La lumbalgia, o dolor lumbar, es un problema muy habitual entre la población general, tanto en niños, como en adultos o en personas mayores. Este tipo de dolor se localiza en la parte baja de la espalda, pero solo en un 20 % de las ocasiones tienen origen en una casusa conocida como puede ser una enfermedad inflamatoria -espondilitis anquilosante-, infecciones -tuberculosis- o tumores -mieloma múltiple, cáncer de mama, pulmón, etc.-.
En general, se debe a un origen inespecífico, ya que puede deberse a múltiples factores –una mala postura, haber levantado demasiado peso, una lesión muscular, estrés, etc.-. En cualquier caso, se detectará por un dolor local o irradiado que dependerá del grado de afección. También es normal que se note inflamación en la zona y contracturas musculares. Cuando la lumbalgia es más grave puede llegar a producir hormigueo o adormecimiento de la zona y problemas de movimiento.

Tratamiento de la lumbalgia
El médico determinará el tipo de tratamiento más adecuado en función del grado de dolor, si existe una enfermedad que pueda originar la lesión o no y el avance de la lumbalgia. En estadios iniciales la lumbalgia puede curarse con medidas sencillas como:
- Aplicación de calor y/o frío: para ayudar a bajar la inflamación de la espalda es adecuado aplicar compresas o bolsas de gel frío. Si la dolencia es crónica el calor también ayuda a relajar el musculo. Aunque se puede alternar calor y frío.
- Descanso: el reposo es un recurso habitual cuando existe dolor de espalda, en posición tumbada y boca arriba. Sin embargo, si se prolonga esta postura puede resultar perjudicial y retrasar la recuperación.
- Actividad: es importante normalizar la situación y realizar toda actividad posible para el paciente.
- Terapia farmacológica: es común la administración de antiinflamatorios que a su vez ayudan a aliviar el dolor. Aunque en otras ocasiones es más recomendable tomar un relajante muscular. Es importante que sea el propio médico quien establezca la mejor pauta a cada paciente.
- Fisioterapia: los ejercicios específicos para la lumbalgia, que contemplan ejercicios aeróbicos, de estiramiento y de fortalecimiento muscular, son de gran ayuda para aliviar el dolor y recuperar la movilidad de la espalda. Así como, para la prevención de nuevos episodios de lumbalgia.
- Terapias alternativas: la práctica de deportes como tai-chi, pilates, yoga, etc. ayudan a fortalecer los músculos de la espalda y están recomendado para las personas con lumbalgia aguda o crónica.
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Higiene postural: para tener una recuperación más rápida y evitar las posturas o movimientos que pueden volver a provocar un episodio de lumbalgia es necesario aprender tener una postura adecuada.
Si tras el tratamiento inicial la lumbalgia no desaparece y no existe enfermedad que la origine, como una infección, tumor o inflamación, puede ser debido a lesiones vertebrales o de un disco vertebral (artrosis, fracturas por aplastamiento, hernia discal, etc.) es posible que se plantee la necesidad de optar por la cirugía. Dependiendo de la causa, son numerosas las técnicas que se pueden utilizar. Unas buscan liberar la presión sobre el nervio comprimido y otras reducen la movilidad de la articulación vertebral afectada mediante su fijación con una lámina de metal.
Lo importante es siempre contar con un diagnóstico adecuado y que el cirujano o el traumatólogo informen de las diferentes opciones atendiendo a las características del paciente. Generalmente, la mayoría de las lumbalgias tienen un buen pronóstico, solo un porcentaje muy bajo se cronifican.