Uno de los factores que mejoran el pronóstico del TOC infantil es que el tratamiento se inicie lo antes posible. De ahí la importancia de que los padres no confundan los síntomas de este trastorno de ansiedad con manías del niño o cosas que hace para fastidiar.
Por el contrario, todos los niños, entre los 2 y los 10 años realizan habitualmente diferentes rituales, como prepararse para irse adormir, lavarse, etc.; y éstos no deben confundirse con obsesiones o compulsiones.
La sospecha de TOC viene cuando el niño dedica demasiado tiempo a realizarlos y éstos no desaparecen con el tiempo. Y en ese caso debe acudirse lo antes posible al psiquiatra infantil o al psicólogo infantil.
Al igual que sucede con el TOC en los adultos, en el caso de los niños el tratamiento debe contemplar una doble vertiente: la farmacológica y la de la psicoterapia.
No obstante, si el brote de TOC se ha producido tras una infección por estreptococos será necesario también impartir un tratamiento antibiótico o con inmunoterapia para eliminar los anticuerpos generados por la infección que están dañando el núcleo caudado del cerebro.
En lo que respecta al tratamiento del TOC infantil, en la mayoría de los casos el uso de inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) permite reducir la frecuencia y la intensidad de los pensamientos obsesivos y las compulsiones, lo que supone una importante mejoría de los síntomas y de la calidad de vida del niño y de su entorno familiar.
Además, el control de los síntomas que se puede llegar a lograr puede incidir positivamente en un mejor rendimiento en el colegio, al permitir que el niño adquiera una mayor capacidad de concentración en la realización de las tareas escolares. El tratamiento farmacológico debe prolongarse durante un mínimo de un año y utilizar dosis de estos medicamentos más elevadas de lo habitual.
¿Terapia conductual-cognitiva?
En lo que hay una cierta controversia es en la conveniencia o no de someter a los más pequeños a una terapia conductual-cognitiva, que tiene como objetivo reeducar los hábitos del niño y que aprenda a controlar su estado de ansiedad. Algunos expertos consideran que este tipo de terapia pierde eficacia en los niños ya que éstos no comprenden suficientemente la razón de sus compulsiones y, como consecuencia, tampoco asimilarán correctamente las técnicas conductuales dirigidas a que puedan resistirse a ellas.
Sin embargo, hay suficientes indicios que la técnica denominada de exposición y prevención de respuesta (EPR), en combinación con el tratamiento farmacológico, puede contribuir a tratar con más eficacia el TOC.