Una alimentación equilibrada y la práctica regular de ejercicio físico pueden ser suficientes, al menos en un principio, para controlar la diabetes tipo 2. De hecho, el ejercicio permite consumir la energía que el organismo obtiene a partir de la glucosa y la grasa. Concretamente, en los primeros 30 minutos de ejercicio moderado se consume la glucosa acumulada en los músculos y en la sangre, mientras que en los 30 siguientes el organismo recurre a la que está almacenada en el hígado.
Después de este tiempo y agotadas las reservas de glucosa, se empieza a quemar grasa. Por otra parte, las personas con diabetes tipo 2 consumen menos oxígeno que los no diabéticos, lo que mejora claramente con la actividad física regular.
Consecuentemente, el ejercicio físico reduce significativamente los niveles de glucemia (glucosa en sangre), incrementa el gasto calórico global y permite la eliminación de grasas, reduciendo el colesterol. Además también contribuye a reducir la hipertensión arterial. Por tanto, también tiene un efecto global sobre el riesgo cardiovascular, convirtiéndose en la mejor forma de prevenir las enfermedades cardiovasculares.
La medida en que el ejercicio reducirá los niveles de glucosa en sangre dependerá de la duración y la intensidad del mismo, y se mantendrá durante 12-24 horas después de realizado el esfuerzo. Asimismo, también se reducirá la concentración de grasa en el hígado, algo muy frecuente en personas con diabetes tipo 2 (hígado graso), propiciando una reducción de peso, del perímetro abdominal y un aumento del consumo de oxígeno, lo que en su conjunto reducirá claramente el riesgo cardiovascular.
Contraindicaciones
Pese a sus claros beneficios, el ejercicio físico está contraindicando en determinadas situaciones:
- Cuando las cifras de glucosa en sangre antes de iniciar el ejercicio es superior a 250 mg/dl. De ahí la importancia de medirse todos los días la glucemia y de forma específica antes de realizar una actividad física intensa.
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Cuando el diabético tiene una enfermedad infecciosa activa.
Por otra parte, debe mantener un control riguroso por parte del médico ante la coexistencia de determinadas patologías:
- El riesgo de sufrir un desprendimiento de retina a causa de la existencia de una retinopatía diabética.
- Sufrir una nefropatía diabética.
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Riesgo de pie diabético.
Todo ello indica la necesidad de realizar una exploración completa a las personas con diabetes tipo 2 antes de recomendarles la práctica regular de ejercicio. Una de las recomendaciones más importantes en este sentido, es someter al paciente a una prueba de esfuerzo, especialmente si hace más de diez años que se le diagnóstico su enfermedad y es mayor de 35 años.
Tipo de ejercicio
En función de los resultados de la exploración realizada previamente, el médico establecerá las recomendaciones de actividad física diaria más adecuada para cada paciente. En cualquier caso, su práctica requerirá un calentamiento previo de al menos cinco minutos que permita preparar el corazón y los pulmones para un ejercicio más intenso. Antes de finalizarlo, se reducirá gradualmente su intensidad hasta que la frecuencia cardíaca sea la misma que antes de iniciarlo.
Teniendo esto en cuenta, el médico recomendará el tipo de ejercicio más adecuado para las características de cada paciente:
- Ejercicios de intensidad suave: caminar.
- Ejercicios de intensidad moderada: natación, montar en bicicleta, golf, baile, etc.
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Ejercicios de alta intensidad: correr, tenis, montañismo, etc.
Es conveniente ingerir una pieza de fruta por cada hora de ejercicio con el fin de evitar que se produzca una hipoglucemia, especialmente si la intensidad del ejercicio moderada es alta o moderada.