Cuidar de un enfermo de alzhéimer supone enfrentarse a diario a comportamientos inesperados y, en muchos casos, a las llamadas manías de personas con alzhéimer.
Si eres cuidador, estas conductas (repeticiones, rituales, obsesiones o rechazos) pueden desconcertarte y afectar tanto a la convivencia como a tu propio bienestar emocional.
En este artículo queremos arrojar un poco de luz sobre por qué surgen estas manías, cómo se relacionan con los cambios en el cerebro y las emociones de la persona, y qué puedes hacer para gestionarlas de forma positiva.
Descubrirás cuáles son las manías más frecuentes, cómo influyen en el entorno familiar y, sobre todo, obtendrás técnicas y recomendaciones para afrontarlas.
Así, podrás contar con un abanico de herramientas útiles para crear un ambiente más tranquilo y comprensivo para ambos que te permita cuidar mejor a tu ser querido.
Causas de las manías en el alzhéimer
Las manías de las personas con alzhéimer surgen por alteraciones en el cerebro y por la manera en que la enfermedad afecta las emociones y la percepción de la realidad.
Pero además, estos comportamientos repetitivos o aparentemente irracionales cumplen una función: ayudan a la persona a reducir la ansiedad y a encontrar seguridad en un entorno que cada vez le resulta más difícil de comprender.
Veamos algo más en detalle por qué se producen:
Cambios en el cerebro y su impacto conductual
Detrás de la degeneración neuronal progresiva que acarrea la enfermedad se esconde todo un proceso de alteración de la estructura y de la función cerebral.
Así, se producen cambios en las áreas responsables de la memoria, el razonamiento y el control de impulsos, que ocasionan una pérdida de conexiones cerebrales.
En concreto, tienen lugar en el hipocampo, la corteza prefrontal y la corteza entorrinal:
- Hipocampo: es el centro vital para la formación de nuevos recuerdos, así que cuando se deteriora aparece la dificultad para retener información y la necesidad de repetir ciertas preguntas o acciones.
- Corteza prefrontal: encargada del razonamiento, planificación y control de impulsos. Al dañarse, la persona pierde capacidad para adaptarse a cambios, buscando seguridad en rituales fijos.
- Corteza entorrinal: relacionada con la orientación espacial y la memoria, cuando se ve afectada se interrumpen los circuitos que nos permiten recordar rutas, ubicar objetos o reconocer entornos familiares. En ella tiene origen la desorientación y los problemas para situarse en el espacio.
A medida que esta transformación del cerebro avanza, la persona pierde la capacidad de adaptarse a situaciones nuevas y tiende a aferrarse a rutinas o repite conductas conocidas.
Esto ocasiona una gran confusión y es ahí cuando las manías se convierten en una herramienta para mantener cierta sensación de control.
Factores emocionales: miedo, ansiedad y frustración
El miedo, la ansiedad y la frustración son emociones frecuentes en las personas con alzhéimer.
Al perder la capacidad de recordar, comprender o comunicarse con claridad, la persona puede sentirse insegura o amenazada, incluso en su propio hogar.
Las manías (como comprobar varias veces si una puerta está cerrada o repetir preguntas) son respuestas a esa inseguridad.
Por lo tanto, en el alzhéimer las emociones son respuestas a experiencias internas y percepciones alteradas que la persona no puede verbalizar.
Si buceáramos en su mente cada vez que se produce una de estas emociones, descubriríamos pensamientos similares a estos:
- Miedo: la persona se siente en peligro porque no reconoce su entorno, sobre todo en lugares poco iluminados o con presencia de ruidos fuertes. En su mente pueden sobrevolar las preguntas: «¿Dónde estoy?», «¿Quién eres tú?».
- Ansiedad: cuando tareas antes cotidianas ahora resultan complejas, la persona se da cuenta de que no recuerda cómo hacerlas. Para evitar que se repita en otras situaciones, desarrolla la manía de acumular objetos «por si acaso». Así, tiene la seguridad de no olvidar dónde se encuentran y perderlos.
- Frustración: como consecuencia de lo anterior, surge una especie de enfado que lleva a la persona a negarse a recibir ayuda. Es muy común que, ante las correcciones del cuidador, adopte una actitud agresiva.
Todo ello con el agravante de que la corteza prefrontal no puede regular estas emociones y, por ende, la persona experimenta un cóctel de emociones intensas sin ningún tipo de control ni comprensión por su parte.
Tipos de manías más frecuentes en personas con alzhéimer
Aunque cada persona lo experimenta de forma diferente, existen algunas manías típicas del alzhéimer que, seguro, puedes reconocer:
Repetición constante de palabras, frases o acciones
La repetición es una de las manías de los enfermos de alzhéimer más habituales. La persona puede repetir la misma pregunta, palabra o acción una y otra vez, incluso aunque ya le hayas respondido.
Pero no siempre son preguntas que se repiten. En el día a día, pueden darse estas situaciones:
- Guardar repetidamente los mismos cubiertos en distintos cajones, o cualquier otra tarea doméstica similar.
