Os escribo desde Boston, donde asisto a un excelente Congreso (AACE) de Endocrinología y Nutrición.
Además de ser bella y poseer los Boston Celtics y la Universidad de Harvard, la más famosa de Estados Unidos, Boston ofrece en este tiempo las ensaladas más variadas que podáis imaginar: lechugas de todos los tipos y colores, mezclada con los colores de todas las frutas sean de bosque, tropicales o cítricas, salpicadas por frutos secos, zanahoria rayada, apio, pimientos, rúcola, atún, pollo huevo y especias de todos los tipos...
¿Que si me dediqué a pasearme en vez de estudiar? Estudiar es aprender. Y se aprende tanto en las sesiones clínicas (que aquí comienzan a las 6 de la mañana -¡sí, lo he escrito bien!-), como viendo un impecable mercado/restaurante a la hora de comer, donde los menús se preparan “en directo”, sobre mesas, bajo las que asoman las cajas y los envases originales de las materias primas alimentarias, objeto de promoción por su reconocida calidad.
Los colores de la huerta son internacionales. No solamente son bellos y puros, sino que son un medicamento. Hasta hace poco tiempo se trataba de “colorantes vegetales” aprovechados en la industria textil. Ahora sabemos que sus propiedades biológicas van más allá de ser una simple estética atrayente.
Su fórmula química es de protección y revitalización. De antienvejecimiento. Porque las células se “oxidan”, envejecen por exceso de oxígeno no utilizado (los llamados “radicales libres”), debido a la acción deletérea del alcohol, del tabaco, del humo de la ciudad... O el consumo excesivo de “alimentos oxidantes” como son los azúcares refinados o los ácidos grasos saturados, embutidos, quesos curados o bollería.
"Los colores de la huerta son internacionales. No solamente son bellos y puros, sino que son un medicamento".
En el restaurante, cuando se enteraron que era español, el chef, de ascendencia hindú, me ofreció una fórmula de “Ensalada mediterránea a la menta de la Mayo Clinic”.Yo me lo creí, lo agradecí y os la transcribo.
- Dos pomelos rosa, en gajos y sin pepitas.
- Dos naranjas navel, en gajos y sin pepitas.
- Una tacita (30 gramos) de hojas de menta (Hierbabuena).
- Media traza (30 gramos) de aceitunas negras deshuesadas y troceadas.
- Una cucharada de aceite puro de oliva español de primera extracción.
- ¼ de cucharadita de café de pimienta negra.
- Seis hojas de escarola.
- Algunas hojas de rúcola, achicoria.
- Trocitos de apio.
- Extraer dos cucharadas de jugo fruta y ponerlo en un bol grande.
- Poner los gajos de pomelo y naranja, hojas de menta, aceite, aceitunas y pimienta (sal al gusto y poca).
- Mezclar con utensilios de madera suave y repetidamente.
- Consevar en frigorífico.
Para servir:
- Colocar primero las escarolas rebozadas en el jugo de frutas.
- Poner la mezcla anterior sobre las escarolas.
- Coronar con dos tres fresas cortadas en picos de sierra.
Sin menospreciar arte y sabor de estas bellas hortalizas, traídas algunas de California, tal vez con unas frescas “perdices de huerta” aportadas desde Murcia o Valencia, nos quede una ensalada confeccionada con una “cultura verde antioxidante” insuperable.