Claudicación intermitente: síntomas, causas y soluciones

21/07/2025
claudicación intermitente arterioesclerosis

La claudicación intermitente es una afección circulatoria que afecta principalmente a las piernas. Se caracteriza por dolor, calambres o fatiga muscular al caminar, síntomas que obligan a detenerse y descansar para aliviar las molestias. Aunque suele confundirse con el cansancio propio de la edad, es importante conocer qué es la claudicación intermitente y cómo tratarla correctamente para mejorar la calidad de vida.

¿Qué es la claudicación intermitente y por qué aparece?

La claudicación intermitente es un síntoma característico de la enfermedad arterial periférica. Ocurre cuando las arterias que llevan la sangre a las piernas se estrechan u obstruyen, reduciendo el flujo sanguíneo durante el esfuerzo físico. Como consecuencia, los músculos reciben menos oxígeno al caminar, provocando dolor o fatiga.

La interrupción de la actividad alivia el dolor, ya que disminuye la demanda de oxígeno en la musculatura. Este patrón (dolor al caminar que desaparece al descansar) es lo que da nombre a esta afección.

Principales causas y factores de riesgo

La causa principal de la claudicación intermitente es la arterioesclerosis, es decir, el endurecimiento y estrechamiento de las arterias por acumulación de placas de grasa y calcio. Los factores que favorecen este problema son:

  • Tabaquismo.
     
  • Diabetes mal controlada.
     
  • Hipertensión arterial.
     
  • Colesterol elevado.
     
  • Vida sedentaria.
     
  • Edad avanzada.
     

Las personas mayores tienen más riesgo debido al desgaste natural del sistema circulatorio, pero el tabaquismo y la falta de ejercicio son los principales responsables de la progresión de esta enfermedad.

Síntomas más frecuentes de la claudicación intermitente

Reconocer los síntomas de claudicación intermitente es esencial para evitar complicaciones graves. La mayoría de las personas tiende a normalizar las molestias al caminar, pensando que son un signo natural del envejecimiento. Sin embargo, este dolor no es normal y refleja una alteración importante del flujo sanguíneo hacia las piernas.

El síntoma principal es el dolor muscular durante la marcha, que aparece siempre al realizar un esfuerzo y obliga a detenerse para aliviarlo. La intensidad varía según el grado de obstrucción arterial, pero la característica básica es que el dolor desaparece al descansar.

Cómo identificar el dolor típico al caminar

El dolor intermitente al caminar, también conocido como “claudicación”, suele describirse como:

  • Sensación de calambres o pesadez en las piernas, especialmente en los gemelos.
     
  • Dolor punzante o sensación de quemazón en muslos y glúteos.
     
  • Debilidad muscular o fatiga anormal que dificulta avanzar.
     

Es importante entender que el dolor es reproducible: aparece siempre después de caminar una distancia determinada y obliga a parar. Tras unos minutos de reposo, el flujo sanguíneo se restablece y las molestias desaparecen. Este patrón de dolor durante el esfuerzo y alivio con el reposo es característico de la claudicación intermitente.

A medida que la enfermedad avanza, la distancia que el paciente puede recorrer antes de que aparezca el dolor se acorta. En fases graves, el dolor puede presentarse incluso en reposo, especialmente por la noche, dificultando el descanso. En estos casos se habla de isquemia crítica de los miembros inferiores, una urgencia médica.

¿Cuándo hay que acudir al médico por claudicación intermitente?

Se recomienda acudir al médico ante cualquier síntoma persistente de dolor o fatiga en las piernas al caminar, especialmente si:

  • El dolor aparece en trayectos cortos o durante actividades cotidianas.
     
  • Las piernas presentan cambios de temperatura, estando más frías al tacto.
     
  • Se observan cambios de coloración, con áreas pálidas, azuladas o rojizas.
     
  • La piel de las piernas se vuelve fina, brillante o presenta retraso en la cicatrización de pequeñas heridas.
     
  • Se nota pérdida de vello en la parte inferior de las piernas o los pies.
     

Estos síntomas indican una afectación circulatoria significativa. Ignorarlos puede derivar en complicaciones como úlceras crónicas, infecciones o incluso la necesidad de amputación si la isquemia avanza sin tratamiento.

Consultar a un profesional sanitario permitirá confirmar el diagnóstico mediante pruebas como el índice tobillo-brazo o ecografías doppler, y establecer un plan de tratamiento adaptado para frenar la progresión de la enfermedad y aliviar los síntomas. La claudicación intermitente no es una consecuencia inevitable del envejecimiento, sino un signo claro de enfermedad arterial que debe tratarse.

¿Es reversible la claudicación intermitente?

Una de las preguntas más habituales es si es reversible la claudicación intermitente. Aunque el daño arterial no puede revertirse completamente, un tratamiento adecuado puede detener su progresión y mejorar los síntomas de forma significativa.

Tratamientos para la claudicación intermitente

El tratamiento se basa en dos pilares:

  • Control de factores de riesgo: dejar de fumar, controlar la diabetes, la hipertensión y el colesterol es esencial para frenar el avance de la enfermedad.
     
  • Medicación: el médico puede prescribir antiagregantes plaquetarios o fármacos vasodilatadores para mejorar el flujo sanguíneo.
     

En casos graves, donde el dolor limita severamente la actividad diaria, se valora la posibilidad de realizar una revascularización mediante cirugía o técnicas endovasculares.

Cambios en el estilo de vida que marcan la diferencia

El ejercicio físico es el tratamiento más efectivo. Caminar diariamente hasta el límite del dolor (sin forzar) y descansar mejora la circulación colateral y favorece el aporte sanguíneo a los músculos. La constancia en este ejercicio supervisado es clave para reducir el dolor y aumentar la distancia recorrida antes de que aparezcan molestias.

Prevención y cuidados en el día a día

Prevenir la progresión de la claudicación intermitente en la tercera edad es posible adoptando medidas diarias que refuercen la salud vascular.

Ejercicio físico moderado: clave para mejorar

Caminar a diario es la mejor terapia para la claudicación. El ejercicio supervisado no solo mejora la circulación, sino que reduce el riesgo cardiovascular general. Es importante establecer una rutina de marcha adaptada, evitando el sedentarismo.

Alimentación y control de factores de riesgo

Seguir una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, pescado azul y grasas saludables (como el aceite de oliva) ayuda a controlar el colesterol y la hipertensión. Reducir el consumo de sal, grasas saturadas y azúcares es primordial. El abandono del tabaco es prioritario, ya que fumar es el principal factor que empeora la claudicación intermitente.

En Sanitas, recomendamos a las personas diagnosticadas de claudicación un seguimiento médico regular y un plan de ejercicio personalizado. Con un tratamiento adecuado y hábitos saludables, es posible frenar el avance de la enfermedad y recuperar calidad de vida. Actuar a tiempo es la mejor prevención.

Miryam Piqueras Bravo

Miryam Piqueras Bravo

Directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores

Contenido revisado por profesionales médicos y especializados de Sanitas Mayores.

La información facilitada por este medio no puede, en modo alguno, sustituir a un servicio de atención médica directa, así como tampoco debe utilizarse con el fin de establecer un diagnóstico, o elegir un tratamiento en casos particulares. En este servicio no se hará ninguna recomendación, explícita o implícita, sobre fármacos, técnicas, productos, etc... que se citarán únicamente con finalidad informativa. La utilización de este servicio se lleva a cabo bajo la exclusiva responsabilidad de los usuarios.

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