Actualmente el cáncer de vejiga está entre los cinco tipos de cáncer de mayor incidencia. Se suele diagnosticar en torno a los 70 años, aunque se puede producir a edades más tempranas y en muchos casos se detecta en fases iniciales, lo que aumenta significativamente las posibilidades de curación en relación a otros tumores.
Factores de riesgo del cáncer de vejiga
Es importante resaltar que en el 40% de los casos el desarrollo de este tipo de cáncer está determinado por el consumo de tabaco, ya que los numerosos componentes carcinógenos que se inhalan con el humo del cigarrillo se excretan a través de la orina y por tanto hay un riesgo elevado de que afecten a los tejidos de la vejiga. Y ello implica que este tipo de cáncer se puede evitar no fumando o dejando de fumar.
Otros factores de riesgo se refieren a la exposición a determinadas sustancias químicas y metales de uso industrial. No obstante, en la actualidad se está manejando la hipótesis de que exista una relación entre causa-efecto entre este tipo de cáncer y la infección por el papilomavirus (VPH). También existe algún fármaco que, como es el caso de la ciclofosfamida, puede favorecer el desarrollo de un tumor en la vejiga.
Síntomas del cáncer de vejiga
El principal signo que lleva a la sospecha de la existencia de un cáncer de vejiga es la hematuria (presencia de sangre en la orina) sin que se constate ningún tipo de dolor cuando se orina. Este síntoma, sin embargo, puede darse en otras patologías de las vías urinarias, como las infecciones y la formación de cálculos.
- En ausencia de hematuria pueden darse otros síntomas:
- Necesidad de orinar con mayor frecuencia de lo habitual.
- Orinar en pequeñas cantidades y tener que volver a hacerlo poco tiempo después.
- Molestias en la micción (dolor o escozor).
También en este caso se trata de síntomas comunes a otras patologías urinarias.
En los casos más avanzados los síntomas vienen definidos por la existencia de metástasis, siendo las localizaciones más frecuentes los huesos y los pulmones.
Tratamiento del cáncer de vejiga
El tipo de tratamiento dependerá de la fase en que el cáncer vejiga se encuentre en el momento del diagnóstico, atendiendo a su clasificación en función del sistema TNM –tumor primario, número de ganglios linfáticos afectados y existencia o no de metástasis–.
Hay que decir, sin embargo, que este tipo de cáncer se detecta con bastante frecuencia en fases iniciales, lo que permite que el tratamiento sea curativo en muchas ocasiones. Así, en fases muy iniciales se extirpa el tumor por vía endoscópica o resección transuretral, lo que se puede complementar o no, según el criterio del oncólogo, con quimioterapia o inmunoterapia que se administran directamente en la vejiga por vía transuretral. No obstante, en estos casos el riesgo de reaparición del cáncer es significativo.
En el siguiente estadio, en el que el tumor se infiltra hasta el músculo de la vejiga, dado el alto riesgo de metástasis, se tiende a extirpar la totalidad de la vejiga y reconstruir el sistema urinario en el mismo acto quirúrgico; aunque también cabe realizar un tratamiento más conservador con la aplicación de quimio y radioterapia, cirugía conservadora o combinando ambas. En este último caso, se debe realizar un estrecho seguimiento del paciente para detectar lo antes posible eventuales recidivas.
En el estadio III, las opciones de tratamiento son las mismas que en el caso anterior, aunque lo habitual es recurrir a la opción más agresiva (ablación total de la vejiga).
Finalmente, cabe añadir que la cirugía no es posible cuando el cáncer se ha propagado a otros órganos (estadio IV), por lo que el tratamiento tiene un objetivo estrictamente paliativo, ya que no es posible la curación.