La encefalitis es una enfermedad producida generalmente por infecciones causas por diferentes microorganismos -en la mayoría de los casos virus- y que se caracteriza por una inflamación del cerebro. También puede ser originada por una reacción alérgica a vacunas o estar asociada a la existencia de un cáncer o una enfermedad del sistema inmunitario.
Es frecuente, de hecho, que la encefalitis esté considerada como una complicación de otras enfermedades infecciosas como:
• Meningitis.
• Paperas.
• Sarampión.
• Varicela.
• Rubeola.
• Sífilis.
• Ttoxoplamosis, etc.
La infección, no obstante, también puede estar causa por picaduras de insectos, como el mosquito o la garrapata, mordeduras de animales, como es el caso de la rabia, o a través de la alimentación, mediante la ingestión de carne de animales infectados -éste es el caso de la alarma sanitaria que se suscitó en los 90 ante el consumo de carne de “vacas locas”-.
Pese a todo la encefalitis es una enfermedad poco frecuente. Los síntomas más característicos son los siguientes:
• Fiebre leve o moderada.
• Dolor de cabeza.
• falta de energía.
• Confusión y desorientación.
• Torpeza.
• Vómitos.
• Irritabilidad.
En los niños y recién nacidos puede detectarse por que se produce rigidez en el cuerpo, llanto más frecuente de lo habitual, no quiere comer o come peor, tiene vómitos o la fontanela resulta más apreciable a la vista.
La inflamación del tejido cerebral propia de la encefalitis puede causar tanto edemas como hemorragias cerebrales, lo que ocasiona una sintomatología mucho más alarmante, que requiere el ingreso de urgencia en un centro hospitalario, con el fin de evitar daños cerebrales importantes:
• Pérdida de conocimiento.
• Dolor de cabeza intenso.
• Parálisis.
• Crisis epiléptica.
• Alteración de las funciones mentales.
Tratamiento de la encefalitis
Para muchos de los virus que pueden producir encefalitis existen vacunas que están incluidas en el calendario vacunal oficial. No obstante, en caso de que se produzca el tratamiento tiene una doble orientación. Por un lado el uso de antivirales o antibióticos para combatir la infección que la a causado. Por otro y dependiendo de la sintomatología y la gravedad, puede ser necesario el uso de anticonvulsivos o esteroides, entre otros medicamentos. El reposo, la rehidratación y la alimentación también son aspectos importantes del tratamiento.