Cuidar de una persona con alzhéimer es un acto de amor y dedicación, pero también un reto diario que puede generar dudas y preocupaciones.
Por eso, saber cuáles son las 10 cosas que no hay que hacer con enfermos de alzhéimer te ayudará a evitar errores comunes que, sin darte cuenta, pueden aumentar su malestar o dificultar la convivencia.
En este artículo te explicamos qué actitudes y comportamientos debes evitar y, sobre todo, cómo puedes cambiarlas para que tu ser querido se sienta más seguro, comprendido y respetado.
¿Por qué es importante saber cómo tratar a una persona con alzhéimer?
Entender cómo tratar a una persona con alzhéimer es importante porque tu actitud y tus acciones influyen directamente en su confort emocional y cognitivo.
De ahí que lo que no debes hacer sea tan importante como saber qué sí, pues los errores en el trato y en la configuración del entorno pueden agravar los síntomas de la enfermedad. Lo veremos.
El impacto del entorno en la evolución de la enfermedad
Cuando hablamos de entorno, no nos referimos únicamente al físico: incluye la calidad emocional de tus interacciones, el respeto hacia su dignidad y la adaptación a sus necesidades cambiantes.
Así, un entorno estable y predecible donde el enfermo se sienta comprendido y seguro va a tener un impacto directo en su estado de ánimo y en su salud global:
- Reduce el riesgo de agitación, caídas y episodios de desorientación.
- Puede ralentizar el deterioro funcional y cognitivo.
- Promueve la autonomía durante más tiempo.
- Mejora el bienestar y la calidad de vida.
10 errores comunes que debes evitar con una persona con alzhéimer
A continuación, te contamos las 10 cosas que no hay que hacer con enfermos de alzhéimer y que te pueden alejar de conseguir ese ambiente ideal:
1. Corregir constantemente lo que dice o hace
Cuando una persona con alzhéimer dice algo que no corresponde a la realidad actual, el impulso natural es corregirla con un «no, eso no es así» o «te equivocas».
La realidad es que esto es un error, porque genera frustración y baja autoestima.
Una situación común se da cuando repite una historia o se equivoca en una fecha. Aquí, debes evitar señalar la incongruencia; en su lugar, acompaña la conversación y muestra interés por la emoción que quiere expresar, no tanto por sus palabras.
Un truco que te puede ayudar: antes de responder, haz una pausa de tres segundos y pregúntate si esa corrección le ayudará o le hará sentir peor.
Si te cuesta llevar todo esto a la práctica, piensa en que por mucho que corrijas a la persona, su memoria no va a mejorar.
2. Forzarle a recordar cosas o ponerlo a prueba
A veces, una pregunta tan inocente como «¿Te acuerdas de mí?», «¿Recuerdas lo que hicimos ayer?», o «¿Sabes qué día es hoy?», ponen a la persona en una situación de examen que le genera sensación de fracaso.
Por lo tanto, intenta no pedirle que recuerde nombres, fechas o sucesos pasados. En su lugar, transforma las preguntas en afirmaciones informativas.
Es decir, en lugar de preguntar si recuerda algo, proporciona la información de manera natural y positiva. Si la persona sí recuerda, se sentirá cómoda confirmándolo; si no, no se sentirá evaluada.
Por ejemplo, estas serían las alternativas a las preguntas que hemos puesto como ejemplo arriba:
- «Tu nieta Sara te manda muchos cariños»
- «El médico de ayer dice que estás muy bien»
- «Hoy es un hermoso día para estar juntos»
De esta manera refuerzas su confianza y mantienes una relación positiva con la persona.
3. Hablar como si no estuviera presente
¿Cuántas veces has comentado con el médico el empeoramiento de tu pariente enfermo sin importar que este estuviera delante?
«Ya no entiende nada, doctor», o «Cada vez está peor» son frases que pueden hacerle mucho daño.
Y es que, aunque la persona tenga dificultades para expresarse, todavía puede entender lo que los demás dicen de ella a través del tono, y se da cuenta que está siendo ignorada.
Esto le hace sentir invisible, aislada, como si su presencia no importara.
Así que, aunque creas que no lo comprende todo, intenta:
- Hablarle directamente y explicarle lo que sucede.
- Hacerla partícipe con frases como «¿Tú qué opinas?» o «¿Cómo te sientes con esto?».
- Mantener el contacto visual para que sepa que forma parte del diálogo.
La próxima vez, antes de hablar sobre la persona, mírala a los ojos y pregúntate si te gustaría que hablaran de ti de esa manera. Cambiarás tu forma de abordar la situación al instante.
4. Usar un tono autoritario o impaciente
El tono de voz que utilizamos al hablar tiene un efecto en las personas. En los enfermos de alzhéimer este impacto se multiplica y desencadena reacciones de agitación.
