Un rico y suculento plato puede ser una bomba de explosión retardada. En los alimentos se desarrollan numerosos microorganismos -imperceptibles a simple vista- que pueden provocar variadas enfermedades. La higiene de la conservación y la correcta manipulación y cocinado son la clave para eliminarlos.
Los alimentos son el medio de transporte privilegiado de algunos virus, bacterias y parásitos. Si no son destruidos a tiempo, es probable que provoquen una enfermedad digestiva.
Las infecciones transmitidas por los alimentos constituyen un importante problema de salud pública. En términos generales, pueden producir diarreas, vómitos, gastroenteritis e intoxicaciones. La principal causa es una inapropiada manipulación o conservación de éstos antes del consumo. Los síntomas son diversos y dependen del agente infeccioso.
La mayor fuente de bacterias se debe a una mala higiene de manos, una inadecuada manipulación y conservación de alimentos y una ingesta cruda de alimentos crudos o mal lavados.
Una de las enfermedades de este origen más conocida es la tifoidea, además de todas las diarreas agudas causadas por diversas bacterias entre la que destaca la Salmonella, y algunas cepas de “Coli”, que alteran e infectan la flora intestinal. Un ejemplo de diarrea profusa es la producida el bacilo del cólera, que causó alarma a principios de los años 90. Aunque no se registran casos desde 1998, no hay que descuidarse, pues la amenaza sigue latente.
"La inapropiada manipulación o conservación de los alimentos son dos de las causas más frecuentes de las infecciones alimentarias".
El no cocinar bien carne puede ser causa del síndrome SHU (Síndrome Hemolítico Urémico) que se caracteriza produce por una contaminación por una bacteria (Escherichia coli enterohemorrágica), que produce un tóxico que libera desde el intestino de quien haya ingerido carne cruda y contaminada, la cual daña los glóbulos rojos y los riñones.
Esta enfermedad es fundamentalmente infantil (niños menores de ocho años); cerca del siete por ciento de los infectados desarrolla esta intoxicación.
Por tanto, cuidado con la ingestión de carne y mariscos crudos – sobre todo los de concha o "filtradores" -pues no solamente puede producir infecciones a digestivo sino a producir por sus toxinas daños a distancia.
Las ostras, mejillones, almejas,,, pueden ser portadores de diferentes virus y bacterias, entre ellos el de la hepatitis. Es un riesgo a tener presente si se ingieren carnes, pescados o mariscos sin garantía sanitaria o crudos