Hay enfermedades que se caracterizan porque el organismo produce, en exceso, en defecto o de forma anómala un tipo concreto de células sanguíneas derivadas de las células madre presentes en la médula ósea.
En muchos casos, el trasplante de médula ósea o de progenitores hematopoyéticos es la única opción terapéutica para el paciente, pues de este modo se pueden sustituir las células dañadas por otras sanas.

En consecuencia, la donación de médula ósea en cualquiera de sus modalidades (por células madre obtenidas de la médula ósea, la sangre periférica o la sangre del cordón umbilical) puede salvar la vida a personas que sufren enfermedades potencialmente mortales:
- Leucemia.
- Linfoma.
- Mieloma múltiple.
- Aplasia medular.
- Neutropenia congénita.
- Anemia aplásica o depranocítica.
- Talasemia.
- Síndromes de inmunodeficiencia grave.
-
Pacientes con cáncer en los que la quimioterapia ha destruido su médula ósea.
La importancia de hacerse donante de médula ósea, previa inscripción en el Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO) se adquiere al saber que únicamente el 30% de las personas que necesitan un trasplante de este tipo encuentran un donante compatible que les proporcione la esperanza de curación.
Esta misma razón debería impulsar a las mujeres embarazadas a donar la sangre del cordón umbilical de su bebé en el momento del parto, máxime cuando se abren las opciones de curación a enfermos para los que no se ha encontrado un donante de médula ósea vivo compatible.