Las causas del cáncer son muy complejas y, además de la genética, se relacionan directamente con la interacción del individuo con el medioambiente, ya sea por la exposición a determinadas sustancias químicas, el tabaco y el alcohol, las radiaciones, los hábitos poco saludables de alimentación, la contaminación etc.
La exposición a determinadas sustancias químicas, metales o pesticidas puede aumentar el riesgo de padecer un cáncer. La lista de carcinógenos es muy larga, aunque la exposición a los mismos debe ser frecuente para que pueda generarse un cáncer:
- Asbesto
- Níquel.
- Cadmio.
- Uranio.
- Radón.
- Cloruro de vinilo.
- Benzopireno.
- Benceno, etc.
Además pueden actuar aislada o conjuntamente con otros carcinógenos para incrementar el riesgo de cáncer. Por ejemplo, la inhalación de fibras de asbesto aumenta el riesgo de sufrir un cáncer de pleura (mesotelioma) y éste es mayor aun en las personas que trabajan con este material y fuman. Asimismo, hay algunos tipos de cáncer que se consideran como enfermedad profesional, ya que tienen su origen en la exposición sin medidas de seguridad adecuadas a determinados componentes químicos o materiales que se utilizan en su trabajo.
La contaminación ambiental de las ciudades, especialmente la ocasionada por la combustión de gasóleo, es otro de los factores medioambientales que pueden predisponer a sufrir un cáncer.
Igualmente la exposición a ciertos tipos de radiaciones, como la originada por la realización de radiografías, determinadas sustancias radioactivas o la producida por el sol y que se acumula en el suelo, pueden causar daños en el ADN de las células y convertirlas en cancerosas.
La alimentación tampoco está exenta de riesgos. Estos pueden deberse al uso de determinados pesticidas en el cultivo de hortalizas y otros alimentos vegetales, o a dietas no equilibradas, en las que se abusa de ciertos alimentos (el pescado en Japón, las carnes rojas en Estados Unidos, los ahumados en los países nórdicos).
