Las úlceras por presión son las lesiones, más frecuentes, asociadas a la dependencia, que se producen cuando nuestro familiar pasa mucho tiempo inmóvil en cama o en una silla de ruedas. Estas lesiones son provocadas por falta de riego sanguíneo, debido a la presión continuada en una misma zona durante un largo periodo de tiempo. Una vez que aparecen pueden tardar en sanar días, meses e incluso años, y pueden ir asociadas a numerosas complicaciones. Aquí abordamos qué son, por qué se producen, dónde suelen aparecer, los síntomas, qué tratamientos hay y cómo prevenirlas.
Qué son las escaras o úlceras por presión y por qué se producen
Se trata de lesiones en la piel producidas por la falta de riego sanguíneo, como consecuencia de una presión excesiva y prolongada sobre una misma zona. Este tipo de lesiones pueden tener distintos grados de gravedad, en función de la profundidad de los tejidos afectados.
Esta situación se produce cuando una persona permanece acostada o sentada en la misma posición durante demasiado tiempo. También pueden aparecer debido a la fricción que se origina cuando el paciente se mueve o se le recoloca en la cama tirando de él o dejando que se resbale.
En esos momentos, la piel se roza contra una superficie áspera, como la de la ropa de la cama, y se produce una fricción que puede terminar provocando una escara.
Estas lesiones también se pueden originar por cizallamiento, es decir, cuando, por ejemplo, el coxis (un hueso pequeño que se encuentra en la punta inferior de la columna vertebral) se mueve hacia abajo y la piel de esa zona puede quedarse atrapada en el mismo lugar, creando una fuerza en sentido contrario.
El cizallamiento obstruye el flujo sanguíneo más fácilmente que la presión. Imaginemos una manguera: es más fácil cortar el flujo del agua si la doblamos que si la apretamos. Por eso, es importante prestar atención a la posición del paciente cuando se eleva la cabecera de la cama.
Otro factor de riesgo para la aparición de las úlceras por presión, que puede agravarlas, es la humedad. Esa humedad puede estar provocada por el sudor, las heces o la orina.
Las escaras aparecen cuando los tejidos no reciben oxígeno y nutrientes suficientes debido, como ya hemos comentado, a una presión que reduce o bloquea la circulación sanguínea; en ese momento, la piel comienza a morir (empieza a producirse una necrosis de los tejidos). A medida que la piel muere, la lesión provoca un área roja y dolorosa, que puede volverse morada. Si no se trata precozmente, la piel puede abrirse, dando lugar a una lesión de mayor gravedad con el riesgo de infección que conlleva. Cuando el suministro de la sangre queda comprometido, las úlceras por presión pueden desarrollarse en un plazo de 2 o 3 horas.
Para reconocer estas lesiones hay que observar la piel: si permanece enrojecida más de 30 minutos después de que la zona ya no recibe ninguna presión, entonces, hay riesgo de que produzca una escara. Si presionamos una zona de piel enrojecida y vemos que no blanquea al aplicar esta presión, es porque ya ha aparecido una úlcera por presión en su grado más inicial.
Una vez que la úlcera se ha creado, la lesión se puede volver profunda y extenderse al músculo y al hueso. En ese caso, su curación puede ser muy lenta, aunque dependerá del estado físico de la persona y si tiene otras enfermedades, como la diabetes. Si es así, la herida podría tardar en sanar días, meses y hasta años. Podría ser necesario que el paciente se sometiera a una cirugía para facilitar el proceso de curación.
En qué partes del cuerpo suelen aparecer las escaras
Las zonas más sensibles que pueden sufrir este tipo de lesiones son las prominencias óseas, como el coxis, el sacro, las caderas, las escápulas, los talones, los codos, los tobillos, la zona posterior de la cabeza, las orejas, los testículos o las prominencias vertebrales, entre otros.
Signos, síntomas y etapas de una úlcera por presión
Las úlceras por presión se dividen en cuatro grados o estadios, de menos grave a más grave.
Estadio 1: la zona afectada suele estar roja y cuando se toca está caliente. Si la persona tiene un tono de piel más oscuro, el área suele adoptar un color azulado o morado. El paciente suele quejarse de que esa zona le arde, le duele o le pica. El cambio de color de la piel no desaparece, aunque hayan pasado 30 minutos tras eliminar la presión, y al apretar con el dedo la zona durante unos segundos, la zona no se blanquea.
Qué hacer.
