La sensación de dolor es física y por tanto objetiva. Pero no así el sufrimiento, que es la reacción emocional ante el dolor, que varía de una persona a otra y condiciona claramente la gestión del dolor crónico y la actividad vital. Todas las personas que se encuentran en esta situación tienen días buenos y días malos, pero en unos casos los días malos pueden deberse a un exceso de actividad física y en otras porque están pensando continuamente en el dolor.
- Relajación: se basa en la hipótesis de que el dolor genera tensión y ansiedad, lo que puede causar un aumento de la intensidad con que se percibe. La aplicación de técnicas de relajación favorece una disminución de la actividad adrenérgica y un incremento de la parasimpática, reduciendo así la tensión y la ansiedad y, como consecuencia, la percepción del dolor.
- Biofeedback: el organismo dispone de mecanismos que le permiten modular el dolor mediante la producción de opioides endógenos. Esta técnica tiene como objetivo normalizar los sistemas naturales de regulación fisiológica que están alterados. Hay evidencias clínicas de su eficacia en pacientes con dolor causando por una lumbalgia crónica, cefaleas y trastornos temporomandibulares.
- Hipnosis: según los datos disponibles en la literatura científica esta técnica tiene una eficacia similar a la de relajación. Puede servir para que el paciente se concentre en un estímulo concreto y relegue el dolor a la parte inconsciente.
- Técnicas operantes: se basan en el hecho de que el dolor tiene componentes cognitivos emocionales y conductuales, de modo que su objetivo es eliminar las conductas causadas por el dolor, restablecer la actividad diaria que no realiza a causa del dolor y promover la práctica del ejercicio físico. Existen diferentes técnicas de este tipo que se aplican sucesivamente:
- Terapia de aceptación y compromiso: se trata de que el paciente acepte el dolor y se comprometa a luchar por objetivos vitales, en vez de mantener una estrategia de evitación para afrontar el dolor.
- Mindfulness: guarda cierta similitud con la terapia de aceptación, ya que persigue que el paciente acepte el dolor y reduzca la evitación, además de adquirir un mayor control de los procesos de atención relacionados con la percepción del dolor.
- Escritura emocional: se ha introducido recientemente en el tratamiento del dolor crónico y puede ser muy útil para facilitar la comunicación con las personas del entorno (familia y amigos).
- Terapia cognitivo-conductual: son las más empleadas en el tratamiento del dolor crónico y se ha demostrado que, junto a un tratamiento médico adecuado, permiten reducir el dolor y los estados de ánimo negativos, lo que se concreta en una disminución de sus efectos incapacitantes.