Cuando un familiar alcanza un nivel en el que es imposible mantenerlo en casa y llega el momento de ingresarlo en una residencia, el nudo que se te pone en el estómago es difícil de soportar.
El ingresar a mi madre en esta residencia ha sido lo mejor que nos ha podido pasar a ella y a nosotros.
Desde el primer día, Sheila con su atención, facilitándonos todos los trámites.
Luego, desde las recepcionistas, Laura y Rebeca, las supervisoras, Eva y Mercedes, la psicóloga, Yaneli, David, fisio, trabajadoras sociales, Sara y Marina y cómo no, el resto de trabajadores que hacen que tu ser querido cuando habla de su casa, se refiere a su habitación de la residencia.
Aunque todas son geniales, quiero resaltar a Carmina que cuando tiene que levantar a mi madre y no le viene bien, empieza a cantarle el Himno de la Coronación de la Virgen y automáticamente la convierte en puro chocolate.
Tambien quiero referirme a los servicios médicos, a la calidad en las comidas, a la limpieza, al aseo personal y como no, a ese maravilloso chat en el que parece que estés hablando con tu madre todos los días.
Me he extendido un poco pero, quiero dejar constancia de la satisfacción personal que sientes cuando ves que una persona tan querida para tí, como es tu madre, se siente tratada como una reina.
Os doy las gracias públicamente y espero con esta reseña ayudar a tantas personas que se encuentran en una situación como la mía, que puedan sentir un pequeño recelo por dejar a su familar en una residencia.
No os preocupeis, aquí los problemas se acaban y todo vuelve a funcionar como la seda.
Muchas gracias por leerme.- Isabel