Con la edad, algunos sentidos tienden a debilitarse, y uno de los más olvidados es el olfato. La hiposmia, es decir, la pérdida parcial del sentido del olfato, es una alteración frecuente en la tercera edad y puede pasar desapercibida hasta que causa problemas más graves. Afecta al disfrute de la comida, a la detección de peligros ambientales y, en algunos casos, puede ser un signo de enfermedades más serias.
Entender por qué ocurre, cómo se diagnostica y cómo se puede tratar es clave para cuidar la calidad de vida en esta etapa, por eso te lo explicamos en este artículo.
¿Qué es la hiposmia y en qué se diferencia de la anosmia?
La hiposmia es una disminución parcial de la capacidad de percibir olores. No implica una pérdida total del olfato, como ocurre con la anosmia, sino una reducción significativa de esta capacidad sensorial. Mientras que una persona con anosmia no detecta ningún olor, quien sufre hiposmia puede seguir oliendo ciertos estímulos, aunque de forma debilitada o alterada.
¿Por qué disminuye el olfato con la edad?
La pérdida de olfato forma parte del proceso natural de envejecimiento, pero no siempre se presenta de la misma forma ni con la misma intensidad en todas las personas.
Cambios fisiológicos en el envejecimiento del sistema olfativo
Con los años, se produce una disminución en el número de neuronas olfativas y en la regeneración celular del epitelio nasal. Además, se reduce el flujo de moco necesario para captar las moléculas olorosas. Estos cambios dificultan que el cerebro reciba y procese la información relacionada con los olores.
Factores de riesgo asociados a la edad
Fumar, vivir en entornos con contaminación, padecer enfermedades crónicas o tener una dieta deficiente pueden favorecer la aparición de hiposmia. La polimedicación habitual en mayores también puede influir.
Causas frecuentes de hiposmia en la tercera edad
No siempre la causa es el envejecimiento en sí. Existen múltiples factores que pueden provocar hiposmia o agravarla con el paso de los años.
Infecciones respiratorias y sinusitis
Resfriados frecuentes, gripe o sinusitis crónica pueden inflamar los tejidos nasales y dificultar la percepción de olores. En algunos casos, la pérdida de olfato persiste incluso después de que se haya resuelto la infección.
Problemas nasales obstructivos
La presencia de pólipos, desviaciones del tabique o congestión crónica impiden que los olores lleguen correctamente a los receptores olfativos. Son causas físicas que pueden tratarse mediante procedimientos médicos o quirúrgicos.
Enfermedades neurológicas relacionadas
Enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson suelen comenzar con síntomas sutiles como la alteración del olfato. Por ello, una hiposmia de aparición repentina o sin causa clara puede ser motivo para investigar posibles trastornos neurológicos.
Efectos secundarios de medicamentos
Algunos fármacos utilizados habitualmente por personas mayores pueden alterar la percepción olfativa. Entre ellos están ciertos antihipertensivos, antibióticos o tratamientos oncológicos.
Lesiones, cirugías o tratamientos previos
Una caída, una operación nasal o incluso tratamientos como la radioterapia en cabeza y cuello pueden dañar el sistema olfativo, de forma temporal o permanente.
¿Qué riesgos y consecuencias presenta?
Aunque pueda parecer un problema menor, la hiposmia en personas mayores tiene implicaciones importantes para su salud, seguridad y bienestar emocional.
Impacto en la alimentación y el disfrute de la comida
El olfato está directamente relacionado con el gusto. Su pérdida parcial puede hacer que los alimentos se perciban insípidos o desagradables, provocando una pérdida de apetito, cambios de peso o desnutrición.
Riesgos para la seguridad en el hogar
No detectar olores como gas, humo o alimentos en mal estado puede poner en riesgo a la persona mayor, especialmente si vive sola. Es fundamental aplicar medidas preventivas y, si es necesario, contar con apoyo externo como los cuidados de ancianos a domicilio.
Efectos emocionales y sociales de la pérdida de olfato
La pérdida de este sentido puede generar aislamiento, ansiedad o incluso depresión. Algunos mayores dejan de salir o de cocinar por miedo a no detectar peligros o porque han perdido el placer por ciertas actividades.
Diagnóstico: ¿cómo identificarla y evaluarla?
Detectar la hiposmia no siempre es fácil, ya que muchas personas se adaptan a la pérdida sin notarlo. Por eso, la valoración médica es importante.
Evaluación clínica y antecedentes del paciente
El profesional revisará los antecedentes médicos, los síntomas actuales y los posibles desencadenantes. Es útil comentar si hubo infecciones recientes, traumatismos o cambios de medicación.
Pruebas olfativas y estudios complementarios
Existen test específicos para medir la capacidad olfativa mediante estímulos controlados. En algunos casos, se realizan estudios de imagen (como resonancias) para descartar problemas neurológicos o estructurales.
Opciones de tratamiento y manejo
Cómo se cura la hiposmia dependerá siempre de su origen. No hay una única solución, pero sí estrategias eficaces para mejorar la calidad de vida y, en algunos casos, recuperar parte de la función olfativa.
