El stent es un tubo pequeño y autoexpandible que se coloca en un vaso sanguíneo o arteria que se haya cerrado u obstruido, con el fin de reabrirlo y que luego se mantenga abierto.
A la intervención quirúrgica con la que se coloca el stent se la denomina angioplastia y se realiza mediante un cateterismo. El dispositivo se coloca en el extremo de un catéter que se introduce generalmente a través de la arteria femoral, guiándolo por los vasos sanguíneos hasta alcanzar el lugar donde se debe colocar.
Todo el proceso se observa a mediante imágenes de rayos X en vivo, después de haber inyectado un contraste que permitirá ver con claridad el flujo sanguíneo y localizar el lugar exacto donde éste se ha bloqueado. Una vez allí, se libera el stent para que se expanda (stent de balón) y ejerza presión sobre las paredes del vaso sanguíneo manteniéndolo abierto.

Hay distintos tipos de stent. La mayoría son metálicos o de material plástico, aunque también se utilizan tejidos especiales cuando se trata de una arteria. Por otra parte, existen los llamados stent intraluminales que se utilizan para colocarlos en la arteria coronaria y en el interior de un stent de balón previamente colocado, con el objetivo de asegurar que la arteria no se vuelva a cerrar.
Finalmente, algunos stent están recubiertos de fármacos que se liberan lentamente una vez que se han colocado.
La angioplastia o colocación de un stent puede ser necesaria por diferentes razones:
- Cardiopatía coronaria.
- Angina de pecho.
- Arteriopatía periférica.
- Aneurisma aórtico o de la carótida.
- Estrechamiento de la arteria renal.
No obstante, la colocación de un stent no siempre se realiza en vasos sanguíneos o arterias, ya que puede cumplir su función de mangener el conducto abierto en otras partes del organismo, como los uréteres, las vías biliares o incluso en las vías respiratorias.