo de deficiencia nutricional, la solución más apropiada es la suplementación de las vitaminas faltantes.

Estas pueden revertir completamente los síntomas de memoria cuando se corrigen a tiempo (de lo contrario, podrían derivar en daño neurológico permanente).

En ocasiones, la toma de medicamentos está detrás de la pérdida de memoria. En estos casos, se revisa y ajusta la medicación, algo que incluye la retirada gradual de medicamentos problemáticos.

Para otras causas, como el hipotiroidismo, la diabetes, la depresión o la ansiedad, se inicia el tratamiento farmacológico adecuado. A la larga, este debería restaurar la función cognitiva normal.

Para enfermedades neurodegenerativas

Más comunes en los casos de pérdida de memoria en personas mayores, nos referimos principalmente a dos patologías neurodegenerativas: el alzhéimer, y la demencia vascular.

Para el primero no existe cura y, por lo tanto, los olvidos no son reversibles. Los tratamientos actuales se centran en ralentizar la progresión de los síntomas.

En cuanto a la segunda, se pone el foco en el control de los factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, diabetes, colesterol) para prevenir la progresión.

Intervenciones no farmacológicas

Además de la medicación habitual, tanto en el primer como en el segundo grupo de causas de pérdida de memoria se contempla otro tipo de terapias no farmacológicas que trabajan la salud mental y el bienestar emocional de los enfermos.

Algunas de las más utilizadas son:

  • Terapia ocupacional: desarrollo de técnicas para organizar información y mejorar la comprensión de conversaciones.
  • Estimulación cognitiva: ejercicios de memoria y entrenamiento cognitivo para ayudar a mantener las funciones cerebrales.
  • Rehabilitación cognitiva: mejora de funciones específicas como la memoria, atención y funciones ejecutivas.
  • Modificaciones del entorno: trabajo del ambiente para hacerlo seguro. Esto incluye eliminar obstáculos, usar etiquetas claras y mantener rutinas predecibles.
  • Apoyo familiar y social: se centra en la educación de los familiares sobre la condición y las estrategias de manejo.
  • Estilo de vida saludable: el ejercicio regular, una dieta equilibrada, sueño adecuado y actividad social contribuyen a mantener las funciones cerebrales.

La aplicación de esta variedad de técnicas requiere de un manejo integral que involucre neurólogos, psicólogos, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales y otros profesionales.

Además, desde Sanitas y a ti como cuidador, te recomendamos participar en grupos de apoyo que pueden estar a tu lado y guiarte en cada paso del camino.

Consulta nuestros consejos para afrontar el cuidado de una persona con alzhéimer, y aprende a cuidar bien. Nosotros también te acompañamos.

Miryam Piqueras Bravo

Miryam Piqueras Bravo

Directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores.

Doctora en Medicina Familiar y Comunitaria, con más de 13 años de experiencia en atención primaria, medicina socio-sanitaria, supervisión y dirección médica.
Nº de Colegiada: 282858641.

La información facilitada por este medio no puede, en modo alguno, sustituir a un servicio de atención médica directa, así como tampoco debe utilizarse con el fin de establecer un diagnóstico, o elegir un tratamiento en casos particulares. En este servicio no se hará ninguna recomendación, explícita o implícita, sobre fármacos, técnicas, productos, etc... que se citarán únicamente con finalidad informativa. La utilización de este servicio se lleva a cabo bajo la exclusiva responsabilidad de los usuarios.

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