¿Qué es el derrame en la rodilla?
El derrame en la rodilla, también conocido como derrame articular, se produce cuando se acumula líquido en exceso dentro de la articulación. Esta situación genera inflamación, dolor y limitación del movimiento. Aunque puede presentarse de forma repentina o progresiva, siempre debe ser evaluado por un especialista para determinar su causa y tratamiento adecuado.
Principales causas del derrame articular
El derrame en la rodilla puede deberse a diversos factores. Las causas más comunes incluyen:
- Lesiones traumáticas: como golpes directos, esguinces o desgarros ligamentarios.
- Artritis: tanto la artritis reumatoide como la artrosis pueden causar inflamación y acumulación de líquido.
- Infecciones: una infección en la articulación puede provocar un derrame articular severo.
- Sobrecarga: el ejercicio intenso o el sobrepeso pueden generar microtraumatismos y desgaste.
- Trastornos autoinmunes: enfermedades como el lupus pueden afectar directamente las articulaciones.
Síntomas del derrame en la rodilla
El derrame articular se manifiesta a través de signos y molestias fácilmente identificables:
- Inflamación: aumento del volumen en la rodilla, con sensación de pesadez.
- Dolor: que puede ir de leve a intenso, según la causa subyacente.
- Rigidez: dificultad para doblar o extender completamente la articulación.
- Calor y enrojecimiento: en caso de inflamación activa o infección.
- Limitación funcional: pérdida de movilidad que afecta la vida diaria.
Diagnóstico del derrame articular
El diagnóstico debe realizarse a través de una valoración médica completa. El profesional evaluará los síntomas y podrá solicitar pruebas como:
- Exploración física: para identificar signos visibles y palpar la zona afectada.
- Radiografía: útil para detectar alteraciones óseas o desgaste.
- Ecografía: permite visualizar la cantidad de líquido presente.
- Resonancia magnética: indicada para valorar daños en ligamentos, meniscos o cartílago.
- Análisis del líquido sinovial: se realiza mediante punción para conocer el origen del derrame (infeccioso, inflamatorio o traumático).
Tratamiento del derrame en la rodilla
El tratamiento del derrame en la rodilla dependerá de su origen, pero en la mayoría de los casos se combina reposo, terapia física y medicación:
- Reposo: evitar movimientos bruscos o cargar peso sobre la articulación.
- Aplicación de frío: compresas frías durante 15-20 minutos ayudan a reducir la hinchazón.
- Elevación: mantener la pierna elevada para facilitar el drenaje del líquido.
- Antiinflamatorios: como ibuprofeno o naproxeno para aliviar el dolor y la inflamación.
- Drenaje articular: si el líquido es excesivo, puede extraerse con una aguja bajo supervisión médica.
- Fisioterapia: una vez controlada la inflamación, es fundamental para recuperar fuerza y movilidad.
- Infiltraciones: en casos específicos se puede aplicar un corticoide intraarticular para controlar el proceso inflamatorio.
¿Cuándo acudir al médico?
Es recomendable consultar con un especialista en los siguientes casos:
- El dolor persiste o empeora con el paso de los días.
- La inflamación aumenta progresivamente.
- Aparece fiebre, enrojecimiento intenso o calor en la rodilla.
- Se pierde la movilidad articular de forma repentina.
- El derrame se repite sin causa aparente.
Un diagnóstico precoz permite evitar complicaciones y aplicar el tratamiento más adecuado en cada caso.
Prevención del derrame en la rodilla
Prevenir el derrame articular es posible si se adoptan ciertos hábitos de cuidado articular:
- Controlar el peso corporal: para reducir la presión sobre las rodillas.
- Realizar ejercicio de bajo impacto: como natación, caminar o bicicleta.
- Fortalecer los músculos de las piernas: especialmente cuádriceps y femorales.
- Evitar actividades que exijan giros bruscos o movimientos repetitivos: sobre todo si ya existen antecedentes de lesiones.
- Usar calzado adecuado: con buena amortiguación para proteger las articulaciones.
Recuperación y seguimiento
La recuperación del derrame en la rodilla puede variar entre unos días y varias semanas, dependiendo de la causa. En casos más complejos, puede requerirse un seguimiento prolongado o incluso intervención quirúrgica si hay lesiones asociadas. La rehabilitación guiada por profesionales es fundamental para restablecer la función completa de la articulación y evitar recaídas.