Una de las complicaciones más importantes de la diabetes tipo 2 es lo que se denomina pie diabético que se produce ante al incumplimiento continuo del tratamiento o porque, pese al mismo, la concentración de glucosa en sangre se mantiene por encima de los valores de normalidad.
En cualquier caso, la consecuencia de esta situación clínica puede ser un daño irreversible en los vasos sanguíneos (enfermedad vascular periférica) e incluso en los nervios (neuropatía periférica), ocasionando dolor e inflamación del pie, pérdida de sensibilidad y sensación permanente de hormigueo o ardor. Pero hay que tener muy presente que el pie diabético es la principal causa de amputación de miembros inferiores.
Cuando se tiene pie diabético hay que extremar el cuidado de los pies si no se quiere formar parte de ese 50% de pacientes que pasan por el trauma de la amputación de al menos uno de sus pies. Se ha comprobado que los pacientes que sufren este tipo de tratamiento tienen una esperanza de vida significativamente inferior a la de aquello otros que conservan sus pies.
Además de la insensibilización del pie, la neuropatía periférica puede causar una deformación del pie que lo hace más propenso a deformarse y como consecuencia de la existencia de puntos de presión, producirse la aparición de ulceraciones que serán siempre difíciles de tratar. Por otra parte, la enfermedad vascular periférica hará que cualquier herida que se produzca en el pie se difícil de cerrar y corra un importante riesgo de infectarse causando una osteomielitis y posteriormente la aparición de gangrena, lo que obligará a su amputación.
La cuestión es que ni la enfermedad vascular periférica ni la neuropatía periférica son procesos reversibles, por lo que después de la amputación se mantienen los mismos riesgo sobre el otro pie y además aumentado, ya que la otra pierna habrá de soportar una mayor presión arterial y, por tanto, será aun más proclive a que se produzcan infecciones y ulceraciones. De hecho, es frecuente que después de unos dos años sea necesaria la amputación del otro pie.
Por todo ello, las personas con pie diabético han de ser sometidas a un estrecho seguimiento médico y ser minuciosamente instruidas en cómo deben realizar los cuidados de sus pies, tanto en lo que respecta a la higiene, su observación continuada para detectar posible heridas o ulceraciones, el uso de calzado adecuado, la importancia de dejar de fumar, cómo cortarse las uñas o tratar las callosidades, etc.