Los trastornos de comportamiento son un síntoma habitual en las personas con demencia. Cuando estas actuaciones van asociadas con reacciones agresivas, la labor del cuidador se convierte en una tarea mucho más ardua.
Muchos tiran la toalla porque la convivencia se hace muy difícil. A veces, incluso, pueden llegar a tener miedo. Este tipo de reacciones se pueden manifestar en cualquier etapa de la enfermedad, aunque son más comunes en las últimas fases.
De hecho, se estima que más de dos tercios de los pacientes con demencia sufren trastornos de comportamiento durante el transcurso de su enfermedad. Cuando el paciente muestra este tipo de síntomas se le deriva al especialista y muchos de ellos terminan en centros residenciales. Según el estudio, Correlates of aggresive behavior in dementia, es la mayor causa de institucionalización.
Para abordar este tipo de trastornos, se debe determinar si existe una causa subyacente que pueda provocar ese comportamiento (por ejemplo, si el paciente sufre dolor) y utilizar, primero, terapias no farmacológicas.
Solo si es necesario se debe recurrir a los medicamentos. Entre los fármacos más utilizados se encuentran los tratamientos antipsicóticos. Pero estos medicamentos se han asociado con un aumento del riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares y un incremento de la mortalidad. Su uso, también, se ha vinculado con el deterioro de las funciones cognitivas.
Estos datos, publicados en diversos estudios, han llevado a los expertos a buscar nuevas opciones. Entre ellas se encuentra la gabapentina, un medicamento antiepiléptico que cada vez se utiliza más en pacientes mayores debido a su favorable perfil de seguridad.
¿Cómo funciona la gabapentina?
El mecanismo de acción de esta molécula no se conoce perfectamente, pero se han identificado ciertas claves que pueden ayudar a entender cómo actúa. En la demencia, se ha encontrado una asociación entre los trastornos de comportamiento y los déficits del GABA (ácido gamma-aminobutírico) un neurotransmisor que permite que las neuronas del sistema nervioso se puedan comunicar entre sí. La labor del GABA es reducir la actividad neuronal. Se ha observado que juega un papel importante en el comportamiento, la cognición y la respuesta del cuerpo frente al estrés. Las investigaciones sugieren que el GABA ayuda a controlar el miedo y la ansiedad cuando las neuronas se sobreexcitan.
La gabapentina tiene una estructura y funciones similares a la del neurotransmisor GABA, por lo que ayuda a impedir ciertas respuestas del sistema nervioso central, como son algunos trastornos emocionales.
En el estudio Gapapentina en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, publicado en la revista Primary Psychiatry, se analizó la efectividad de este medicamento en el control de los trastornos de comportamiento. En los resultados, que fueron válidos estadísticamente, se observó una mejoría en la inestabilidad de los estados de ánimo, en la depresión, el descontrol conductual, la cognición y los síntomas psicóticos en las 37 personas que participaron.
El estudio, cuyo diseño fue abierto (tanto los pacientes como los médicos sabían qué medicamentos se estaban administrando) mostró que la gabapentina fue bien tolerada cuando la dosis se iba subiendo lentamente (la dosis óptima más frecuente fue 900 mg/ día).
En cuanto a la interacción con otros medicamentos, la gabapentina parece que es compatible. La interacción entre varios medicamentos se produce cuando un fármaco no ejerce el efecto esperado debido a que otro medicamento, que se está administrando al mismo tiempo o de forma sucesiva, afecta a su mecanismo de acción.
Lo que puede provocar que la efectividad disminuya, que aparezcan efectos secundarios inesperados o que el efecto de un medicamento aumente y, consecuentemente, su posible toxicidad. El hecho de que en este aspecto el perfil de la gabapentina sea favorable, es especialmente destacable entre los pacientes mayores, debido a que un alto porcentaje de estas personas reciben varios tratamientos.
Además, su perfil de seguridad es bastante bueno. Se han registrado pocos efectos adversos. El principal ha sido su tendencia a producir sedación, pero si se utiliza en altas dosis.
En otro estudio, publicado en el Journal of Neuropsychiatry and Clinical Neurosciences, el autor describe el uso de bajas dosis de gabapentina en siete pacientes, que sufrían demencia vascular o demencia mixta (demencia vascular y alzhéimer). Cada uno de los pacientes seleccionados tenían factores de riesgo cardiovascular y la agresividad de sus comportamientos preocupaba mucho a sus cuidadores. Los resultados mostraron que todos los pacientes toleraron bien el tratamiento y tuvieron una respuesta significativa durante los seis meses que duró el estudio.
Uno de los casos, incluido en el estudio, fue el de un paciente de 76 años, que vivía en un centro residencial y que sufría demencia vascular.
Su comportamiento incluía manifestaciones agresivas, agitación y una conducta sexualmente inapropiada con las enfermeras y otras residentes. Él se mostraba especialmente agresivo cuando intentaban asearle o vestirle.
Le trataban con quetiapina, un antipsicótico atípico, y durante ocho meses no se había observado ninguna mejoría. El paciente comenzó el tratamiento con gabapentina, 100 mg, dos veces al día, y a la semana su agitación había disminuido considerablemente y no se registraron episodios de agresión.
El personal de la residencia pudo ayudarle en su higiene personal sin que se produjera ningún incidente. A los cuatro meses, se mantenía la respuesta al tratamiento.
El estudio concluye que serían necesarios más ensayos con un seguimiento más largo para establecer si tanto la efectividad como el perfil de seguridad de la gapapentina se mantienen a lo largo del tiempo.
Por otra parte, se ha observado que el tratamiento con gabapentina empeora los síntomas neuropsiquiátricos de las personas con demencia con cuerpos de Lewy.
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