La diabetes es una enfermedad crónica que se caracteriza porque el organismo pierde su capacidad para producir insulina o, en todo caso, para que ésta cumpla su función con eficacia: permitir que la glucosa contenida en los alimentos llegue a todas las células del organismo para transformarse en la energía que los tejidos necesitan para poder funcionar. Las personas con diabetes no metabolizan correctamente la glucosa, de modo que ésta permanece en el torrente sanguíneo, mientras que los tejidos no reciben la cantidad que necesitan.
Sin embargo, hay diferentes tipos de diabetes:
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Diabetes tipo 1: en el 13% de los casos se hereda una predisposición para desarrollar esta enfermedad que se caracteriza por una reacción autoinmune del organismo, de modo que éste ataca a las células del páncreas en las que se produce la insulina, si bien no se sabe aún por qué ocurre. Suele iniciarse durante la infancia y la adolescencia, aunque puede afectar a personas de cualquier edad. Los síntomas habituales se refieren a una sed anormal con sequedad de boca, necesidad de orinar frecuentemente, cansancio o fatiga, hambre, pérdida de peso repentina, las heridas curan lentamente, se producen enfermedades infecciosas de forma recurrente y en ocasiones visión borrosa. Los pacientes con este tipo de diabetes deben inyectarse diariamente insulina y requieren un seguimiento continuo. El tratamiento debe complementarse con una dieta específica y la práctica habitual de ejercicio físico. No obstante, pueden llevar una vida completamente normal.
- Diabetes tipo 2: se la conoce también como diabetes del adulto, aunque en la actualidad se ha producido un importante aumento de su incidencia entre la población infantil. Además de la edad, otros factores de riesgo que predisponen a este tipo de diabetes son la obesidad, el sedentarismo, una alimentación inadecuada y los antecedentes familiares (puede ser de origen genético en un 20% de los casos). En este caso, el organismo sí puede producir insulina, pero su acción no tiene la eficacia necesaria (resistencia a la insulina) y ello conlleva la acumulación de glucosa en la sangre. Este tipo de diabetes puede mantenerse asintomática durante mucho tiempo antes de que sea diagnosticada, generalmente tras una analítica de sangre rutinaria. Si no se trata adecuadamente, lo que implica el control de los niveles de glucosa en sangre en cifras de normalidad, puede tener importantes consecuencias para la salud: accidentes cardiovasculares y cerebrovasculares, neuropatías periféricas, amputación de uno o los dos pies, etc.
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Diabetes gestacional: se produce en fases avanzadas del parto y en general suele desaparecer después de que éste se produzca. Se origina porque el organismo no puede producir la cantidad de insulina necesaria o utilizarla correctamente para aportar la suficiente energía a los tejidos del organismo. Esta diabetes debe ser tratada, si bien generalmente puede bastar con una dieta adecuada, aunque en ocasiones es necesario el uso de insulina o de medicamentos orales que peritan controlar los niveles de glucosa en sangre. Es importante destacar que las mujeres que han sufrido este tipo de diabetes tienen un mayor riesgo que las demás de desarrollar una diabetes tipo 2 con el paso del tiempo. Asimismo, los hijos de mujeres que han tenido este tipo de diabetes durante su gestación presentar un mayor riesgo de ser obesos y de desarrollar una diabetes tipo 2.
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Diabetes relacionada con fibrosis quística: la fibrosis quística afecta, entre otros órganos, al páncreas, lo que comportan un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad, que suele aparecer en la segunda década de la vida.
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Diabetes MODY: se debe a la existencia de alteraciones genéticas de las células beta (hay hasta siete genes implicados), que son las encargadas de producir la insulina. Es de carácter hereditario, por lo que es frecuente encontrar a tres generaciones de una misma familia afectadas. Se caracteriza porque el diagnóstico se produce antes de los 25 años de edad y los pacientes no necesitan inyectarse insulina al menos durante los primeros cinco años.
- Diabetes secundaria a medicamentos: algunos medicamentos pueden alterar la producción o la funcionalidad de la insulina, como es el caso de los glucocorticoides o los inmunosupresores.