Evitar la presión que la persona está sufriendo en esa zona. Cambiando de posición o utilizando almohadillas o almohadas o colchones de espuma.
Si la persona pasa mucho tiempo en la cama, hay que intentar que se mueva, al menos, cada dos horas. Si está sentado, tendría que hacerlo cada 15 minutos.
Cuando las úlceras se encuentran en este estadio, lo más recomendable es utilizar aceites de ácidos grasos hiperoxigenados, que podemos encontrar en las farmacias (mepentol, linovera, corpitol…) y aplicarlos de manera frecuente a toques, sin frotar. De esta manera estimulamos el riego sanguíneo.
También es importante prestar especial atención a la hidratación, tanto vía oral como cutánea. Una dieta rica en proteínas también puede ayudarnos a prevenir y mejorar las úlceras por presión.
Si se siguen todas estas recomendaciones, una úlcera en esta etapa podría desaparecer en 2 o 3 días. Si no es así, hay que ponerse en contacto con el médico.
Estadio 2: la epidermis o la capa superior de la piel muestra un daño mayor y puede producirse una pérdida de la integridad cutánea, es decir, la piel se abre y aparece una lesión, una raspadura o una ampolla. La persona experimenta más dolor y la piel que rodea la herida puede decolorarse.
Qué hacer:
Se deben seguir los mismos pasos que en la etapa 1: eliminar la presión de la zona y prestar especial atención a la dieta y a la hidratación. En este caso, no utilizaremos los aceites antes mencionados, sino que procederemos a limpiar la herida con agua o una solución de agua salada y la secaremos suavemente. Este proceso puede doler. Para evitarlo, consulte a su médico sobre qué analgésico podría tomar su familiar, entre 30 a 60 minutos antes de proceder a limpiar la herida. También es posible, que esta lesión requiera de algún tratamiento tópico. Por ello, es recomendable seguir las indicaciones de nuestro médico o enfermera de referencia.
La lesión se debe mantener cubierta para evitar la entrada de gérmenes que puedan infectar la herida. Hay que prestar atención al apósito elegido para evitar que la piel perilesional (tejido que rodea la herida) sufra y se produzcan nuevas lesiones al levantar el apósito. Si hay signos de infección, hay que avisar al médico para valorar un posible tratamiento.
La curación de estas lesiones podría ser rápida, pero esto va a depender de los cuidados que reciba el paciente y de su estado en general.
Estadio 3: el área afectada parece un cráter debido al daño que existe debajo de la superficie de la piel. La lesión es más profunda y puede oler mal. Si el tejido, que está dentro o alrededor de la lesión, es negro, significa que está muerto (necrosis de los tejidos).
Qué hacer.
Estas heridas necesitan más atención. Por eso, es preciso hablar con el médico o la enfermera de referencia para que se realicen las curas oportunas. En función del estado de la lesión, se aplicará un tratamiento u otro. También es conveniente que el paciente descanse en un colchón especial (colchón antiescaras).
Este tipo de lesiones suelen tardar más en curar y el proceso es más lento, pudiendo durar meses.
Estadio 4: el área está severamente dañada y se puede observar una herida grande. Pueden verse afectados los músculos, los tendones, los huesos y las articulaciones. En estas lesiones hay un alto riesgo de sufrir una infección.
Qué hacer.
Avisar urgentemente al médico. Estas heridas necesitan atención inmediata y, posiblemente, cirugía.
Además de estos cuatro estadios, existen otros dos más.
La lesión no se puede estadificar: esta situación se da si no se puede ver el fondo de la lesión, por lo que no se sabe qué profundidad tiene.
Sospecha de lesión de tejido profundo: cuando en la superficie de la lesión parece que se trata de una úlcera en estadio 1 o 2, pero, debajo, la herida corresponde a una estadio 3 o 4.
Algunos signos que pueden alertarnos de la posible presencia de una infección pueden ser:
- Exudado espeso amarillo o verde
- La lesión huele mal
- La piel enrojecida está caliente
- La zona alrededor de la lesión está muy sensible y es muy dolorosa
En el caso de que la infección de la herida se extendiera, podría producirse una sepsis y la persona podría tener, entre otros, los siguientes síntomas:
- Escalofríos
- Confusión o dificultad para concentrarse
- Latidos rápidos del corazón (aumento de la frecuencia cardiaca)
- Debilidad
- Fiebre
¿Qué pacientes tienen más riesgo de sufrir úlceras por presión?
