Aunque el sudor es habitualmente un mecanismo del organismo humano destinado a regular la temperatura corporal, no es menos cierto que las emociones, como sucede con el miedo, pueden estimular su secreción. De ahí que en periodos de elevados niveles de estrés emocional o de ansiedad la producción de sudor pueda verse incrementada de forma notable. Hay que tener en cuenta que la ansiedad afecta directamente al sistema nervioso simpático, que es el que emite las señales necesarias a las glándulas sudoríparas, concretamente las ecrinas, que son las más directamente relacionadas con el sistema termorregulador de la piel.
Esto hace que ante situaciones prolongadas de ansiedad el sistema nervioso interprete esta situación como una amenaza y reaccione poniendo en marcha sus sistemas de defensa, aumentando el flujo de sangre allí donde más se necesita, lo que genera una elevación de temperatura como consecuencia de la vasoconstricción de los vasos sanguíneos. Y ante esta situación el sistema nervioso simpático activa la producción de sudor para enfriar el cuerpo.
La hipersudoración como consecuencia de la ansiedad puede darse en cualquier momento del día, especialmente si se sufre un ataque de pánico; pero se produce con mayor frecuencia por la noche, ya que en estas personas son frecuentes las pesadillas y el sueño irregular, lo que aumenta los niveles de ansiedad.
Los sudores nocturnos, de hecho, están considerados como un síntoma más de un cuadro de ansiedad generalizada, aunque pueden responder a muchas otras causas. Pero en este tipo de pacientes es habitual que al despertar se encuentren con las sábanas y la almohada humedecidas por el sudor. Con el adecuado tratamiento del trastorno de ansiedad (médico y psicológico) estos episodios tenderán a disminuir. Pero, aún así, cabe adoptar una serie de medidas encaminadas a evitar que se produzcan o al menos a reducirlos en frecuencia e intensidad.
- Temperatura ambiental. Hay que tener en cuenta que el calor favorece significativamente los sudores nocturnos, por lo que es importante mantener la habitación a una temperatura suave (18-20º), no sobrecargar la cama de ropa y utilizar pijamas ligeros y confeccionados con tejidos que faciliten la transpiración (algodón) o no estimulen la sudoración, como sucede con no pocas fibras sintéticas.
- Ingerir líquidos suficientes para mantener el cuerpo hidratado.
- Ejercicio. Realizar alguna actividad física intensa horas antes de acostarse ayuda a reducir el estrés.
- Ducharse antes de acostarse. Es relajante y ayuda a reducir el estrés.
- Realizar ejercicios de relajación antes o al meterse en la cama ayudará a conciliar rápidamente el sueño y reducir los niveles de ansiedad.
- Si se han producido sudores nocturnos y ello impide volver a conciliar el sueño, lo mejor es levantarse y realizar alguna actividad relajante hasta notar nuevamente el sueño. Quedarse en la cama puede aumentar la ansiedad.