La tos ferina es una enfermedad respiratoria, de origen infeccioso, muy contagiosa, que está causada por la bacteria Bordetella pertussis. Puede darse a cualquier edad, pero lo habitual es que afecte fundamentalmente a niños menores de 5 años, y que hasta el inicio de los años sesenta era muy común en los niños españoles. Sin embargo, la vacunación universal ha logrado que en la actualidad sea muy poco frecuente en nuestro país, aun cuando en los últimos años ha aumentado su incidencia.
La vacuna DPT se administra en dosis sucesivas a los dos, cuatro, seis y 18 meses. Hay que señalar el hecho de que desde 2001 el calendario vacunal español contempla la recomendación de una dosis de recuerdo a la edad de seis años. Pese a ello, algunos adolescentes vacunados en la infancia pierden la inmunidad y desarrollan la enfermedad. Hoy se sabe que la vacuna protege hasta los 12 años y que tampoco el hecho de sufrir la tos ferina inmuniza, aunque sí protege durante un periodo que puede variar entre los 7 y los 15 años.
Pese a ello, el 90% de los casos de tos ferina se produce en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo y la mayoría de las muertes se refieren a niños no vacunados o que no han completado todas las dosis de la vacunación.
Síntomas de la tos ferina
La bacteria Bordetella pertussis, causante de la tos ferina, se adhiere a la tráquea y los bronquios, donde comienza a reproducirse. El periodo de incubación de la enfermedad (el que transcurre desde el momento de la infección hasta la aparición de los primeros síntomas) oscila entre los tres días y las dos semanas aunque en ocasiones puede ser superior.
La fase inicial de la enfermedad los síntomas son leves y muy similares al de un catarro:
- Tos.
- Estornudos.
- Rinorrea.
-
Algo de fiebre.
Pero a los pocos días se aprecia el síntoma más característico: accesos de tos violentos, incontrolables, y espásticos con sibilancias al respirar y que concluyen con un sonido jadeante que evidencia el esfuerzo que el paciente realiza para poder respirar. Se pueden producir entre cinco y diez crisis de tos que a veces se producen de forma sucesiva y otras espaciadas entre sí. Y son tan fuertes que pueden inducir el vómito. Ésta es la fase paroxística de la enfermedad, que puede durar entre dos y ocho semanas. La etapa de convalencencia, en la que el número de crisis se va reduciendo, puede durar entre uno y tres meses.
Hay que advertir que estas crisis paroxísticas de tos pueden causar graves complicaciones en el niño: desde provocar un neumotórax por la rotura de la pleura, a la fractura de una costilla o de la arteria vertebral.
Tratamiento de la tos ferina
Dado que la primera fase de la enfermedad es similar a la de un catarro común, el diagnóstico de tos ferina suele establecerse en la fase paroxística, en la que la eficacia de los antibióticos es menor, aunque sí reduce la posibilidad de contagio, que desaparece al cabo de cinco días de iniciarse el tratamiento. Por esta razón suele recomendarse que las personas, estén vacunadas o no, que conviven con el paciente sigan un tratamiento preventivo con antibióticos.