La invaginación intestinal es la causa más importante de obstrucción intestinal en niños de entre 5 y 10 meses de edad, siendo muy poco frecuente en niños de más de 2 años. Puede darse en niños más mayores, aunque en este caso lo habitual es que se deba a la existencia de un pólipo o un divertículo. En la mayoría de los casos, sin embargo, se desconoce la causa, aunque se baraja la posibilidad de que una infección vírica que afecte al intestino pueda servir como desencadenante.
La invaginación intestinal se produce al deslizarse una parte del intestino dentro de otra, como sucede al plegar, por ejemplo, un tubo telescópico. Esto produce la obstrucción intestinal.
Síntomas de la invaginación intestinal
Los síntomas de la invaginación intestinal son muy parecidos a los del cólico del lactante: un dolor abdominal intermitente que provoca en el niño un llanto inconsolable y hace que encoja las piernas. No obstante, mientras que en el cólico del lactante el niño se encuentra bien entre una y otra crisis de dolor, en la invaginación intestinal las crisis duran cada vez más y el dolor se intensifica y entre una y otra el niño se muestra pálido, tiene una respiración muy acelerada y parece decaído y débil.
Además de las crisis de dolor abdominal, también es frecuente que se produzcan vómitos y en algunas ocasiones puede llegar a detectarse sangre en las heces.
Ante estos síntomas debe consultarse con el pediatra para que establezca el diagnóstico correcto. A veces la palpación del abdomen puede delatar una zona endurecida, pero la confirmación final se obtiene mediante una imagen radiológica, preferiblemente con la realización de una ecografía.

Tratamiento de la invaginación intestinal
Inicialmente el tratamiento consiste en la aplicación de un enema a presión(con aire o líquido) mientras se controla la invaginación intestinal por radiografía o ecografía. La presión generada por el enema hace que el intestino recupere su posición normal y se resuelve el problema en la mayoría de los casos. Existe un cierto riesgo de que al realizar este tratamiento se produzca una perforación intestinal y haya que operar al niño para corregirla.
Hay que advertir que hay algunos casos en los que será necesario recurrir a la cirugía, especialmente si el problema se ha prolongado durante demasiado tiempo (más de 36 horas).
En un 10% de los casos existe el riesgo de que la invaginación intestinal pueda repetirse.