- Mirar si el gas está cerrado incluso minutos después de comprobarlo y otros chequeos obsesivos del estilo.
- Pasear de la cocina al salón ida y vuelta durante horas, o todo lo que recuerde a un movimiento cíclico.
Estos patrones surgen como mecanismos de afrontamiento: la acción repetida genera una ilusión de control ante la incapacidad de recordar si una tarea se completó.
Obsesión por ciertos objetos o acumulación compulsiva
Otra manía frecuente es la obsesión por determinados objetos, que pueden guardar, esconder o acumular compulsivamente.
A veces, temen perder cosas importantes o sienten la necesidad de tenerlas siempre a mano.
Sucede con aquellas que tienen un carácter muy personal y que, de alguna forma, están vinculados a la identidad. Unas simples gafas, un reloj o un anillo pueden tener una importancia autobiográfica enorme.
Pero también es muy habitual que esto mismo pase con algo de lo más cotidiano, porque conectan con lo conocido. Es el caso de un juego de llaves, un monedero, o el periódico que se lee cada domingo.
Rechazo a comer, a la higiene o a vestirse
El rechazo a realizar actividades básicas como comer, asearse o vestirse también puede convertirse en una manía.
La persona puede negarse a realizarlas por la confusión ante no recordar cómo hacerlo y el consecuente miedo a perder el control sobre su propio cuerpo.
Esta negación se acentúa ante situaciones como:
- El uso de prendas complejas de poner, con botones pequeños, cremalleras o tejidos ásperos que generan incomodidad sensorial.
- Al ingerir comidas de texturas mezcladas, como guisos, que dificultan la masticación segura.
- Al tomar baños en espacios fríos o con iluminación intensa, que aumentan la desorientación.
Para paliarlo, debes pensar en favorecer lo máximo posible la autonomía de la persona (por ejemplo, con ropa elástica y abierta por delante) y en buscar la claridad y la sencillez en todo.
Rituales fijos: siempre hacer lo mismo a la misma hora
Muchos enfermos desarrollan rituales muy estrictos. Por ejemplo, pueden insistir en tomar el desayuno con una taza concreta o caminar por la casa siguiendo un recorrido fijo.
Estos rituales les proporcionan estructura y reducen la ansiedad ante los cambios, por lo que no es algo necesariamente negativo.
De hecho, tener una rutina forma parte de los cuidados que debe recibir una persona con alzhéimer, pues los horarios predecibles minimizan la confusión y la sobrecarga sensorial de la que padecen.
Estas costumbres, por ejemplo, se considerarían parte de una rutina saludable no maníaca:
- Despertarse y dormir a horas fijas para regular el ciclo sueño-vigilia
- Usar los mismos utensilios y ubicación en la mesa al comer para reforzar la autonomía
- Realizar pasos diarios en el mismo horario para sincronizar el ritmo circadiano
- Realizar actividades programadas a diario para estimularle sin sobreesfuerzo
Lo contrario, y que sí podría considerarse una conducta repetitiva, es verificar obsesivamente ventanas o puertas cada pocos minutos, abrir y cerrar cajones varias veces al día, negarse a salir si no se cumplen unos pasos rituales previos…
¿Cómo afectan estas manías al entorno familiar?
Las manías de los enfermos de alzhéimer no solo impactan a quien las padece. Como cuidador, tú también puedes sentir una mayor sobrecarga emocional y, al verte sobrepasado, no saber controlar los conflictos y los malentendidos.
Veamos a qué nos referimos:
Carga emocional en los cuidadores
Atender a una persona con manías derivadas del alzhéimer exige paciencia, comprensión y, sobre todo, fortaleza emocional.
Y es que, a lo largo del proceso, te encontrarás con situaciones que despertarán sentimientos muy intensos en ti:
- Sentir que pierdes la conexión con la persona: por ejemplo, cuando tu familiar ya no te reconoce o confunde tu nombre.
- Frustrarte ante los rechazos y las negativas: como a comer, a la higiene o a salir de casa.
- Perder la paciencia y sentirte culpable: en más de ocasión pensarás que no lo estás haciendo suficientemente bien y que necesitas apoyo externo urgente.
Con el tiempo, pueden aparecer otras emociones como la tristeza por la pérdida progresiva de autonomía de tu ser querido, el miedo al futuro o la soledad cuando sientes que nadie más comprende tu situación.
Riesgo de conflictos o malentendidos
Las manías pueden generar malentendidos o discusiones en casa, sobre todo si otros familiares no comprenden que estos comportamientos no son voluntarios.
Sucede mucho cuando, por ejemplo:
- Un familiar se impacienta porque la persona repite la misma pregunta y responde de forma brusca, pensando que lo hace a propósito.
- Se acusa a la persona con alzhéimer de esconder o perder objetos cuando, en realidad, los acumula o cambia de sitio por inseguridad.
