Un niño puede roncar por diferentes causas, puede ser un hecho puntual o continuado, interrumpir el sueño u ocasionar la apnea del sueño, que consiste en la interrupción de la respiración durante unos segundos en varias ocasiones mientras duerme. Las estimaciones de los expertos estiman, de hecho, que el 4% de los niños de entre 2 y 8 años roncan y que el 1% presentan apnea del sueño.
El ronquido es un signo de que el niño puede tener un problema de salud. Y si se acompaña de apneas además puede tener consecuencias negativas concretas, como un peor rendimiento escolar, irritabilidad y excitación, hiperactividad, dolores de cabeza, cansancio y somnolencia durante el día, etc.
Es por ello que cuando un niño ronca los padres deben observarle y luego consultar con el pediatra. Así, si es un hecho puntual, puede deberse a un resfriado, un exceso de mucosidad, alergia o una infección respiratoria que provoque la inflamación de los cornetes nasales o las amígdalas de modo que se obstruyan las vías respiratorias altas. En tal caso, el tratamiento de la causa hará que desaparezca el ronquido.
Si el niño ronca de forma continuada puede deberse a que tenga sobrepeso o sea obeso, en cuyo caso será conveniente someterlo a una dieta y una reeducación de los hábitos alimenticios para que pierda peso y luego lo mantenga.
Pero un ronquido crónico debe ser evaluado por un experto, ya que puede causar un retraso en el crecimiento del niño, además de afectar al rendimiento escolar y la capacidad de aprendizaje en general.

La apnea del sueño
Uno de los motivos, quizás el más importante, por los que se debe observar a un niño que ronca es para detectar la presencia de apneas durante el sueño, es decir, si la respiración se interrumpe durante más de 10 segundos mientras duermen y esto se repite varias veces a lo largo de una hora.
En este caso debe consultarse rápidamente con el pediatra y proceder a un estudio más profundo para determinar las causas y establecer un tratamiento. La falta de oxígeno que implica la presentación de una apnea se asocia siempre a un aumento del riesgo cardiaco, pero también puede causar disminución de la memoria y de habilidades de aprendizaje, así como dificultades para comer.