Sucede cuando el tono es autoritario o las palabras utilizadas denotan cierta impaciencia, orden o condescendencia, como en este tipo de frases:
- «¡Vamos, date prisa, que llegamos tarde!»
- «Tienes que tomarte esta pastilla ahora mismo»
- «Ay, pobrecito, no te enteras de nada»
Esta forma de expresarte genera miedo en las personas con alzhéimer, que son mucho más sensibles a los cambios en el tono de voz.
Por eso, lo recomendable es usar un tono cálido en frases cortas y sencillas. Pronúncialas despacio y con pausas; transmitirás más calma y reducirás la ansiedad de la persona enferma.
5. Cambiar la rutina sin explicaciones ni anticipación
Las personas con alzhéimer necesitan predictibilidad y estructura: saber qué sucede en cada momento les proporciona sensación de control y seguridad.
Cuando alteras bruscamente sus horarios o actividades habituales, desestabilizas su mundo interno y pueden aparecer desorientación o negativa a cooperar.
¿Qué se puede considerar un cambio de rutina?
- Cambiar repentinamente el horario de las comidas sin avisar
- Llevarlos a un lugar nuevo sin preparación previa
- Modificar la disposición de su habitación sin explicación
Esto no significa que no puedas llevarlos a cabo de vez en cuando, pero sí debes anticiparlos con 24-48 horas de antelación y explicárselos de una forma manera simple y enfatizando los beneficios. Por ejemplo: «Vamos a visitar un lugar nuevo, será tranquilo y agradable».
6. Contradecir sus percepciones o discusiones inútiles
Argumentar con una persona con alzhéimer sobre sus percepciones o creencias es una de las 10 cosas que no hay que hacer y que más cuesta de cambiar.
Y es que tus argumentos no van a cambiar su percepción, sino que aumentarán su angustia.
¿Por qué? En su mundo, un hecho puede ser 100% cierto. Para esa persona tú también estás en él, así que no puede comprender que para ti no lo sea.
Estarás cayendo en este error si le rebates con frases como:
- «No, nadie te ha robado nada, está todo en su sitio»
- «Esa persona no existe, no hay nadie ahí»
- «Eso no es verdad, estás confundida/o»
En lugar de corregir, los expertos recomiendan aplicar la validación terapéutica, que se basa en aceptar la realidad del paciente y trabajar con ella.
Así, si la persona cree algo que no es real (por ejemplo, que debe ir a trabajar cuando ya está jubilada), no lo niegues y valida su emoción redirigiendo la conversación suavemente.
Por ejemplo, puedes decir: «Entiendo que quieras ir a trabajar, ¿te apetece tomar un café antes?».
Un simple gesto lleno de empatía y apoyo que evitará más de un roce entre vosotros.
7. Dejarlo solo sin supervisión prolongada
El alzhéimer es una enfermedad que, conforme avanza, aumenta el riesgo de accidentes, desorientación o caídas.
Por lo que dejar sola a una persona afectada por esta patología no es una buena idea, incluso si parece que está tranquila o lleva varios días estando bien.
De hecho, solo se recomienda que estén solas si están en la fase leve de la enfermedad (no más de 1-3 horas). En etapa moderada puedes ausentarte menos de una hora, y en etapa severa requiere supervisión continua.
Si quieres evitar accidentes y todo tipo situaciones peligrosas, te aconsejamos:
- Asegurarte de que siempre haya alguien cerca cuando salgas.
- Utilizar dispositivos de supervisión si nadie puede suplirte.
- Organizar períodos de supervisión con familiares o cuidadores.
- Realizar evaluaciones regulares de sus capacidades.
- Preparar el entorno de manera segura antes de salir (importantísimo quitar de su alcance medicamentos o elementos peligrosos).
Consulta con profesionales sanitarios si no sabes en qué estadio de la enfermedad se encuentra tu pariente y qué medidas de seguridad debes adoptar.
8. Ignorar señales de malestar o incomodidad
Las personas con alzhéimer pueden tener dificultades para expresar verbalmente sus necesidades o molestias, y esto puede hacer que sufran en silencio.
Como cuidador, es importante que estés atento a las señales no verbales, como la expresión facial y los gestos.
Además, algunos comportamientos son formas de comunicar una necesidad: inquietud puede indicar dolor, agitación para señalar incomodidad, y cambios en el apetito pueden revelar problemas médicos.
Ante cualquier sospecha, pregúntale de manera suave «¿Te duele algo?» o «¿Estás incómodo?». Lo recomendable es observar durante algunos días los patrones y comentarlos con el médico.
9. Hablar demasiado rápido o de forma complicada
Una de las 10 cosas que no hay que hacer con enfermos de alzhéimer es hablar demasiado rápido, usar frases complejas o abordar múltiples temas simultáneamente.