Tratamiento según la causa subyacente
Cuando la hiposmia tiene origen en infecciones, pólipos, medicamentos o enfermedades, tratar esa causa puede mejorar notablemente el olfato. Esto incluye antibióticos, cirugía nasal o ajuste de fármacos.
Rehabilitación y entrenamiento olfativo
El entrenamiento olfativo consiste en exponerse de forma regular a diferentes olores, como eucalipto, clavo, limón o rosa, para estimular las vías nerviosas. Es una técnica segura y sencilla que puede hacerse en casa, con seguimiento profesional.
Medidas de apoyo y seguridad en el día a día
Instalar detectores de humo y gas, etiquetar alimentos, evitar productos caducados y mantener una buena ventilación en casa son medidas básicas para proteger a una persona con hiposmia. Además, puede ayudar contar con servicios asistenciales que refuercen su autonomía con seguridad, como los seguros para personas mayores.
¿Cuándo acudir al médico?
Existen algunas señales que deben tomarse en serio e ir al médico para evitar complicaciones o detectar causas más graves.
Síntomas que requieren atención inmediata
Si la pérdida de olfato aparece de forma repentina, tras un golpe en la cabeza o acompañada de otros síntomas neurológicos, es esencial consultar de inmediato. También si esta disminución olfativa impide comer, dormir o realizar actividades básicas.
Situaciones en las que se aconseja una revisión especializada
Cuando la hiposmia persiste más de un mes sin mejoría, si afecta al estado emocional o si existen antecedentes de enfermedades neurodegenerativas en la familia, es aconsejable hacer una evaluación completa.
Prevención y recomendaciones
Prevenir la hiposmia en personas mayores no siempre es posible, ya que el envejecimiento en sí mismo afecta al sistema olfativo. Sin embargo, existen hábitos diarios y medidas específicas que pueden ayudar a conservar el olfato en mejores condiciones durante más tiempo, retrasar su deterioro o minimizar sus efectos.
Es importante incorporar revisiones regulares con el médico de cabecera o el otorrinolaringólogo, especialmente si se notan cambios leves en la percepción de olores. Puede resultar útil incluir ejercicios de estimulación olfativa como parte de la rutina diaria, incluso antes de notar síntomas. Esta práctica es beneficiosa en casos ya diagnosticados y puede actuar como prevención en personas mayores con antecedentes familiares de enfermedades neurológicas.
Otro aspecto clave es el entorno. Las personas que viven en hogares con buena ventilación y exposición a diferentes estímulos sensoriales (aromas naturales, cocina casera, paseo al aire libre) tienden a mantener más activa su percepción olfativa. Por eso, es recomendable evitar la exposición prolongada a ambientes cerrados o con olores artificiales intensos, como los ambientadores químicos o productos de limpieza agresivos.
Por último, fomentar actividades que implican el uso del olfato de forma natural, como la jardinería, la cocina o la aromaterapia suave, no solo puede actuar como estímulo sensorial sino también mejorar el estado de ánimo, la conexión con el entorno y el bienestar general. Estas acciones, sencillas pero constantes, ayudan a integrar el cuidado del olfato en la vida cotidiana de forma natural y efectiva.
Preguntas frecuentes sobre hiposmia en mayores
¿Es normal perder el olfato con la edad?
Es frecuente, pero no debería ignorarse. La pérdida progresiva del olfato puede deberse a causas tratables.
¿Puede volver el olfato si se trata a tiempo?
Si se trata a tiempo, en muchos casos sí. Si se trata la causa (como una infección o un pólipo nasal), es posible recuperar parcial o totalmente la capacidad olfativa.
¿Qué ejercicios ayudan a mejorarlo?
El entrenamiento olfativo diario con esencias naturales es una de las mejores técnicas no invasivas para estimular la recuperación del olfato.
¿La hiposmia puede ser un signo de Alzheimer o Parkinson?
Sí, puede ser un síntoma temprano. No siempre es el caso, pero si se presenta junto a otros cambios de comportamiento o memoria, conviene consultar al especialista.
¿Qué hacer si no se detectan olores peligrosos en casa?
Si no se detectan olores peligrosos en casa, es recomendable instalar detectores de gas, humo y comida quemada. Asimismo, es útil revisar regularmente alimentos almacenados y contar con apoyo externo si vive solo.
¿Cuánto tarda en recuperarse después de una infección viral?
Depende del caso, pero en general la recuperación puede tardar entre 2 semanas y 3 meses. Si no hay mejoría, conviene realizar una evaluación médica.
La hiposmia en personas mayores es más común de lo que parece, pero no debe pasarse por alto. Entender sus causas, actuar ante los primeros síntomas y buscar apoyo profesional cuando sea necesario ayuda a proteger la salud y mantener una buena calidad de vida. Desde Sanitas Mayores, te ofrecemos recursos y acompañamiento adaptados para que el cuidado de la salud sensorial también forme parte del envejecimiento activo.