- Surgen discusiones sobre la higiene o la comida, creyendo que el rechazo es una forma de rebeldía o mala educación, no un síntoma de la enfermedad.
Si esto pasa, es importante recordarles a todos que el enfermo o la enferma de alzhéimer no actúa así por testarudez o mala intención, sino porque su cerebro ya no le permite razonar o recordar como antes.
Consejos prácticos para gestionar las manías del alzhéimer
Para gestionar las manías de una persona con alzhéimer puedes aplicar ciertas estrategias y técnicas, entre las que destacan:
Técnicas de redirección y distracción
Las técnicas de redirección y distracción se emplean para gestionar conductas repetitivas o problemáticas en personas con alzhéimer, pero cada una tiene su enfoque y aplicación concreta.
La técnica de redirección consiste en cambiar el foco de atención de la persona hacia una actividad o conversación diferente que le resulte agradable.
Por ejemplo, si insiste en salir de casa sin motivo, puedes proponerle ayudar a poner la mesa o cualquier otra tarea que le haga sentir bien y útil.
Por su parte, la técnica de distracción se basa en utilizar estímulos agradables o motivadores para captar su atención y alejarla de la causa de la ansiedad.
Puedes aplicarla cuando repita una misma pregunta. Responde con calma y luego sugiere escuchar una música que sepas que le guste o mirar fotos familiares. Así, disipas esa fijación inicial y la ansiedad asociada.
Evitar la confrontación directa
La confrontación es tentadora, pero muy contraproducente, pues aumenta la ansiedad y puede derivar en episodios de agitación.
Nuestro consejo es que no discutas ni intentes convencer a la persona de que su manía no tiene sentido; en vez de eso, valida sus emociones y acompáñala en lo que siente.
Si, por ejemplo, insiste en buscar un objeto que ya tiene, es preferible ayudarla a encontrarlo o mostrarle que está a salvo que confrontarla. Puedes desviar su atención aplicando las dos técnicas anteriores.
Qué no hacer ante las manías del alzhéimer
Saber qué evitar es tan importante como conocer las mejores estrategias de actuación, así que a continuación enumeramos algunos de los errores más comunes y cómo evitar ciertas conductas:
Errores comunes que aumentan la frustración
Aunque cuides a un enfermo de alzhéimer con la mejor intención, es fácil cometer errores que aumentan la frustración tanto en ti como en la persona a tu cargo.
Algunos muy comunes son:
- Corregir o razonar lógicamente: intentar convencer a la persona de que está equivocada o explicarle la realidad con argumentos lógicos solo incrementa su confusión y puede ponerla a la defensiva. Es mejor que la acompañes en lo que siente sin intentar imponer tu visión de la realidad.
- Utilizar un lenguaje negativo o prohibitivo: frases como «no hagas eso», «no tienes razón” o «eso no es cierto» generan rechazo y malestar. En su lugar, emplea un lenguaje positivo y redirige la conversación hacia temas agradables o actividades que le resulten reconfortantes.
- Forzar la memoria: insistir en que recuerde hechos, nombres o situaciones puede aumentar su ansiedad y frustración. Si no recuerda algo, cambia de tema o ayúdale con pistas amables, sin presión.
- Perder la paciencia o mostrar irritación: levantar la voz, reñir o mostrar signos de enfado solo empeora la situación. Si notas que te estás alterando, toma un respiro, cuenta hasta diez y retoma la interacción con calma.
- Olvidarte de ti mismo como cuidador: descuidar tu propio bienestar físico y emocional puede llevarte al agotamiento y a una mayor reactividad mediante sentimientos como la culpa y la ira. Reserva tiempo para ti, busca apoyo y no dudes en pedir ayuda cuando la necesites.
Como ves, la clave está en interpretar el estado de ánimo de la persona y adoptar una actitud comprensiva. Además, apunta: ¡un gesto de cariño puede cambiar el rumbo de un mal momento!
Cómo evitar respuestas impulsivas o reactiva
Para evitar respuestas impulsivas o reactivas cuando cuidas a una persona con alzhéimer, lo ideal es desarrollar estrategias que te ayuden a mantener la calma, como son:
- Parar unos segundos antes de responder si notas irritabilidad, cansancio extremo o frustración.
- Practicar la respiración profunda para calmarte al momento.
- Hablar despacio, con frases sencillas y tono tranquilo para reducir la tensión.
- Alejarte unos minutos de la estancia (siempre asegurando la seguridad de la persona) para bajar la intensidad emocional.
- Reinterpretar la situación buscando el lado positivo o el aprendizaje. En vez de pensar «no puedo más con esto», intenta decirte «estoy haciendo lo mejor que puedo y es normal sentirme así».
Por último, habla con familiares, amigos o profesionales sobre lo que sientes. Participar en grupos de apoyo para cuidadores te ayuda a normalizar tus emociones y a aprender estrategias de otros en tu misma situación.
Consulta nuestros otros consejos para afrontar el cuidado de una persona con alzhéimer, y aprende a cuidar bien. Nosotros te acompañamos.
Referencias
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