El retinoblastoma es un tumor afortunadamente poco frecuente que afecta a la retina y que en la mitad de los casos tiene un carácter hereditario. Lo habitual es que se manifieste antes de los seis años de edad y generalmente entre el primer y segundo año de vida del niño, pudiendo afectar a uno o los dos ojos.
Síntomas del retinoblastoma
La señal más importante de alarma que debe llamar la atención de los padres es que en las fotos que se le realizan al niño con flash la pupila sale de color blanco vez de roja.
Es lo que en oftalmología se conoce como manchas blancas y debe llevar a los padres a consultar lo antes posible con el especialista. No obstante, pueden aparecer otros síntomas:
- Ojos mal alineados.
- Estrabismo en el que los ojos convergen hacia un mismo punto.
- Visión doble.
- Enrojecimiento del ojo con dolor.
- Alteración de la agudeza visual.
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La coloración del iris es diferente en cada ojo.
Por otra parte, en el caso de que se haya producido la diseminación del cáncer se pueden presentar otros síntomas, dependiendo de las zonas afectadas: órbita ocular, cerebro, pulmón y huesos.

Diagnóstico y tratamiento del retinoblastoma
Para la confirmación del diagnóstico del retinoblastoma será necesario realizar un examen oftalmológico ocular en profundidad con dilatación de pupila, además de una ecografía de cabeza y ojos, un TAC o una resonancia magnética. Cuando el tumor es muy agresivo puede ser conveniente realizar una biopsia de médula ósea y un análisis del líquido cefalorraquídeo, con el fin de confirmar una eventual diseminación del tumor.
Este tipo de cáncer es curable en la mayoría de los casos, pero para ello no se debe haber extendido más allá del ojo. Si hay diseminación del cáncer a otros órganos se reducen significativamente las posibilidades de curación. Asimismo, hay que tener en cuenta que esta tipo de cáncer puede conllevar la pérdida del ojo o que éste quede ciego.
El tamaño y localización del retinoblastoma determinarán el tratamiento a seguir. Las opciones de tratamiento dependen del tamaño y localización del tumor. Los más pequeños se tratarán mediante cirugía por láser o crioterapia (congelación del tejido tumoral. No obstante, la cirugía se puede complementar con quimioterapia, que en todo caso deberá aplicarse cuando el tumor es grande o si se ha diseminado. En ocasiones, si el tumor es muy agresivo, el tratamiento inicial es la enucleación (extirpación) del ojo afectado, lo que también puede ocurrir cuando no ha habido respuesta a tratamientos previos.