Aproximadamente el 40% de los cánceres de vejiga tienen en el tabaco su principal factor de riesgo. Es un cáncer frecuente, el octavo por incidencia, pero la mayoría de los casos se diagnostican cuando la enfermedad no está muy avanzada, lo que facilita su curación. En general, la detección del cáncer de vejiga se debe a la presencia de sangre en la orina, aunque también se producen molestias al orinar y en ocasiones dolor pélvico.
Si el tumor se encuentra en una fase muy inicial, el tratamiento con una combinación de radioterapia y quimioterapia puede bastar para eliminarlo. Algunos estudios parecen indicar que cuando esta opción terapéutica no es curativa, si se aplica antes de la cirugía puede reducir el riesgo de una recaída.
Por lo general, el tratamiento del cáncer de vejiga implica la realización de una cistetctomía, una intervención quirúrgica en la que se extirpa parcial o totalmente la vejiga. En algunos casos esta cirugía es no invasiva y se realiza por vía transuretral. El tratamiento se completa con quimioterapia, aunque no siempre es necesario, dependiendo de la fase de desarrollo en que se encuentre la enfermedad. La quimioterapia es también la opción de tratamiento para aquellos pacientes con enfermedad avanzada que no son susceptibles de cirugía. En tales casos el objetivo del tratamiento será el de reducir los síntomas y aumentar el tiempo de supervivencia.
