La anemia en personas mayores es una alteración común y, sin embargo, muchas veces pasa desapercibida. En adultos mayores, especialmente en quienes superan los 80 o 90 años, esta condición puede afectar su energía, su movilidad y su calidad de vida. Por eso es importante conocer sus causas, los tipos más frecuentes y cómo se trata.
A continuación, explicamos de forma sencilla qué es la anemia en ancianos, qué síntomas puede provocar y cuándo conviene acudir al médico.
¿Qué es la anemia y por qué es frecuente en personas mayores?
La anemia es una disminución de la concentración de hemoglobina en la sangre, lo que impide que el oxígeno llegue de forma adecuada a los órganos y tejidos. En personas mayores, esta situación puede ser más delicada porque se suma a otros procesos de envejecimiento.
Las causas de anemia en personas mayores son variadas. Muchas veces se deben a enfermedades crónicas, déficits nutricionales o efectos secundarios de ciertos medicamentos. Con la edad, el cuerpo pierde parte de su capacidad para absorber nutrientes, lo que además influye en el desarrollo de la anemia.
Asimismo, en personas mayores de 80 o incluso de 90 años, es frecuente que convivan varios factores a la vez, lo que complica el diagnóstico si no se consulta a tiempo.
Tipos de anemia en mayores y ancianos
Existen diferentes formas de anemia en adultos mayores, y cada una tiene un origen distinto. Identificar el tipo es clave para elegir el tratamiento más adecuado.
Anemia asociada a enfermedades crónicas
Es una de las más habituales en personas mayores. Aparece en el contexto de enfermedades como insuficiencia renal, cáncer, enfermedades inflamatorias o infecciones persistentes. En este tipo de anemia, el cuerpo produce menos glóbulos rojos o no los utiliza correctamente.
No siempre da síntomas claros, pero puede provocar cansancio, debilidad o menor tolerancia al esfuerzo. Suele detectarse mediante análisis rutinarios.
Anemia ferropénica
Está causada por una falta de hierro. Puede deberse a una dieta deficiente, pero en ancianos también es común que se deba a pequeñas pérdidas de sangre crónicas, por ejemplo, a través del aparato digestivo. En estos casos, es esencial descartar sangrados ocultos como los provocados por úlceras o pólipos intestinales.
Es una de las pocas anemias que mejora notablemente con suplementos de hierro, siempre bajo control médico.
Anemia megaloblástica
En este tipo de anemia hay un déficit de vitamina B12 o ácido fólico. Puede estar causada por una dieta insuficiente, pero también por problemas de absorción intestinal, muy frecuentes en personas de edad avanzada.
Afecta especialmente a personas mayores de 80 años y puede provocar, además del cansancio habitual, síntomas neurológicos como hormigueos, inestabilidad al caminar o pérdida de memoria leve.
Anemia hemolítica
En este caso, el cuerpo destruye los glóbulos rojos más rápido de lo que puede producirlos. Es menos común, pero puede aparecer en la tercera edad como consecuencia de enfermedades autoinmunes, fármacos o infecciones.
Este tipo de anemia en ancianos suele requerir un seguimiento más específico, ya que su origen puede ser complejo.
Tratamiento y prevención de la anemia en la tercera edad
El tratamiento de la anemia en personas mayores depende siempre de la causa que la produce. Por eso es tan importante un diagnóstico médico completo antes de iniciar cualquier suplemento o cambio en la dieta.
En general, el tratamiento puede incluir:
- Ajuste de la dieta para asegurar el aporte de hierro, vitamina B12 y ácido fólico.
- Suplementos nutricionales bajo control sanitario.
- Revisión y modificación de la medicación si se detecta que algún fármaco contribuye a la anemia.
- En casos más graves, puede ser necesario realizar transfusiones o utilizar medicamentos para estimular la producción de glóbulos rojos.
Para prevenir la anemia, se recomienda una alimentación variada, evitar ayunos prolongados, mantenerse hidratado y realizar chequeos de salud de forma periódica. Si hay síntomas como fatiga constante, palidez o falta de apetito, es recomendable acudir al médico.
En personas mayores de 90 años, el seguimiento debe ser aún más cuidadoso, ya que la anemia puede afectar al equilibrio, la atención y la capacidad de recuperarse ante cualquier otro problema de salud.
La anemia en personas mayores no es una consecuencia inevitable del envejecimiento. Con una buena detección y seguimiento adecuado, se puede tratar de forma eficaz y prevenir muchas de sus complicaciones. En Sanitas, acompañamos a los mayores y sus familias con una atención centrada en el bienestar, la prevención y el cuidado integral.