En rigor, en cirugía el legrado o curetaje define el uso de una legra o cureta para extraer cualquier tipo de tejido del útero. Sin embargo en la actualidad este término se utiliza de manera genérica para denominar una intervención conocida como dilatación y legrado, que consiste en la dilatación del cuello uterino con el uso de un espéculo para introducir un instrumento hasta el útero y proceder al raspado del endometrio para obtener tejido.
Las razones por las que se utiliza este tipo de intervención, que se realiza en el hospital y bajo anestesia general o local son muy diferentes:
- Realizar una biopsia de una masa previamente detectada en la pared del útero y, tras el correspondiente estudio anatomopatológico, determinar si se trata de un granuloma, un cáncer de útero u otro tipo de tumor.
- Extraer el embrión y los materiales producidos por el embarazo cuando se produce un aborto espontáneo y éste no puede ser eliminado de forma natural.
- Practicar un aborto terapéutico o quirúrgico antes de cumplirse los tres meses de embarazo.
- Para el tratamiento de sangrados intermenstruales o reglas muy abundantes.
- Tratar una poliposis uterina.
- Con el fin de extraer un dispositivo intrauterino (DIU) que ha quedado incrustado.
- Si se produce un sangrado una vez superada la menopausia en mujeres que están siguiendo un tratamiento hormonal sustitutivo.
- Si se ha producido un engrosamiento del endometrio.
- Investigar posibles causas de infertilidad.

Como cualquier intervención quirúrgica esta intervención no está exenta de riesgos. A los propios de la anestesia y la posibilidad de que se produzca una infección o alguna hemorragia, hay que sumar otros que le son propios:
- Punción en el útero.
- Dañar el endometrio.
- Desgarro o rotura del cuello del útero.
- No extraer la totalidad de los tejidos generados por el embarazo cuando se produce un aborto espontáneo o inducido.
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Síndrome de Asherman, al producirse adherencias uterinas, lo que es causa de infertilidad.
En general, para la realización de un legrado se requiere una hospitalización de 24 horas y recuperar la actividad normal de forma prácticamente inmediata. No obstante, en los días posteriores se pueden presentar episodios de sangrado vaginal, dolor de espalda y dolores pélvicos. Todo ello es algo normal, aunque en caso de dudas se puede consultar con el ginecólogo. Lo importante es que en los días posteriores a la intervención no deben utilizarse tampones y es necesario mantener abstinencia sexual durante un periodo de dos semanas.