Cualquier persona puede sufrir una úlcera por presión, pero las siguientes circunstancias hacen más probable su aparición:
- Tener más de 70 años. Los adultos mayores tienen más probabilidades de tener problemas de movilidad y una piel más fina que se daña fácilmente debido a la deshidratación y a otros factores fisiológicos naturales.
- Pasar mucho tiempo en cama debido a una enfermedad o tras haber sufrido una cirugía.
- Personas con movilidad limitada o con incapacidad total para moverse, como las que permanecen en cama o están en silla de ruedas.
- Las personas que han perdido sensibilidad porque, posiblemente, no sientan la presión que está sufriendo su piel. Como consecuencia, no se mueven y la situación empeora.
- Las personas que llevan prótesis en los miembros. Si el dispositivo no se ajusta correctamente, la piel se puede irritar y puede desarrollarse una úlcera por presión.
- Obesidad
- Tener incontinencia urinaria e intestinal.
- Desnutrición o seguir una dieta baja en proteínas.
- Sufrir una afección médica que afecte al flujo de la sangre, provocando que la piel sea más frágil o que la persona tenga problemas de movimiento, como la diabetes, la enfermedad arterial periférica, insuficiencia renal, insuficiencia cardiaca, esclerosis múltiple y la enfermedad de Parkinson.
¿Tienen más riesgo de sufrir una úlcera por presión las personas que sufren demencia?
La demencia contribuye a que el riesgo de sufrir escaras sea mayor entre los adultos mayores porque muchos de ellos tienen dificultad para moverse.
Esta enfermedad contribuye a que el riesgo sea mayor si:
- La persona con demencia tiene dificultades para moverse.
- La persona sufre fragilidad. Este síndrome provoca pérdida de grasa muscular y que la piel sea más delgada.
- Experimentar agitación o inquietud. El roce de la ropa, sobre todo, en los talones y en los codos puede dañar la piel y aumentar la probabilidad de sufrir úlceras.
- Los medicamentos. Algunos fármacos hacen que la persona tenga más sueño o que la piel se seque.
- Si la persona tiene problemas para comunicarse es más difícil que pueda transmitir que siente dolor o desea moverse.
Qué es la Escala de Norton y para qué sirve la valoración
Identificar los pacientes que sufren un mayor riesgo de sufrir úlceras por presión durante su estancia en el hospital o incluso si están siendo atendidos en el propio domicilio es el objetivo en el que se aplica la denominada escala de Norton. Esta escala tiene 5 parámetros que veremos en detalle en un apartado, y se trata de una escala negativa; o lo que es lo mismo: a menor puntuación, mayor riesgo de sufrir una úlcera.
Diferencias entre la Escala de Norton y la Escala de Braden
La Escala de Norton y la Escala de Braden son herramientas utilizadas para evaluar el riesgo de úlceras por presión en pacientes. Desarrollamos cada herramienta para lograr una comparativa mostrando la principal diferencia entre ambas.
La Escala de Norton evalúa cinco factores: condición física, estado mental, actividad, movilidad e incontinencia.
Puntuación total: 5 a 20. La puntuación más baja indica mayor riesgo.
La Escala de Braden evalúa seis factores: percepción sensorial, humedad, actividad, movilidad, nutrición y fricción/cizallamiento.
Puntuación total: 6 a 23. La puntuación más baja indica mayor riesgo.
Diferencias principales
La Escala de Braden incluye un factor adicional (nutrición) y proporciona una evaluación más detallada del paciente. La Escala Braden es considerada la herramienta más específica y completa en la evaluación del riesgo de úlceras por presión.
Diagnóstico y tratamiento de las úlceras por presión o escaras
El médico o la enfermera examinarán con cuidado la piel del paciente para decidir si tiene una úlcera por presión. En el caso de que sea así, asignará un estadio a la lesión. Esta clasificación ayudará a determinar cuál es el mejor tratamiento.
Es posible que solicite un análisis de sangre para evaluar la salud del paciente. También, podría tomar una muestra del tejido de la úlcera y enviarla al laboratorio.
El tratamiento de las úlceras por presión implica actuar en varios frentes. En primer lugar, reducir la presión, logrando que el paciente cambie regularmente de posición y utilizando dispositivos especiales (colchones o cojines antiescaras, taloneras) y, en segundo lugar, realizando los cuidados oportunos para cada lesión, en función de su estadio y sus propias características. En ocasiones, es preciso utilizar cirugía.
Cambio de posición
Moverse y cambiar regularmente de posición ayuda a aliviar ese exceso de presión que está recibiendo el cuerpo.
