La glucosa es un azúcar que está presente en muchos alimentos cotidianos, como panes, postres, pudines, golosinas, chocolates, bebidas dulces, etc. En individuos sanos, la glucosa consumida pasa hacia los tejidos gracias a la acción de la insulina. Pero en las personas que sufren diabetes, la insulina no se produce o no actúa adecuadamente, y la glucosa permanece en el torrente sanguíneo.
Existen básicamente tres tipos de diabetes, la denominada diabetes gestacional, la diabetes tipo 1 y la diabetes tipo 2.
- La diabetes tipo 1 suele aparecer en personas jóvenes o niños, con una importante predisposición genética para esta patología. En estos pacientes, el páncreas no produce insulina y ésta debe ser suministrada, generalmente vía subcutánea.
- La diabetes tipo 2 se presenta habitualmente en personas mayores de 45 años, frecuentemente con sobrepeso u obesidad. Muchos de estos pacientes mejoran sus niveles de glucosa siguiendo una dieta adecuada, realizando actividad física regular y tomando medicación vía oral.
- La diabetes gestacional aparece en mujeres embarazadas y suele desaparecer después del parto.
En caso de no recibir tratamiento adecuado, los niveles de glucosa permanecen elevados en los pacientes con diabetes, y a largo plazo, esto puede causar daños graves en los delicados vasos sanguíneos de todo nuestro organismo con especial afectación del riñón, retina y extremidades.
Algunos síntomas habituales de la diabetes incluyen: pérdida de peso sin razón aparente, tener mucha hambre, sentir mucha sed, orinar frecuentemente, estar fatigado siempre, visión borrosa. La diabetes puede detectarse mediante un sencillo análisis de sangre; ante cualquier duda, consulta a tu médico.