La hiperfagia o exceso de apetito es un trastorno que pueden sufrir los pacientes con demencia debido a las lesiones que la enfermedad puede provocar en el cerebro. En este artículo te contamos el caso de Valentía, explicamos qué puede provocar estos cambios alimenticios y cómo podrías afrontarlos.
El caso de Valentia
Cuando en el hospital llegaba la hora de la comida, la madre de Mercedes acaparaba todas las miradas. Valentina siempre había sido menuda, pero la demencia había dejado su cuerpo casi en los huesos.
En el hospital, servían primer plato, segundo y postre, y en raciones generosas. Las compañeras de habitación de Valentina -ya había tenido varias- que solían ser más fuertes que ella, no se lo acababan, pero la madre de Mercedes se lo comía todo.
Cuando ‘sus vecinas’ se percataban, no dejaban de asombrarse. “Pero dónde lo mete”, le solían decir. Mercedes, entonces, solo acertaba a sonreír, orgullosa de que su madre comiera tan bien, pero la verdad es que eso mismo se preguntaba ella: a dónde iría toda esa comida.
En esta última etapa, su madre tenía hambre a todas horas. Un nuevo hábito que no dejaba de sorprenderla porque cuando era joven era más bien de comer poco. Pero, entonces, Mercedes no sabía que los trastornos en la alimentación que presentaba su madre estaban relacionados con la demencia que sufría.
Según el estudio japonés, La relación entre los trastornos alimenticios y la gravedad de la demencia en pacientes con alzhéimer, determinados cambios en la alimentación se suceden a medida que la demencia progresa, como los problemas para tragar, un cambio en el apetito, un cambio en los hábitos a la hora de comer y el consumo de objetos no comestibles.
Uno de estos trastornos, como el que sufría la madre de Mercedes, se denomina hiperfagia.
Qué es la hiperfagia y a qué puede ser debida
La hiperfagia es el término que se emplea para denominar cuando una persona experimenta un hambre excesivo. La demencia puede provocar que algunas personas coman demasiado. Estos cambios pueden ser consecuencia de las lesiones que sufre el paciente en su cerebro.
La afectación del hipotálamo, el centro regulador del apetito, puede producir que el paciente cuando coma no experimente la sensación de sentirse saciado. Y, además, puede experimentar un deseo desmesurado de comer determinados tipos de alimentos, como los dulces.
Este tipo de trastorno también puede ser debido a la pérdida de memoria que sufre. El paciente olvida que acaba de comer y por eso pide comida a todas horas.
Pero antes de calificarlo como un trastorno alimentario, el médico debe asegurarse de que el paciente no sufre diabetes o un problema de tiroides.
En la investigación japonesa, se analizaron 220 personas, 30 de las cuales no sufrían ninguna alteración cognitiva.
En el estudio, que se llevó a cabo entre abril de 2012 y junio de 2013, el 81,4% de los pacientes con demencia mostraron trastornos alimenticios, mientras que en los individuos que no estaban enfermos solo se registraron cambios en el 26,7%.
El 49,5% de los pacientes que estaban en la fase leve experimentaron cambios en el apetito. En la etapa moderada, se observó un cambio en los hábitos (como no querer cocinar o comer la misma comida cada día o comer los alimentos en el mismo orden o tomarlos con las manos) y en el tipo de comida que preferían, mientras que la etapa severa los problemas para tragar fueron los más importantes.
Varios estudios han asociado los diferentes tipos de demencia con distintos trastornos en la alimentación. Los pacientes con alzhéimer a veces sufren pérdida de apetito y de peso. Algunos personas con demencia vascular experimentan dificultades para tragar y, por lo tanto, tienen más riesgo de sufrir una neumonía por aspiración. Los pacientes con demencia por cuerpos de Lewy tienen dificultades para tragar y experimentan pérdida de apetito.
Los pacientes con demencia frontotemporal sufren un aumento del apetito, prefieren comer dulces y alimentos con un sabor fuerte y quieren tomar siempre el mismo tipo de alimentos.
Recomendaciones para manejar la hiperfagia
Si la hiperfagia (exceso de apetito) no se trata puede terminar provocando un aumento significativo de peso en el paciente. En el caso de que el excesivo apetito le haya llevado a comer muchos dulces o galletas, puede ocurrir que estos productos, al desplazar a alimentos más saludables, aumenten su riesgo cardiovascular.
Entre las tácticas que recomiendan los expertos se encuentran:
- Mantener las rutinas y probar a dar al paciente entre 5 o 6 comidas pequeñas cada día, a las mismas horas.
- En el caso de que insista, no discutir con él y tratar de dirigir su atención hacia algo distinto. Mantenerle estimulado realizando actividades que le gusten y que permitan que esté distraído. Para ello, es conveniente que observe en qué momentos se vuelve más insistente y antes de que comience a pedirle comida, organizar algo que le guste.
- Sustituir los alimentos menos saludables, como los dulces, por otros, como la fruta picada o purés de frutas o gelatinas.
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