Si el paciente está en la cama, debería moverse cada dos horas. En el caso de que permanezca sentado, sería conveniente que lo hiciera cada 15 minutos.
Colchones y cojines
Si tiene riesgo de desarrollar úlceras por presión, sería conveniente que tuviera un colchón antiescaras. Existen cojines especiales con la misma finalidad. También, hay taloneras.
Apósitos y tratamientos tópicos
Se pueden utilizar diferentes tipos de apósitos para proteger las úlceras por presión y acelerar el proceso de curación, así como diferentes cremas y tratamientos.
Es muy importante que consultemos con nuestro médico y enfermera de referencia para que ellos hagan un diagnóstico y un seguimiento de la lesión. Ellos nos indicarán el apósito y tratamiento que debemos utilizar en las curas.
Antibióticos
Se pueden recetar antibióticos para tratar una herida infectada o si el paciente tiene una infección grave.
La persona puede sufrir varios tipos de infecciones, como sepsis o septicemia (intoxicación de la sangre). Se trata de una reacción del organismo ante una infección provocada por microorganismos patógenos, conocidos como gérmenes. Cuando las defensas no son capaces de eliminar la infección, estos patógenos se diseminan por el torrente sanguíneo, provocando en el organismo una reacción exagerada, que termina afectando a algunos de los órganos vitales, como el cerebro, los pulmones, el hígado, los riñones, etc. También Infección bacteriana de los tejidos que se encuentran debajo de la piel o infección del hueso.
Cómo cuidar la piel y prevenir la aparición de escaras
Se ha demostrado que más del 95% de las úlceras por presión podrían prevenirse. Por ello, debemos poner mucho cuidado en evitar su aparición mediante una observación cuidadosa de la piel, un cambio frecuente de posición y una dieta e hidratación oral y cutánea adecuada.
Consejos para reposicionarse adecuadamente:
- Cambiar de posición al paciente cada dos horas. Utilizar cojines para reducir la presión.
- Elegir un colchón antiescaras que alivie la presión y facilite que el cuerpo esté bien posicionado.
- Si se mueve en silla de ruedas, intente, si es posible, que se levante. Si puede, es recomendable que ejercite la parte superior del cuerpo. Siempre que tenga que incorporarse o colocarse bien, debería levantar el cuerpo sujetándose en los apoyabrazos. En caso de que no pueda ponerse de pie, utilice cojines antiescaras y cambie al paciente de la silla al sillón, al menos, dos veces al día para lograr movilizarle y cambiar los puntos de presión.
- El paciente debe sentarse erguido y cambiar de posición cada 15 minutos.
- Es recomendable contar con una silla de ruedas que pueda inclinarse porque eso servirá para aliviar la presión.
- La cabecera de su cama, cuando la eleve, no debe superar un ángulo de 30 grados
Consejos para el cuidado de la piel:
- Revisar, diariamente, la piel del paciente para detectar signos tempranos (zonas enrojecidas).
- Higiene cutánea y cuidados de la piel. Es preciso mantener la piel del paciente limpia, seca y evitar la ropa de nylon.
- Estar atentos a las prominencias óseas.
- Identificar y vigilar las zonas con riesgo de humedad.
- Utilizar jabones neutros.
- Aplicar cremas hidratantes con glicerina, sin masaje, solo deslizando la mano en sentido de la circulación de la sangre. Realizar este procedimiento de dos a tres veces al día.
- Utilizar aceites de ácidos grasos hiperoxigenados para mejorar la circulación sanguínea en las zonas de riesgo.
Otras recomendaciones:
- En caso de que la persona esté acostada o en silla de ruedas, utilizar un colchón o un cojín antiescaras.
- En personas que han sufrido úlceras venosas o pie diabético, hay que extremar los cuidados y estar atentos a cualquier herida, aunque sea pequeña, tanto en los pies como en las piernas. En concreto, en el paciente con pie diabético, es preciso secar muy bien los espacios interdigitales –membranas o músculos situados entre los dedos- y no administrar cremas, dado que la humedad favorece la presencia de grietas.
- Las sábanas y la ropa deben estar secas y lisas, sin ninguna arruga.
- Llevar una dieta sana y equilibrada que contenga suficientes proteínas y una gran variedad de vitaminas y minerales.
- Dejar de fumar. Fumar aumenta las probabilidades de desarrollar úlceras por presión debido al daño que produce en la circulación sanguínea.
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