Esto sobrecarga su capacidad de procesamiento y, al sentirse abrumados, desconectan de la conversación.
¿Cómo puedes ayudarle a comunicarse contigo?
- Habla despacio, usando frases cortas y palabras sencillas.
- Repite la información con calma si ves que no te está entendiendo.
- Acompaña tus palabras de gestos y mantén el contacto visual.
- Asegúrate de que te está mirando antes de hablar.
Para que se entienda mejor, así es como no deberías hablar con ella:
«Tenemos que ir al médico a las tres, pero antes pasamos por el banco, y luego por la farmacia para recoger tus pastillas, y si da tiempo, podríamos ir a ver a tu hermana»
Mucho mejor decirle: «Vamos a ir al médico», (pausa) «¿Te parece bien?». O: «Vamos a recoger tus medicinas».
Una forma de acostumbrarte a este tipo de comunicación es aplicar la regla de «una idea por vez»: expresa una sola idea, espera su respuesta o comprensión, y luego continúa.
10. Tratarlo como a un niño o con condescendencia
Con el alzhéimer, las capacidades del enfermo cambian, pero no lo convierte en un niño.
Por eso, hablarle con diminutivos («¿Quieres ir al bañito?»), frases infantiles o en tono paternalista («¿Cómo está mi niño hoy?») puede resultarle humillante.
Y es que, aunque la persona tenga limitaciones cognitivas, mantiene su identidad adulta, su historia personal y sus preferencias.
De ahí que las personas de su entorno deban seguir tratándola con respeto, usando su nombre y conversando como lo harían con cualquier adulto.
¿Qué cosas sí hacer con una personas con alzhéimer?
Así como hay errores que no ayudan a la persona con alzhéimer y a la relación con su cuidador, también hay actitudes y estrategias que sí la favorecen.
En concreto, hay tres que generan un entorno positivo y contribuyen a que sienta seguro y comprendido:
Validar emociones antes que hechos
Cuando la persona expresa miedo, tristeza, confusión o cualquier otra emoción, lo más importante es reconocerla y validarla, incluso si tiene que ver con hechos ficticios.
Por ejemplo, si expresa miedo o ansiedad, responde: «Entiendo que te sientes preocupado. Estoy aquí contigo».
O, si lo que quiere ver a un familiar que ya no está, puedes responder: «Entiendo que le eches de menos y es muy bonito. Cuéntame sobre él».
Con esta respuesta estarás priorizando las emociones de la persona por encima de la corrección factual, una de las cosas que hemos visto que no debemos hacer.
Crear entornos seguros y previsibles
El diseño del entorno físico y cómo se relaciona con él influye directamente en el bienestar de la persona con alzhéimer.
Un entorno predecible y seguro reduce la ansiedad, mejora la orientación y promueve la independencia dentro de las capacidades de la persona.
Pero para que esto sea así es necesario adaptar la vivienda: eliminar obstáculos y peligros, instalar luces nocturnas, marcar claramente las estancias…
Para hacerlo, puedes preguntarte: ¿Qué podría confundir o asustar a mi ser querido? ¿Qué elementos le proporcionan seguridad?
Introduce cambios gradualmente y observa sus reacciones para ajustar según sus necesidades específicas.
Adaptarse al ritmo del paciente sin imponer
Las personas con alzhéimer tienen su propio tempo para procesar información, realizar actividades y expresarse, y este ritmo debe ser respetado y protegido.
Por ejemplo: si normalmente se vestía en 10 minutos, ahora puede necesitar 30. En lugar de apresurarlo, sé paciente, acompáñale y ayúdale.
Para ayudarle:
- Divide cada tarea en pequeños pasos.
- Prevé el doble de tiempo habitual para las actividades.
- Adáptalas según su energía y capacidad del día.
- Contempla descansos cuando sea necesario.
- Ofrece ayuda si crees que la necesita.
- Mantente presente sin presionar.
- Celebra cada logro.
Así, la persona no se sentirá presionada, no se frustrará y su autoestima se verá reforzada.
Al evitar estos errores comunes y adoptar enfoques más empáticos y respetuosos, no solo mejoras la calidad de vida de tu ser querido, sino que también fortaleces vuestra relación y reduces tu propio estrés como cuidador.
Aun así, recuerda: cada persona con alzhéimer es única, y lo que funciona para una puede no funcionar para otra.
Desde Sanitas recomendamos participar en grupos de apoyo para cuidadores, pues te ayuda a aprender estrategias de otros en tu misma situación.
Consulta nuestros otros consejos para afrontar el cuidado de una persona con alzhéimer, y aprende a cuidar bien. Nosotros también te acompañamos.
Referencias
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