La criptorquidia se caracteriza por el hecho de que uno o los dos testículos no descienden hasta el escroto, lo que en general ocurre en torno a los nueve meses de vida. Este trastorno es especialmente frecuente en los niños prematuros.
En ocasiones este problema se asocia a lo que se denomina testículos retráctiles, es decir, que si están descendidos pero, al ser demasiado pequeños, se retraen fuera del escroto por un reflejo muscular. En este caso ocuparán el lugar que les corresponde al llegar la pubertad y no será necesario ningún tipo de tratamiento.
También cabe la posibilidad de que se haya producido un problema de desarrollo durante el embarazo y los testículos no se hayan llegado a formar.
Sin embargo, lo más frecuente es que el testículo no haya descendido hasta el escroto. Y cuando esto ocurre se considera que es anómalo. De hecho, la criptorquidia esta considerada como un factor de riesgo frente al cáncer de testículos y los varones que han sufrido este problema deben someterse a un seguimiento rutinario con el objetivo de detectarlo lo más precozmente posible en el caso de que se produzca.
En general, el diagnóstico de la criptorquidia se realiza por palpación, para constatar que la bolsa escrotal está vacía, aunque en ocasiones puede ser necesario realizar una ecografía o un TAC para confirmarlo.
Tratamiento de la criptorquidia
En el caso de que ambos testículos no hayan descendido antes del primer año de vida, cabe la posibilidad de realizar un tratamiento hormonal con inyecciones de testosterona, si bien lo más habitual es recurrir a la cirugía, mediante un procedimiento denominado orquiopexia, con el fin de llevar el testículo no descendido hasta el escroto.
Es posible que en algunos casos el cirujano decida la extirpación del testículo al identificar algún tipo de anomalía que pueda indicar una posible esterilidad o una elevada probabilidad de desarrollar en el futuro un cáncer.