Los ultrasonidos son ondas vibratorias y sonoras de distintas frecuencias que no son perceptibles por el oído humano. Se aplican mediante un cabezal de pequeño diámetro, que se traslada lentamente de forma circular sobre la zona a tratar, mejorando el metabolismo local. Esta técnica no es dolorosa y aporta efectos terapéuticos comprobados como:
- Aumento del riesgo sanguíneo.
- Cambio en la viscosidad.
- Efecto analgésico.
- Relajación muscular.
En medicina estética se utilizan diferentes aparatos de ultrasonidos para el tratamiento de:
- Celulitis.
- Varices.
- Acumulaciones de grasa localizadas.
- Acné.
- Edemas.
- Cicatrices.
- Estrías.
- Trastornos circulatorios localizados.
Los ultrasonidos también activan el drenaje linfático y la permeabilidad de la piel, por lo que pueden ser utilizados para un proceso que se denomina sonoforesis y que permite potenciar la acción de medicamentos que se aplican por vía tópica. La eficacia de este proceso dependerá del grado de hidratación de la piel, la edad del paciente y la presencia de ácidos grasos, por lo que esta técnica será menos efectiva cuanto mayor sea la edad del paciente
![Imágen sobre Ultrasonidos](https://www.sanitas.es/media/sanp/imagen/pequena/bibliot_estetica_ultrasonidos/ultrasonidos.jpg)
Los ultrasonidos se transforman en calor, lo que causa la dilatación de los folículos pilosos y las glándulas sudoríparas y un incremento del riego sanguíneo de la zona a la que se aplican. Esto hace que las sustancias que se utilizan en el tratamiento de la celulitis y las arrugas penetren mejor y por tanto sean más eficaces.
En los tratamientos dermatológicos los ultrasonidos se utilizan para el acné, la piel grasa y para mejorar su tonicidad e hidratación, así como oxigenarla. Al mejorar el riego sanguíneo también permiten tratar problemas como las varices.
Los ultrasonidos están contraindicados en personas con marcapasos y mujeres embarazadas y nunca deben aplicarse sobre los ojos o los testículos.